BREVES SOBRE LA PASIÓN DE CRISTO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La película " La Pasión de Cristo", inspirada en el evangelio de San Juan ha sido criticada por algunos como una masacre llena de horror y sangre, sin embargo, aunque nos cueste aceptarlo, de esa forma sucedieron los hechos. Algunos de ustedes al pasar por estas páginas se habrán encontrado con un regalo; un relato penosísimo de las últimas horas de la pasión de Jesús. El libro fue escrito en 1957, luego de una ardua y seria investigación donde se relata entre otras cosas la pasión de la misma forma como se muestra en la película de Gibson. Si, hay que aclarar que desde el punto de vista cinematográfico hay ciertas imprecisiones con la realidad que no desmerecen para nada la película y que más bien fueron modificadas con un propósito cinematográfico.

 

 

 

 

 

 

    

 

       

  Las escenas que nos parece interesante de comentar son las que viene a continuación, sin embargo más adelante agregaremos otras más.

 

El criado se llevó la mano a la oreja y empezó a gritar. Jesús le cogió fuertemente con una mano y le tocó con la otra el lugar de la herida. La oreja del hombre, que se llamaba Malco (era un siervo del sumo sacerdote), quedó instantáneamente curada.

 

 

La flagelación romana era conocida con el nombre de "media muerte", pues se suponía que a quién se le aplicaba le quedaba poco para expirar. No se utilizaba con otro castigo. También los judíos llamaban a la flagelación la muerte intermedia aunque era mucho menos dura que la de los romanos. La costumbre en Palestina era administrar al prisionero " cuarenta latigazos menos uno". Los aplicaba un verdugo pagado, que con una vara larga y flexible golpeaba al reo trece veces en la parte superior derecha de la espalda, trece en la izquierda, y por fin otras trece en la cintura. El prisionero rara vez moría. La flagelación romana muchas veces era mortal. Era aplicada por un hombre especial, el licor (en Palestina no había ninguno), que empleaba un palo corto, que servía de mango, a cuyo extremo iban varias correas. Al fin de cada una iba cosido un huesecillo o trozo de hierro. Este instrumento era llamado flagelo. La ley no determinaba el número de golpes ni las partes del cuerpo donde se habían de aplicar. A Jesús se le aplicó la flagelación romana.

     

 Después de la flagelación, el verdugo desató las cuerdas que lo sujetaban a la columna, al momento Jesús cayó de la columna al suelo. Estaba inconsciente. El lavar el cuerpo, como ocurrió, no podía considerarse un acto de misericordia, pues devolvía al desgraciado a la conciencia y al sufrimiento. No podía sostenerse en pie si no le sostenían por debajo de los brazos. Así le sostuvieron un rato hasta que le empezaron a volver un poco las fuerzas, entonces le permitieron sentarse en la columna. Poco a poco todo el cuerpo empezó a estremecerse de dolor. Empezó como si fuera una palpitación lenta y sorda, y siguió aumentando hasta que todo el cuerpo temblaba violentamente de agonía.

   El centurión mandó que sacasen "los árboles" del depósito de material. Cuando estuvo todo preparado "los árboles" fueron colocados sobre el hombro derecho de cada uno de los reos. Sólo era la pieza horizontal; la vertical estaba siempre fija en el lugar de las ejecuciones y servía para muchas veces. El travesaño era de madera de ciprés. Su longitud venía a ser algo superior a los dos metros, su grueso unos ocho centímetros. Pesaría quizás unos ocho kilos. En medio tenía una escotadura por la cual se ajustaba al tramo vertical. Allí se fijaba la inscripción y con unos clavos quedaban ambas partes fijas. Cada hombre llevaba a cuesta su travesaño, se ataban ambas manos por las muñecas con una cuerda que dejaba entre ambas una distancia de unos catorce centímetros. El centurión estaba preocupado sólo por Jesús. Los ladrones no habían sido azotados y estaban fuertes, Jesús tenía trabajo en sostenerse en pie, sin tener aún que cargar un leño de ocho kilos (no olvidemos que a parte de los golpes, Jesús se encontraba ya con muchas horas de ayuno).

   El camino desde la fortaleza hasta el Gólgota era casi exactamente mil pasos romanos, novecientos metros. La primera parte del camino era por camino estrecho, no más de tres metros y medio de ancho, ligeramente cuesta hacia arriba, y luego en rápida bajada hacia el valle. Toda esta área llena de casas y tiendas. Los judíos que estaban viéndole pasar quedaban conmovidos, algunos y, sobre todo las mujeres se cubrían el rostro con las manos y apartaban la vista.

   El Gólgota era una colina rocosa de unos cinco metros de altura, destinada a las ejecuciones, porque allí se erguían tres troncos desnudos hacia el cielo. Algunas veces habían más de tres, pero nunca menos. Eran troncos de ciprés como los que habían llevado los condenados, sólo que habían sido cepillados en la parte superior para que ellos encajasen las escotaduras que llevaban los travesaños. El tronco vertical tenía dos metros. (La Virgen María y San Juan pudieron conversar con Cristo cara a cara y ser partícipes de su dolor, agonía y muerte). A esta cruz la llamaban los romanos "crux humilis" Tenían también otra, mucho más alta, llamada la "crux sublimis", pero se usaba muy rara vez.

   El ejecutor puso el patíbulo detrás de Jesús y cogiéndole del brazo le hizo caer rápidamente de espaldas. En cuanto cayó le ajustaron el leño detrás del cuello, y a cada lado un soldado puso la rodilla en la parte anterior del codo. Una vez comenzado el asunto se llevaba a cabo con rapidez y eficiencia. El ejecutor llevaba un mandil con bolsillos. Se puso en la boca dos clavos de trece centímetros y con la mano palpó la muñeca de Jesús para dar con el pequeño hoyo que tiene. El soldado que estaba arrodillado en la cara interna del codo colocó el antebrazo plano sobre el madero y el verdugo poniendo el clavo en su sitio, justamente donde termina la raya que llaman de la vida, y levantando el martillo  lo descargó con toda su fuerza sobre la cabeza del clavo.

Al pie de la colina, Juan sostenía la cabeza de María contra su pecho, para animarla y para que no pudiese ver la escena. Entre los espectadores muchos volvieron la vista. Algunos sollozaron, otros rezaron en voz alta. Otros se marcharon hacia la Puerta de Gennath.

  Les aconsejamos que entren también a la página  "La Crucifixión", Jesús cuenta algunos detalles de "La Pasión" que no aparecen en los evangelios. (A nuestro pensar, "La Crucifixión" es la página medular de este sitio católico).

 

 

 

 

 

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