VEN HERMANO DAME TU MANO

 

Jesús nos invita a ser solidarios

 

 

 

  Queremos con vuestra cooperación iniciar desde estas páginas una campaña de ayuda a nuestros hermanos. La idea es comprometernos a buscar trabajo a algún hermano nuestro; parientes, amigos, vecinos, conocidos. Conseguir una plaza de trabajo para un hermano en un año.

 

 Nos cuesta tanto ver las necesidades de los demás. Siempre cuando las detectamos, pensamos que son otros los que debieran ayudar, nunca nosotros. Sin embargo, el alivio de las carencias de los demás es nuestra responsabilidad y Dios en nuestro juicio particular nos pedirá cuentas de ello. Creemos siempre que los pecados más grandes son los pecados carnales y estamos siempre prestos a apuntar con el dedo a los pecadores. Uno de los pecados mayores es justamente no ver las necesidades del prójimo, en el fondo no estamos cumpliendo uno de los principales mandamientos de Dios: el amor a nuestros hermanos en Cristo.

 

 Estemos siempre alertas  frente a las necesidades de los demás.  Los vecinos tienen las luces apagadas y están en la casa. El auto hace días que no lo vemos ¿Estarán pasando necesidades? ¿Tendrán algún problema? Que extraño el vecino de más allá hace días que lo vemos en el vecindario ¿no trabajaba en esa empresa ubicada al otro lado de la ciudad? El sobrino fue despedido del trabajo por quiebra de la empresa ¡qué lastima más grande! Pero ahí nos quedamos, nada hacemos por ayudar.

 

 Santa Teresa (de Ávila) nos dice que Dios ayuda, pero después de mucho pedirle. ¿Tendrán nuestros hermanos suficiente fuerza para solicitarle con insistencia que los ayude? ¿Tendrán frente a los que les sucede alguna crisis de fe? ¿Habrán caído ya en una fuerte depresión? Han pensado, que quizás  son los únicos que los pueden ayudar, y si no son ustedes, nadie los ayudará. Preguntémonos siempre, que podemos hacer por nuestros hermanos. Dios nos está mirando. No vaya a ser que en nuestro encuentro con nuestro Padre, Él nos muestre las consecuencias de todos nuestros actos y también de los que omitimos. Nuestros pecados de omisión son gravísimos, pues son inimaginables los efectos que en cadena pueden tener. Por ejemplo una persona  pierde su trabajo y nosotros no lo ayudamos. Una larga cesantía puede producir un quiebre matrimonial, hijos que no van a nacer, generaciones enteras que no estarán.  En fin si nos ponemos a pensar pueden ser muchas las consecuencias de nuestra insensibilidad frente al prójimo. En definitiva, lo que Dios quiere es que amemos. Nos preguntará: ¿Han amado? Y nosotros ¿qué le vamos a contestar? Pero si es tan fácil y tan útil para los demás. A todos nos ha pasado que a veces una pequeña ayuda salva la situación. Cuando nos hemos pegado en el fango, y solo por más que empujemos el automóvil, éste no sale. Basta una mano que ayude y que empuje con nosotros, para que el auto salga del lodo y vuelva al camino seguro. Una mano nada más; la vuestra.

 

 Si está en nuestras manos no tengamos temor en ayudar. Sabemos que existe una plaza de trabajo donde nosotros nos desempeñamos y que podría ser la oportunidad para solucionar el problema de nuestro prójimo, pero nos llenamos de dudas, ¿nos dejará en vergüenza? ¿Hará bien su trabajo? ¿Contará en la empresa a otros, alguna intimidad nuestra que tenemos escondida? Y si somos inseguros ¿hará su trabajo mejor que nosotros y capaz que nos despidan? Dejemos el individualismo a un lado, ayudemos sin miramientos.

 

 Lo que les pedimos, es una vez al año, buscarle trabajo al hermano. Ustedes están bien, no tienen necesidades y a veces tanto les cuesta ver al hermano que sufre, y está tan cerca. No vaya a ser que un poco más allá, en el recodo del camino la desgracia los esté esperando.

 

 Ellos no quieren caridad, mucho no sirve llegar con un plato de comida, si mañana tendrán el mismo problema. Lo que queremos decirles es que debemos buscar soluciones definitivas. Si está en nuestras manos, no dudemos en hacerlo. Llamar a un conocido, recomendarlo por aquí y por allá.

 

Pensemos con fuerza:

 

¡Ven, ven hermano, dame tu mano!

 

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