A MARÍA SANTÍSIMA
(PLEGARIA BÍBLICA)
Bendito y alabado es el Santísimo Sacramento del Altar y la Purísima
Concepción de María Santísima, Señora Nuestra, concebida sin mancha de
pecado original desde el primer instante de su ser natural. Amén.
Salve ¡Oh llena de gracia! El Señor es contigo: bendita tú entre las mujeres.
¡Oh María! Hallaste gracia delante de Dios: el Espíritu Santo vino a ti, la
virtud del Altísimo te cubrió con su sombra, y por esto es Hijo de Dios, el
Santo que de ti nació, a quien pusiste por nombre Jesús.
Tu alma glorifica al Señor y tu espíritu está transportado de gozo en la
humildad de su esclava, y el Altísimo ha bendecido tu tabernáculo.
Bendito es el fruto de tu vientre y bienaventurada te dicen todas las
generaciones. Porque ha hecho de ti grandes cosas Aquel, que es poderoso, santo
su Nombre, y cuya misericordia se extiende de generación en generación sobre
los que le temen.
Gloria a Dios en lo más alto de los cielos y paz en la tierra a los hombres de
buena voluntad. La Virgen profetizada por Isaías, concibió del Espíritu
Santo, y tuvo un hijo que habitó con nosotros, y de Belén, la pequeña, vino
el Cristo pronosticado por Miqueas el cual existe desde el principio, desde los
días de la eternidad.
Tu quebrantaste la cabeza de la serpiente.
Tu eres el renuevo del tronco de David, del cual se elevó la flor cantada por
el profeta.
Tu recibes alabanza de la muchedumbre de los escogidos y eres la bendita entre
los benditos.
Elevada estás cual cedro sobre el Líbano y cual ciprés sobre el monte de
Sión.
Tú, la torre de David ceñida de baluarte.
Tú la rosa de Jericó.
Tú el lucero de la mañana entre tinieblas.
Tú, la nube que nos guía a la patria prometida y la columna de fuego que
ilumina las noches de nuestra peregrinación en el desierto de la vida.
La nube fecundante del Carmelo, que puso término a la desolación de la tierra
y la nube ligera que entró en Egipto llevando al Señor, y a su presencia, se
conturbaron los ídolos de Egipto.
Despides fragancia como el cinamomo y el bálsamo aromático. Exhalas suave olor
como mirra escogida. Bálsamo derramado es tu nombre.
Tú eres la madre del amor hermoso y del temor y de la ciencia y de la santa
esperanza.
Los que se guían por ti, no pecarán, y los que te enaltecen obtendrán la vida
eterna.
Tú eres la flor del campo y el lirio de los valles; como azucena entre espinas,
así eres entre las vírgenes.
Toda eres hermosa: no hay defecto alguno en ti.
Huerto cerrado eres; huerto cerrado, fuente sellada.
Hermosa eres y llena de dulzura: bella como la luna, brillante como el sol.
Bendito sea el Señor, Creador del cielo y de la tierra, porque ha hecho tan
célebre tu nombre, que no cesarán jamás de publicar tus alabanzas cuantos
conservaren en los siglos venideros la memoria de los prodigios del Señor.
Bendita tú eres de Dios en todos los tabernáculos, pues en todas las naciones
que oyeron mentar tu nombre, será glorificado por causa de ti el Dios de
Israel, y se hará memoria de ti en toda la serie de los siglos.
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