DEVOCIÓN AL ESPÍRITU SANTO
"Estaban todos reunidos en un mismo lugar;
y se produjo un ruido en el cielo, como
de viento impetuoso que pasa, y llenó toda la casa.
Y vieron repartidas unas como lenguas
de fuego, que se posaron sobre cada uno de ellos.
Y se llenaron todos del Espíritu Santo
y comenzaron a hablar en lenguas extrañas."
Si quiero ser un gran santo y agradar al divino Corazón de Jesús
y al corazón inmaculado de María, mi Madre, debo estimar en mucho las
visitas amorosas del Espíritu Santo, escuchar atentamente su voz y
seguir sus inspiraciones. Me viene,
por ejemplo, el pensamiento de hacer una visita al Santísimo Sacramento, de
hacer una piadosa aspiración al Sagrado Corazón de Jesús o al Corazón
inmaculado de María, de guardar el silencio en tal ocasión, de no mirar tal
objeto curioso, de no preguntar ni querer saber lo que no me importa, de
privarme de alguna cosa que me agrada, etc. he ahí la inspiración, la luz del
Espíritu Santo; yo debo seguirla y obedecerle.
Es cierto que si obrase de este modo, adelantaría a pasos de gigante el
camino de la perfección. Se lee en
la vida de la venerable María de Jesús que un día la Santísima Virgen le dio
el siguiente documento admirable sobre la importancia de corresponder fielmente
a las llamadas e inspiraciones del Espíritu Santo:
Hija mía, quiero descubrirte una verdad esencial para la salvación
de las almas, verdad poco conocida y aún menos apreciada.
Las invitaciones e inspiraciones que envía el Espíritu Santo a las criaturas, siguen
ordinariamente esta marcha: las primeras mueven a practicar alguna virtud, y si
el alma corresponde a ellas, enseguida recibe otras más fuertes que le permiten
cumplir actos heroicos. Así
aprovechándose de unas, se dispone a recibir otras y se asegura un auxilio más
eficaz; y por este orden van creciendo y multiplicándose los favores divinos, a
medida que las criaturas corresponden a ellos.
«Meditarás,
pues, estas dos verdades: 1. Que funesto es al alma el despreciar los actos de
una virtud, cualquiera que sea, y no obrar según el dictamen de las
inspiraciones divinas, 2. Qué favores concedería Dios a los cristianos, si
correspondiesen a las menores inspiraciones. Porque Él está pronto a
enviarlas, esperando que se le de ocasión de seguir la justicia y equidad de
sus juicios; pero se desprecian aquellas primeras gracias, no se presta oído a
aquellos amorosos llamamientos, y Dios suspende el curso de sus favores; no
concede lo que Él mismo desea conceder, y lo que las almas recibirían si no
pusiesen obstáculo!»
VEN
A NUESTRAS ALMAS
Ven a nuestras almas
¡Oh Espíritu Santo!
Y envíanos del cielo
De tu luz un rayo.
Ven, Padre de pobres;
Ven, de dones franco;
Ven, de corazones
Lúcido reparo.
Buen consolador,
Dulce y soberano,
Huésped de las almas
Y suave regalo.
En los contratiempos
Descanso al trabajo;
Templanza en lo ardiente,
Consuelo en el llanto
Santísima luz
De todo cristiano,
Lo íntimo del
pecho
Llena de amor casto.
En el hombre nada
Se halla sin
tu amparo
Y nada haber puede
Que no le haga daño.
Con tus aguas puras
Lava lo manchado,
Riega lo que es seco,
Haz lo enfermo sano.
Todo lo que es duro
Doblegue tu mano;
Gobierna el camino,
Enciende lo helado.
Concede a tus fieles,
En Ti
confiados,
De tus altos dones
Sacro septenario.
Aumento
en virtudes
Haz que merezcamos
Da el eterno gozo,
Da el feliz descanso.
ORACIÓN
¡OH Espíritu Santo Creador! asiste propicio a la Iglesia Católica;
corrobórala y confírmala con tu superior virtud contra los asaltos de los
enemigos; renueva con tu caridad y gracia el espíritu de tus siervos que has
ungido, Para que en TI glorifiquen al Padre y a su Hijo unigénito Nuestro Señor
Jesucristo. Amén.
VEN, ESPÍRITU SANTO
Ven, Espíritu Santo
ven a iluminar nuestras inteligencias
y a defendernos del mal.
Tú, promesa del Padre, don de Cristo Jesús,
ven y danos fuerza para llevar nuestra cruz.
Tú, llamado abogado, nuestro consolador,
ven, y habita en nosotros por la fe y por el amor.
Haz que cada cristiano, bajo tu inspiración,
sea testigo de Cristo con la palabra y la acción.
Guiados por el Espíritu hacia Cristo Jesús,
caminemos con júbilo a la Ciudad de la luz.
SECUENCIA DEL ESPÍRITU SANTO
Ven Espíritu divino,
manda tu luz desde el Cielo.
Padre amoroso del pobre,
don en tus dones espléndido,
luz que penetra las almas,
fuente del mayor consuelo.
Ve, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas del fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma
divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si Tú le faltas por dentro
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reaparte tus siete dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
El Espíritu Santo es llamado "Paráclito", que significa "el que ha sido llamado para estar al lado". Por eso, el Espíritu Santo significa para nosotros lo mismo que si Jesús estuviera físicamente a nuestro lado. El Espíritu nos hace comprender la verdad, nos ilumina, nos protege, nos defiende y nos anima.
El Espíritu Santo te dice:
Bienaventurados los que me buscan
¿A quienes se les abrirá la puerta de la Sabiduría?
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