SAN
JOSÉ
Patrono de la familia y del trabajo
“José,
varón Justo” (Mateo 1,24)
A Jesús se le llamó “Hijo del carpintero” (Mateo 13, 55)
Oración
al Padre Eterno para todos los días del mes
ORACIÓN
Acordaos,
oh purísimo esposo de la Virgen María, San José, dulce protector mío, que jamás
se ha oído decir que alguno haya implorado vuestra asistencia y reclamado
vuestro auxilio, sin haber sido consolado.
Con esta confianza vengo a Vos, y me encomiendo a Vos, con fervor.
No desdeñéis mi súplica, oh padre putativo del Redentor, más acogedla
favorablemente. Así sea.
300
días una vez al día.
ORACIÓN
A SAN JOSÉ PATRONO DE LA IGLESIA
UNIVERSAL
Castísimo
José, esposo de María,: me gozo de veros elevado a tan sublime dignidad, y
adornado de tan heroicas virtudes. Por
los dulcísimos besos, y estrechísimos abrazos que disteis al divino Jesús, os
suplico me admitáis en el número de vuestros siervos.
Proteged a los inocentes, especialmente a los niños y alcanzadnos a todos la gracia de conservar la
pureza de cuerpo y alma. Amparad a
los pobres y a los afligidos, por la pobreza y amargas angustias que padecisteis
en compañía de Jesús y de María, en Belén, Egipto y Nazaret y haced
que, sufriendo con paciencia nuestros trabajos, merezcamos el eterno descanso.
Sed protector de los padres y esposos, para que vivan en paz, y eduquen
en el temor de Dios a sus hijos. Dad
a los sacerdotes
las virtudes que corresponden a su estado, para tratar dignamente el cuerpo de
Jesús Sacramentado. A los que
viven en comunidad inspiradles amor a la observancia religiosa.
A los moribundos asistidlos en aquel trance supremo, pues tuvisteis la
dicha de morir en los brazos de Jesús y de María. Tended vuestra mano protectora a toda la Iglesia1 pues habéis
sido declarado por el Vicario de Cristo Patrono de la Iglesia Universal.
Y pues librasteis al Hijo de Dios del furor de Herodes, librad a la
Iglesia, Esposa suya, del furor de los impíos, y alcanzad que se abrevien los días
malos, y venga la serenidad y la paz. Así
sea.
Aquí se pide las gracias que se desean.
SUPLICAS
PARA LOS AGONIZANTES PARA TODOS LOS DIA DEL MES
Eterno
Padre, por el amor que profesáis a San José, elegido por Vos entre
todos para representaros en la tierra.
Se
contesta:
Tened
piedad de nosotros y de los pobres agonizantes.
Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
Eterno
divino Hijo, por el amor que profesáis a San José, vuestro fiel custodio en la
tierra, tened piedad de nosotros y de los pobres agonizantes.
Padre
Nuestro, Ave María y Gloria.
Eterno
divino Espíritu, por el amor que profesáis a San José, el cual con tanta
solicitud guardó a María Santísima, vuestra predilecta Esposa.
Se
contesta:
Tened
piedad de nosotros y de los pobres agonizantes.
Padre
Nuestro, Ave María y Gloria.
Indulgencia
300 días.
Aquí
con toda confianza pidamos al Santo lo que deseemos alcanzar.
0RACION
AL SEÑOR SAN JOSÉ, LA CUAL SE PODRÁ DECIR TODOS LOS DÍAS
Patriarca
José; abogado fiel de los mortales; José santo; José justo; José
inocente, José venturoso:
¡quién pudiera tener siempre en la boca tu nombre, y no despedir un solo
aliento, una respiración, sino acompañada de tu nombre santísimo! ¡Quién pudiera nombrar siempre a José con aquel respeto, con aquel puro amor, y
con aquella gracia con que lo pronunciaba María santísima su Esposa!
Acuérdate, José mío, de aquella prontitud con que acudías a ver a tu
Esposa cuando te llamaba, y date prisa a acudir a mi mayor necesidad en
la hora de la muerte; para que ahuyentando al demonio, despida yo el último
aliento envuelto en tu nombre y en el nombre de Jesús y de María.
Amén.
José
glorioso, en ti sea bendito, alabado, ensalzado y glorificado el Santísimo
Sacramento del Altar, porque cargaste en tus brazos y alimentaste con el sudor
de tu rostro aquel Cuerpo y aquella Sangre que nos sustenta y fortalece.
Amén.
CONSAGRACIÓN A SAN JOSÉ
Por amor de Dios Padre, Tú, San José, has sido
llamado padre de Jesús y, unido a la maternidad espiritual de María, ahora
también padre nuestro. A ti consagramos nuestra vida y la misión que Dios nos ha
encomendado. Te pedimos que intercedas por nosotros ante el Señor, que
intercedas por la Santa Iglesia para su salvación, que intercedas en nuestra
oración y la lleves a Dios.
Tú, esposo de María, casto, justo, prudente y
humilde, haz que estas virtudes, en ti gloriosas, afloren en nuestro espíritu y,
para gloria de Dios, en el mundo.
Haznos dulces y dóciles, tiernos y mansos con
nuestro prójimo, especialmente con nuestros padres, hijos, familia y hermanos,
no desde nuestra pequeñez sino desde Dios, dejando que Él sea en nosotros y
nosotros en Él, que todopoderoso es. Amado San José enséñanos a desaparecer,
como Tú que estás presente pero en Ti es sólo el Espíritu Divino el que
permanece y Tú desapareces en el silencio del amor.
Ruega para que en la presencia del Espíritu Santo,
reconozcamos que sin Dios nada somos y nada podemos; ruega para que Dios obre en
nuestro corazón como en el tuyo; ruega para que desaparezca nuestra pequeñez y
aparezca tu grandeza, al reconocer nuestra debilidad en presencia de Su Amor.
Por Jesucristo Nuestro Señor, Amén.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo;
como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos Amén
DEVOCIÓN EN HONOR DE LOS
DOLORES Y GOZOS DE SAN JOSÉ
INTRODUCCIÓN:
Toda la vida de S. José fue un acto continuo de fe
y obediencia en las circunstancias más difíciles y oscuras en que le puso Dios.
Él es al pie de la letra "el administrador fiel y solícito a quien el Señor ha
puesto al frente de su familia" (Lc 12, 42). Desde tiempo inmemorial, la Iglesia
lo ha venido venerando e invocando como continuador en ella de la misión que un
día tuviera para con su Fundador y Madre. En los momentos de noche oscura, el
ejemplo de José es un estímulo inquebrantable para la aceptación sin reservas de
la voluntad de Dios. Para propiciar ese veneración e imitación y para solicitar
su ayuda, ponemos a continuación el siempre actual Ejercicio de los siete
Dolores y Gozos.
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros
enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el Nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo. Amén. - Acto de contrición.
Ofrecimiento
Glorioso Patriarca San José, eficaz consuelo de los afligidos y seguro refugio
de los moribundos; dignaos aceptar el obsequio de este Ejercicio que voy a rezar
en memoria de vuestros siete dolores y gozos. Y así como en vuestra feliz
muerte, Jesucristo y su madre María os asistieron y consolaron tan amorosamente,
así también Vos, asistidme en aquel trance, para que, no faltando yo a la fe, a
la esperanza y a la caridad, me haga digno, por los méritos de la sangre de
Nuestro Señor Jesucristo y vuestro patrocinio, de la consecución de la vida
eterna, y por tanto de vuestra compañía en el Cielo. Amén.
Primer dolor y gozo
Esposo de María, glorioso San José, ¡qué aflicción y angustia la de vuestro
corazón en la perplejidad en que estabais sin saber si debíais abandonar o no a
vuestra esposa! ¡Pero cuál no fue también vuestra alegría cuando el ángel os
reveló el gran misterio de la Encarnación!
Por este dolor y este gozo os pedimos consoléis nuestro corazón ahora y en
nuestros últimos dolores, con la alegría de una vida justa y de una santa
muerte, semejante a la vuestra asistidos de Jesús y de María.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Segundo dolor y gozo
Bienaventurado patriarca glorioso S. José, escogido para ser padre adoptivo del
Hijo de Dios hecho hombre, el dolor que sentisteis viendo nacer al Niño Jesús en
tan gran pobreza, se cambió de pronto en alegría celestial al oír el armonioso
concierto de los ángeles y al contemplar las maravillas de aquella noche tan
resplandeciente.
Por este dolor y gozo alcanzadnos que después del camino de esta vida vayamos a
escuchar las alabanzas de los ángeles y a gozar de la gloria celestial.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Tercer dolor y gozo
Ejecutor obediente de las leyes divinas, glorioso San José, la sangre
preciosísima que el Redentor Niño derramó en su circuncisión os traspasó el
corazón, pero el nombre de Jesús que entonces se le impuso, os confortó
llenándoos de alegría.
Por este dolor y por este gozo alcanzadnos el vivir alejados de todo pecado, a
fin de expirar gozosos con el nombre de Jesús en el corazón y en los labios.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria,
Cuarto dolor y gozo
Santo fiel, que tuvisteis parte en los misterios de nuestra redención, glorioso
San José, aunque la profecía de Simeón acerca de los sufrimientos que debían
pasar Jesús y María, os causó dolor, sin embargo os llenó también de alegría,
anunciándoos al mismo tiempo la salvación y resurrección gloriosa que de ahí se
seguiría para un gran número de almas.
Por este dolor y por este gozo, conseguidnos ser del número de los que por los
méritos de Jesús y por la intercesión de la Virgen María han de resucitar
gloriosamente.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria,
Quinto dolor y gozo
Custodio vigilante del Hijo de Dios hecho hombre, glorioso San José, ¡cuánto
sufristeis teniendo que alimentar y servir al Hijo de Dios, particularmente a
vuestra huida a Egipto!, ¡pero cuán grande fue vuestra alegría teniendo siempre
con vos al mismo Dos y viendo derribados los ídolos de Egipto.
Por este dolor y por este gozo, alcanzadnos alejar para siempre de nosotros al
demonio, sobre todo huyendo de las ocasiones peligrosas, y derribar de nuestro
corazón todo ídolo de afecto terreno, para que ocupados en servir a Jesús y
María, vivamos tan sólo para ellos y muramos gozosos en su amor.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria,
Sexto dolor y gozo
Ángel de la tierra, glorioso San José, que pudisteis admirar al Rey de los
cielos, sometido a vuestros más mínimos mandatos, aunque la alegría al traerle
de Egipto se turbó por temor a Arquelao, sin embargo, tranquilizado luego por el
Ángel vivisteis dichoso en Nazaret con Jesús y María.
Por este dolor y gozo, alcanzadnos la gracia de desterrar de nuestro corazón
todo temor nocivo, de poseer la paz de la conciencia, de vivir seguros con Jesús
y María y de morir también asistidos de ellos.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria,
Séptimo dolor y gozo
Modelo de toda santidad, glorioso San José, que habiendo perdido sin culpa
vuestra al Niño Jesús, le buscasteis durante tres días con profundo dolor, hasta
que lleno de gozo, le encontrasteis en el templo, en medio de los doctores.
Por este dolor y este gozo, os suplicamos con palabras salidas del corazón,
intercedáis en nuestro favor para que no nos suceda jamás perder a Jesús por
algún pecado grave. Mas si por desgracia le perdemos, haced que le busquemos con
tal dolor que no nos deje reposar hasta encontrarle favorable, sobre todo en
nuestra muerte, a fin de ir a gozarle en el cielo y a cantar eternamente con Vos
sus divinas misericordias.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Antífona
Jesús mismo era tenido por hijo de José, cuando empezaba a tener como unos
treinta años. Rogad por nosotros, San José, para que seamos dignos de las
promesas de Cristo.
Oración Final
Oh Dios, que con inefable providencia, os dignasteis elegir al bienaventurado
José por esposo de vuestra Santísima Madre, os rogamos nos concedáis tener como
intercesor en los cielos al que en la tierra veneramos como protector. Vos que
vivís y reináis por los siglos de los siglos. Amén.
Nuestra Santísima Madre, en Cochabamba, Bolivia dice a Catalina Rivas lo siguiente, textual en español:
"Mi esposo, del cual tuve tantas pruebas de particular afecto, no
tiene el verdadero reconocimiento de las virtudes que le dio Dios. Pero Yo lo
conocí en el curso de muchas adversidades y siempre pude admirar como las
enfrentaba. ¡Cuánta paciencia en Mi José y qué adoración por Jesús! No parecía
un Padre en nuestra casita sino su más fiel discípulo puesto que fue el primer
hombre que recibió instrucción de El, guía y consuelo.
Era una criatura llena de Dios, tan llena que aceptó, soportó y venció
las pruebas que se dan a los elegidos del amor puro. ¡Ah! Mi esposo era más
grande que un Serafín, más excelso que Miguel y más puro que todas las almas que
brillaron y que brillarán después de Mí.
Cuánto cuidado puso en
protegerme de la persecución desencadenada por Herodes y recuerden la asidua
vigilancia que practicó Conmigo, mientras habría podido acusarme como a una
traidora cualquiera.
El José que trabajaba como artesano es poca cosa, si bien lo hizo de manera
ejemplar. Al José grande lo deben ver como discípulo de Jesús, discípulo muy
oculto pero sublime.
A veces se piensa que la paz de nuestra casita ha sido fruto de una Gracia
especial que Nos dio el Padre, sin reflexionar que esa paz no era sólo Gracia,
sino también conquista de cada día.
Ustedes sólo conocen el portal de la casa, pero cuando suban un poco, verán que
cada peldaño cuesta fatiga y nadie lo sube sin esfuerzo. Por eso las Gracias que
recibimos eran fruto del generoso amor de nuestro Hijo Santísimo, pero dadas con
pleno desprendimiento de nosotros mismos, de lo contrario, ¿qué podía premiar en
el Cielo Mi Jesús?
José era puro, se dice y es verdad, pero Yo deseo añadir algo sobre su pureza.
Equivale a castidad, pero la pureza de Mi esposo tenía una fragancia especial:
era una pureza tal que podía y puede estar muy cerca a la Mía. Se la puede
representar con un gran manojo de lirios cultivados en un campo circundado de
rosas, es decir, era una pureza que tenía por horizonte el más santo amor que un
esposo pudiera alimentar por la esposa.
Si los hombres quisieran, podrían ser preservados de muchas manchas recurriendo
a José. Bastaría que pidan de corazón que los resguarde de toda impureza para
honrar los actos de pureza en los cuales Me trató a Mí, su esposa".
Página
anterior
Página siguiente (San José otras oraciones)
Páginas principales
Índice General y páginas misceláneas
Meditemos con Jesús (importante)
Reflexiones y mensajes de María
Mensajes: El Libro de la Verdad
Mensajes de San Miguel Arcángel
Videos de música religiosa (popular)
Rosarios, Coronas y Coronillas
Esta página pertenece al sitio "Oraciones y Devociones Católicas"
Visite siempre la Portada del sitio, siempre hay algo nuevo ahí.