ROSARIO DE SANTA RITA DE CASIA
PRIMERA ROSA: LAS ABEJAS BLANCAS
Padre Nuestro, Ave María y Gloria
Parecía que desde el primer momento de su nacimiento, Dios tenía designios especiales para Rita. Según una tradición, desde que era bebé, mientras dormía en una cesta, abejas blancas se agrupaban sobre su boca, depositando en ella la dulce miel, sin hacerle daño y sin que la niña llorara para alertar a sus padres. Uno de los campesinos, viendo lo que ocurría, trató de dispersar a las abejas con su brazo herido. Su brazo se sanó inmediatamente.
Después de 200 años de la muerte de Santa Rita, algo extraño ocurrió en el
Monasterio de Casia. Las abejas blancas surgían de las paredes del Monasterio
durante Semana Santa de cada año y permanecían hasta la fiesta de Santa Rita el
22 de mayo, cuando retornaban a la inactividad hasta la Semana Santa del próximo
año. El Papa Urbano VIII, sabiendo lo de las misteriosas abejas, pidió que una
de ellas le fuera llevada a Roma. Después de un cuidadoso examen, le ató un hilo
de seda y la dejó libre. Esta se descubrió más tarde en su nido en el Monasterio
de Casia, a 138 kilómetros de distancia. Los huecos en la pared, donde las
abejas tradicionalmente permanecen hasta el siguiente año, pueden ser vistos
claramente por los peregrinos que llegan hoy al Monasterio.
SEGUNDA ROSA.
NIÑEZ Y ADOLESCENCIA
Padre Nuestro, Ave María y Gloria
Su niñez y adolescencia transcurrió en un hogar de fe. Sus padres la llevaron a
Jesús a temprana edad y ella siempre manifestó su amor por Él, al punto de
desear consagrar su vida.
Santa Rita, te damos gracias por interceder por nuestra perseverancia en la fe y
la oración, para que no dejemos de tener esperanza y amor que nos ayuden a
crecer en el amor y la caridad.
TERCERA ROSA: EL
MATRIMONIO
Padre Nuestro, Ave María y Gloria
Ella quería ser religiosa toda su vida, pero sus padres, Antonio y Amata,
avanzados ya en edad, escogieron para ella un esposo, Paolo Ferdinando, lo cual
no fue una decisión muy sabia. Pero Rita obedeció. Quiso Dios así, darnos en
ella, el ejemplo de una admirable esposa, llena de virtud, aun en las más
difíciles circunstancias.
CUARTA ROSA: LAS
DIFICULTADES EN EL MATRIMONIO
Padre Nuestro, Ave María y Gloria
Muy pronto el ambiente político y social, un tanto violento, que se vivía en
Casia, llegó al hogar de Rita, y Paolo, su esposo, no escapó de esa realidad de
bandos opuestos y hostiles en constantes luchas y venganzas. Después del
matrimonio, su esposo demostró ser bebedor, mujeriego y abusador. Rita le fue
fiel durante toda su vida de casada. Encontró su fortaleza en Jesucristo, en una
vida de oración, sufrimiento y silencio.
Santa Rita: Danos la gracia de querer la paz en el corazón y en la familia.
También en nuestro tiempo se viven situaciones hostiles, que seamos semilla de
paz y armonía.
QUINTA ROSA: EL
NACIMIENTO DE LOS HIJOS
Padre Nuestro, Ave María y Gloria
A pesar de todo Rita y Paolo siguen apostando por el matrimonio y llegan los
hijos. Rita deseaba y oraba para que Paolo dejara esa vida de venganzas,
rencores y excesos. Tuvieron un par de gemelos, quienes sacaron el temperamento
del padre. Rita se preocupó y oró por ellos.
Santa Rita, te pedimos dar gracias por la bendición de la llegada de los hijos a
los matrimonios. No olvides a las mujeres que quieren ser madres. Dales consuelo
y esperanza.
SEXTA ROSA: EL
CAMBIO DEL ESPOSO
Padre Nuestro, Ave María y Gloria
Pasaron los años, los hijos crecieron, su esposo, poco a poco fue cambiando.
Después de veinte años de matrimonio y oración por parte de Rita, el esposo se
convirtió, le pidió perdón y le prometió cambiar su forma de ser. Rita perdona,
y él deja su antigua vida de pecado y pasaba el tiempo con Rita en los caminos
de Dios.
Santa Rita, te pedimos que nos ayudes a saber tomar caminos nuevos, si estamos
equivocados, para que podamos crear vínculos de amor, dentro y fuera de nuestro
hogar.
SÉPTIMA ROSA: LA
MUERTE DEL ESPOSO Y EL IMPACTO EN LOS HIJOS
Padre Nuestro, Ave María y Gloria
Esto no duró mucho, porque mientras su esposo se había reformado, no fue así con
sus antiguos amigos y enemigos. Una noche Paolo no fue a la casa. Antes de su
conversión esto no hubiera sido extraño, pero en el Paolo reformado esto no era
normal. Rita sabía que algo había ocurrido. Al día siguiente lo encontraron
asesinado.
Rita buscó alivio en la fe que abrigaba su corazón. Pero sus hijos, instigados
por los parientes de su padre juraron venganza. Rita intentaba disuadirlos y les
hablaba de la necesidad del perdón para sentirnos liberados del mal.
Santa Rita, queremos ser vínculos de paz. Enséñanos a perdonar.
OCTAVA ROSA: LA
MUERTE DE SUS HIJOS
Padre Nuestro, Ave María y Gloria
Su pena fue aumentada cuando sus dos hijos, que ya eran mayores, juraron vengar
la muerte de su padre. Las súplicas no lograban disuadirlos. Fue entonces que
Santa Rita, comprendiendo que más vale salvar el alma que vivir mucho tiempo,
rogó al Señor que salvara las almas de sus dos hijos y que tomara sus vidas
antes de que se perdieran para la eternidad por cometer un pecado mortal. El
Señor respondió a sus oraciones. Los dos padecieron una enfermedad fatal.
Durante el tiempo de enfermedad, la madre les habló dulcemente del amor y el
perdón. Antes de morir lograron perdonar a los asesinos de su padre. Rita estuvo
convencida de que ellos estaban con su padre en el cielo.
Santa Rita, ayúdanos a cargar nuestras cruces y ofrecerlas al Señor.
NOVENA ROSA: LAS
PRUEBAS
Padre Nuestro, Ave María y Gloria
Al quedar sola no se deja vencer por la tristeza y el sufrimiento. Santa Rita
quiso entrar con las Hermanas Agustinas, pero no era fácil lograrlo. No querían
una mujer que había estado casada. La muerte violenta de su esposo dejó una
sombra de duda. Ella se volvió de nuevo a Jesús en oración. Ocurrió entonces un
milagro. Una noche, mientras Rita dormía profundamente, oyó que la llamaban
¡Rita!, ¡Rita!, ¡Rita!, esto ocurrió tres veces, a la tercera vez, Rita abrió la
puerta y allí estaban San Agustín, San Nicolás de Tolentino y San Juan el
Bautista, del cual ella había sido devota desde muy niña. Ellos le pidieron que
los siguieran. Después de correr por las calles de Roccaporena, en el pico del
Scoglio, donde Rita siempre iba a orar, sintió que la subían en el aire y la
empujaban suavemente hacia Casia. Se encontró arriba del Monasterio de Santa
María Magdalena en Casia. Entonces cayó en éxtasis. Cuando salió del éxtasis, se
encontró dentro del Monasterio. Ante aquél milagro, las monjas Agustinas, no
pudieron ya negarle entrada. Es admitida y hace la profesión ese mismo año de
1417, y allí pasa 40 años de consagración a Dios.
Siguieron las pruebas: Durante su primer año, Rita fue puesta a prueba, no
solamente por sus superioras, sino por el mismo Señor. Le fue dado el pasaje de
la Escritura del joven rico para que meditara. Ella sentía en su corazón las
palabras, !Si quieres ser perfecta!
Un día Rita fue puesta a prueba por su Madre Superiora. Como un acto de
obediencia, Rita fue ordenada a regar cada día una planta muerta. Rita lo hizo
obedientemente y de buena manera. Una mañana la planta se había convertido en
una vid floreciente y dio uvas que se usaron para el vino Sacramental. Hasta
este día sigue dando uvas.
Durante la Cuaresma del año 1443 fue a Cascia un predicador llamado Santiago de
Monte Brandone, quien dio un sermón sobre la Pasión de Nuestro Señor, que tocó
tanto a Rita que a su retorno al Monasterio, le pidió fervientemente al Señor
ser partícipe de sus sufrimientos en la Cruz. Recibió los estigmas y las marcas
de la Corona de Espinas en su cabeza. A la mayoría de los santos que han
recibido este don exudan una fragancia celestial. Las llagas de Santa Rita, sin
embargo, exudaban olor a podrido, por lo que debía alejarse de la gente.
Por 15 años vivió sola, lejos de sus hermanas monjas. El Señor le dio una tregua
cuando quiso ir a Roma, para el primer Año Santo. Jesús removió el estigma de su
cabeza durante el tiempo que duró la peregrinación. Tan pronto como llegó de
nuevo a casa el estigma volvió a aparecer, teniéndose que aislar de nuevo.
Santa Rita: conserva en nosotros la perseverancia y fidelidad al Señor. El amor
vence.
DÉCIMA ROSA Y LOS
HIGOS:
Padre Nuestro, Ave María y Gloria
En su vida tuvo muchas llamadas, pero ante todo fue una madre, tanto física como
espiritualmente. Cuando estaba en el lecho de muerte, le pidió al Señor que le
diera una señal para saber que sus hijos estaban en el cielo. A mediados de
invierno recibió una rosa del jardín cerca de su casa en Roccaporena. Pidió una
segunda señal. Esta vez recibió un higo del jardín de su casa en Roccaporena, al
final del invierno.
Los últimos años de su vida fueron de expiación. Una enfermedad grave y dolorosa
la tuvo inmóvil sobre su humilde cama de paja durante cuatro años. Ella observó
cómo su cuerpo se consumía, con paz y confianza en Dios.
Las rosas de Santa Rita
Durante la enfermedad, a petición suya, le presentaron algunas rosas que habrían
brotado de manera prodigiosa en el frío invierno, en su huertecito de
Roccaporena. Ella las aceptó sonriente como don de Dios. Al morir, la celda se
iluminó y las campanas tañeron solas por el gozo de un alma que entra al cielo.
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