LLAMADO DE ATENCIÓN DE JESÚS Y MARÍA:

¿NO PENSÁIS NUNCA EN LOS QUE TANTO SUFREN?

 

 

  María:

  Amados hijos de mi corazón, hoy os vuelvo a repetir el mensaje que os he dado el día 13 de abril de 2011, porque siento que nada habéis cambiado, porque siento que no habéis reflexionado sobre lo que os he dicho y porque os veo seguir por el mismo sendero y no queréis comprender y no veis que día a día os vais yendo más y más rumbo a la inmensa oscuridad:

 1.- Que no tomáis la mano de vuestros hermanos,

2.- Que nada os ha importado de lo que os he dicho, que no pensáis ni siquiera unos minutos de vuestras vidas en todos aquellos que tanto sufren.

 

 Muchos de vosotros os llamáis cristianos y dicen que siguen tras los pasos de mi amado Hijo, vienen a mi morada, y qué hacéis, amados hijitos, para ayudar y para unirse, para salvar vuestro mundo y vuestras vidas y no hacerme sufrir más ni a mí ni a vuestro Padre.

 

  No podéis comprender cuando os digo del dolor que siento en mi corazón que es muy profundo y es continuo, que la daga se va incrustando cada minuto más y más igual que las lágrimas que parten de mis ojos recorriendo mis mejillas, es el dolor de ver a todos mis hijos e hijas en el mundo en el cual vosotros viven: sufriendo, padeciendo en muchos lugares de los distintos continentes, aquellos que sois torturados, perseguidos y sois llevados a la muerte por aquellos que poseéis el poder en las distintas naciones.

  Vosotros sabéis de los millones de mis más pequeñitos que sufren toda clase de necesidades y pasan hambre en el mundo, que no tienen un trozo de pan para llevar a sus bocas, que sufren el frío y terribles días de calor en inmensos desiertos que son como inmensas junglas donde a nadie os importa ni el sufrimiento ni el llanto de ninguno de ellos.

  Vosotros sois concientes de la inmensa explotación que cometen con los más pequeñitos y con todos mis hijos e hijas y no os ayudáis, dejáis que sigan muchos hermanos de vosotros engrosando sus arcas con la muerte, el llanto y el dolor que se extiende sobre toda la tierra, y al callar vosotros vuestras voces, estáis permitiendo que os quiten y os roben la inocencia y la niñez a cada uno de ellos.

  Dónde os encontráis muchos de vosotros que tendríais que estar defendiendo a cada uno de mis pequeños:

 ¿ Dónde estáis cuando una madre es perseguida y castigada?

 ¿ Dónde os encontráis cuando aquellos que entregaron sus almas al ángel desterrado le entregan drogas a los más jóvenes sabiendo que os llevan rumbo a un final?

 ¿Dónde os encontráis cuando mis amados ancianitos están revolviendo entre los basurales para conseguir algo para comer?

 

  Y hoy os pregunto a vosotros, aquellos hijos e hijas:

1.- Que vienen a mi morada,

2.- Que confesáis vuestros pecados,

3.- Que reciben el Cuerpo y la Sangre de mi Hijo.

¿Dónde os encontráis los que juraron ser los más fieles seguidores de mi Hijo, aquellos que os golpeáis el pecho, aquellos que tanto necesito en estos momentos para que salgáis a buscar y defender a cada uno de mis pequeños?

 

 Por qué, amados hijos, no lo hacéis, por qué no os ponéis en el sendero todos juntos pero unidos como hermanos que realmente sois?

 ¿Por qué no volvéis a retomar el sendero y como el gran rebaño vais en la búsqueda de la defensa de todos aquellos que son castigados injustamente?

 ¿Por qué en vez de doblar vuestro rostro al dolor que padecen no os miráis a los ojos? Os llenaríais vuestros ojos de lágrimas.

 

 Y os aseguro que os pondríais de rodillas porque en cada uno de ellos encontraríais a través de la mirada a mi Hijo diciéndoles a todos…

 

“Aquí estoy hermanos Míos, por qué me abandonáis, por qué no me dais vuestra mano y caminamos juntos, por qué me rechazáis, no podéis comprender el dolor por el que atraviesa Mi corazón, no podéis entender que en este largo caminar tenemos que estar unidos, que no pueden haber ya más injusticias sobre la tierra ni sometimientos, todos nosotros tenemos el mismo derecho que todos a vivir en armonía, en paz y a vivir basados en el amor, pero el amor de hermanos y hermanas y en la ayuda y en la palabra, no podéis comprender que necesitamos de la palabra, de una caricia, de un encuentro, necesitamos estar unidos bajo la Luz Divina de Mi amado Padre.

 

 Jesús:

 Hermanos Míos:

1.- No abandonéis más a vuestros hermanos, compartid el pan,

2.- Id al encuentro de aquellos que están solos, acompañad en todo momento a los que están enfermos,

3.- Id a hablarles de Mí a aquellos que os encuentran privados de la libertad,

4.- Llevadles Mi Cuerpo y Mi Sangre a aquellos que no pueden venir hasta Mi morada.

 

Yo, hermanos Míos, quiero ir al encuentro, necesito que me llevéis junto a ellos.

 

 Vivid en la total sencillez y sed humildes, vivid en total unidad entre todos vosotros porque en esa unidad encontraréis la luz, esa luz que brilla con toda intensidad derramada a través del mundo es la luz que emana Mi amado Padre y que parte de Mi corazón de Hijo y a través del Espíritu Santo unidos con la Llama del Amor más puro y divino que parte del corazón de Mi Madre, de vuestra Madre y Madre e intercesora de Mi Iglesia frente a Mi amado Padre.

¿Cuándo aprenderéis a vivir en la unidad?

¿Cuándo volveréis a oír Mis palabras?

¿Cuándo prestaréis atención a los mensajes que Mi Madre os da a través de aquellos hijos e hijas que ella ha elegido en los distintos continentes para que volváis al sendero, para que volváis al amor, para que volváis a Mi morada y confeséis frente a Mí vuestros pecados?

 

 Amados hermanos, Yo sé lo que os ocurre, Yo veo lo que cometéis cada uno de vosotros, pero necesito que vengáis hasta Mi morada y de vuestros propios labios me digáis con total arrepentimiento los pecados que habéis cometido para perdonarlos, para abrazarlos con todas Mis fuerzas y para que recibáis a través de las manos de vuestro Pastor, hermano Mío, Mi Cuerpo y Mi sangre y os aseguro que en ese mismo instante vuestro Pastor dejará de ser él para Yo mismo ser el posadero que os daré el Sacramento, que alimentaré vuestros cuerpos y vuestras almas con la luz divina del amor y os llenaré de armonía y paz para que podáis vivir en armonía y en eterna unidad y comunión.

 

 Hermanos Míos:

-  Nada ha de cesar sobre los continentes si vosotros no os arrepienten,

- Nada ha de cambiar si vosotros no os ponéis todos de acuerdo y os dejáis de pelear y discutir, si no apartáis de vuestro andar a aquellos que os quieren llevar por el sendero equivocado.

 

  Volved a Mi morada, volved junto a vuestros Pastores, volved a oír y cuidad de quien está en el lugar de PEDRO, EL PAPA, o no os dais cuenta en la inmensa soledad que tiene que transcurrir sus días.

 Os ruego la unidad de todos y que escuchéis la voz de Mi Madre, que os dejéis de poner en jueces y que dejéis de atacar a otros hermanos vuestros porque piensan distinto, Yo os ruego que habléis y que comprendáis que a través de la palabra, que a través del amor y en eterna unidad iréis juntos rumbo al gran encuentro, y entonces veréis renacer un nuevo mundo, un nuevo día, un día que estará iluminado por la luz divina del amor.”

 

María:

  Hijos míos, os ruego ahora y junto a mi Hijo, como Madre de todos, que ayudéis a vuestros hermanos, que os dejéis de poner muchos de vosotros en jueces porque no lo sois y dejéis a quienes tienen que juzgar el proceder, que no injuriéis más a ninguno de mis hijos e hijas y que no manchéis más, aquellos que lo hacéis, a mi amada Iglesia.

 Os amamos y sólo queremos la unidad de todos los pueblos y naciones, os amamos amados pequeños míos de mi corazón. Os reitero, id al encuentro de vuestros hermanos y tendedles la mano y caminad junto a cada uno de ellos. Amén.

 

 

 

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