SANTO ROSARIO DE JACULATORIAS
A LA MEDALLA MILAGROSA
Por la señal de la Santa Cruz...
Felicitemos a la Santísima Virgen por el singular Privilegio de su Concepción
Inmaculada.
Bendita sea tu
pureza y eternamente lo sea.
Pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza.
A ti celestial Princesa, Virgen Sagrada María
Yo te ofrezco, en este día, alma, vida y corazón.
Mírame con compasión, no me dejes,
Madre mía, morir sin Tu bendición.
Atendiendo el deseo de la Virgen Santísima Milagrosa: recemos con confianza y
fervor las siguientes...
INVOCACIONES AL DULCÍSIMO NOMBRE DE MARÍA
PRIMERA
INVOCACIÓN
Madre mía amantísima,
Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa, en todos los instantes de mi vida
acordaos de mí, miserable pecador(a).
Padre nuestro que estás en el cielo... Diez jaculatorias. ¡Oh María sin pecado
concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
SEGUNDA
INVOCACIÓN
Fuente de las
divinas gracias, Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa, concededme abundancia
de lágrimas para llorar mis pecados. (como la 1era invocación de las 10
jaculatorias..)
TERCERA
INVOCACIÓN
Reina de cielos y
tierra, Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa, sed mi amparo y defensa en las
tentaciones de mis enemigos. (como la 1era invocación...)
CUARTA INVOCACIÓN
Inmaculada, Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa, alcanzadme de vuestro
Santísimo Hijo las gracias que necesito para mi salvación. (como la 1era
invocación....)
QUINTA INVOCACIÓN
Abogada y refugio
de nosotros pobres pecadores, Santísima Virgen de la Medalla Milagrosa,
asistidme en el trance de la muerte y abridme las puertas del cielo. (como la
1era invocación...)
Pídase la gracia que por intercesión de la Santísima Virgen se desee alcanzar...
Y denle gracias por las ya obtenidas.
Ruega por nosotros Santa Madre de Dios para que seamos dignos de alcanzar y
gozar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN
Señor nuestro Jesucristo, que quisisteis honrar con innumerables milagros a
vuestra Madre la Santísima Virgen María, Inmaculada desde el primer instante de
su Concepción, concédenos que, implorando siempre su patrocinio, consigamos los
goces eternos. Por Jesucristo nuestro Señor. Así sea.
Acudamos a la maternal protección y amparo de la Santísima Virgen con la
siguiente súplica (de San Bernardo):
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno
de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestra asistencia y
reclamando vuestro socorro, hayan sido abandonados de Vos. Animado con esta
confianza, a Vos también acudo, ¡oh Virgen Madre de las vírgenes!, y, aunque
gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra
presencia soberana. No desechéis, ¡oh Purísima Madre de Dios!, mis humildes
súplicas, antes bien escuchadlas y atendedlas favorablemente.
(REZADA 0 CANTADA)
Salve Regina Mater misericordie...
LA SANTÍSIMA VIRGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA, UNA MADRE PARA TODOS
Niños, jóvenes, adultos (solteros o solteras, casados, viudos o viudas, ancianos
o ancianas, sacerdotes, religiosos o religiosas).
Cualquiera que sea tu estado actual, ten presente que has nacido para salvarte.
Y que para ello, lo mismo que en lo natural necesitas el cuidado solícito de una
madre desde que naces, continuando en la infancia, juventud, pubertad, madurez y
más especialmente en la ancianidad, necesitas también una madre en lo
espiritual.
Esta madre la tenemos por expreso deseo de Jesucristo Redentor, que nos la legó
en firme testamento firmado y sellado con su Sangre desde la Cruz Redentora.
El parto fue dolorosísimo, pero la humilde esclava del Señor, que aceptó ser
Madre del Salvador en Nazareth, acepta ahora la maternidad corredentora que se
le encomienda en favor de toda la humanidad.
El día 27 de noviembre de 1830 la bondadosa, solícita y buena Madre del Cielo,
le mostró a santa Catalina Labouré, con una visión, grabada con letras de oro,
la jaculatoria
¡OH MARÍA SIN PECADO CONCEBIDA, ROGAD POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A VOS!,
que tú terminas de rezar cincuenta veces. Esta jaculatoria, junto con llevar
colgada al cuello la Medalla Milagrosa que también se le mostró , te garantiza
es promesa de la Virgen vivir bien, morir en paz con Dios y salvarte.
Las gracias y favores que la Santísima Virgen concede a los que practican esta
devoción son incontables.
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