NOVENA A SAN EMIGDIO
Obispo y Mártir
Abogado especial contra los temblores de tierra
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Para que la Divina Misericordia nos libre del azote del terremoto por
intercesión del Santo
Método para hacer esta Novena
La disposición más necesaria para conseguir lo que pedimos en esta Novena es
procurar la amistad y gracia divina, purificando de culpas el alma, por medio
del santo Sacramento de la Penitencia, y así el día que se empiece la Novena u
otro de los nueve, se ha de confesar y comulgar para que sea más eficaz nuestra
oración.
El ayuno corporal eleva el alma, dándole alas para que vuele a contemplar las
cosas divinas y con él la oración es muy eficaz y muy buena, y así el que
pudiere ayunar lo hará el viernes o sábado dentro de la Novena, y el que no
pudiere lo conmutará en otra obra de supererogación a arbitrio de su confesor o
padre espiritual.
La limosna libra de la muerte, limpia de culpas y hace que hallemos en Dios
misericordia, y así cuando nos vemos amagados con este azote de su justicia,
buena disposición es la limosna para conseguir la Misericordia Divina, pero el
pobre que no puede hacerla, hará (de consejo de su confesor) otra obra buena.
Estas son las principales obras satisfactorias: Oración, ayuno y limosna, y así
juntando el ayuno y limosna a la oración que se hace en esta Novena, será eficaz
disposición para que Dios airado nos mire con ojos de piedad.
Todos los días de la Novena se ha de visitar el altar o capilla del Santo (donde
la haya), y si no se puede cómodamente, bastará hacer la oración delante de
alguna imagen del Santo, y el que no la tuviere, delante del Santísimo
Sacramento o en su casa en un lugar devoto.
El tiempo más oportuno para hacer esta Novena es cuando haya amenazas de
terremotos, pero fuera de este contratiempo (para alcanzar de Dios que nos libre
de este trabajo) será bien hacerlo todos los años en uno de tres tiempos.
El primer tiempo es para el 5 de agosto, que es el día principal del Santo, por ser el de su glorioso martirio, se puede empezar ocho días antes y concluirlo el día de su dichosa muerte o empezar la víspera y concluir en su octava.
El segundo tiempo es para el 12 de marzo, que es el día de la Invención de su sagrado cuerpo.
El tercer tiempo es para el 12 de abril, que es el día de su solemne Traslación.
Todos los días se hace memoria de alguna especial obra virtuosa que el Santo
hizo en su vida, pidiendo al Señor que nos dé auxilios para imitar sus ejemplos,
a más de suplicarle que por su intercesión nos libre de terremotos.
El que tuviere alguna necesidad especial también puede hacer la Novena para este
fin, que para todas las necesidades es poderoso San Emigdio con Dios, teniendo
gran confianza que (si le conviene) alcanzará lo que desea.
Al fin de la oración que se pone para todos los días, se rezará un Credo en
reverencia de la Pasión de Cristo (en cuya santísima muerte tembló la tierra con
terremotos, y a cuya vista le confesaron por Hijo de Dios algunos) y en memoria
de la confesión de la fe, que hizo San Emigdio cuando de gentil pasó a
cristiano.
Después, para cada día, se ponen dos oraciones; una al Santo, para que nos
alcance del Señor auxilios para imitar sus ejemplos; otra a nuestro Señor, para
que por los méritos del Santo nos conceda lo que le pedimos, y después de esta
última oración se rezarán tres veces el Padre nuestro, el Ave María y el Gloria,
luego se encuentran los Gozos al Santo con la antífona y oración propia de su
oficio, con que celebran su fiesta en Nápoles y demás ciudades donde es patrón y
al fin de todo esto, está la Bendición de San Emigdio y la Invocación contra la
peste, guerra, rayos, temblores.
Y el que no supiere leer o no pudiere asistir cuando otros leen la Novena,
bastará que rece el Credo y los Padre nuestro, Ave María y Gloria indicados, en
veneración del Santo, solicitando su amoroso y eficaz patrocinio.
NOVENA A SAN EMIGDIO
Obispo y Mártir
Abogado especial contra los temblores de tierra
Colocarse de rodillas ante el altar o imagen del Santo
Por la Señal de
la Santa Cruz
Acto de
contrición
Señor mío
Jesucristo, Verdad Eterna, creo en ti. Misericordia infinita en ti espero.
Bondad suma, yo te amo con todo mi corazón, cuerpo y alma, potencias y sentidos.
Por ser tú mi Padre, mi Señor y mi Dios, infinitamente bueno y digno de ser
amado sobre todas las cosas, me pesa hacerte ofendido, solo por ser quien eres.
Te doy palabra de nunca más ofenderte, propongo morir antes que pecar, y espero
en tu suma bondad y misericordia, me perdonarás, me darás gracia para enmendarme
y me comunicarás tu amor y la perseverancia en el bien hasta la muerte. Amén.
Memoria sobre el
Santo correspondiente a cada día de la novena
Primer día
Este día se hace memoria de cómo siendo San Emigdio, hijo de padres gentiles,
criado y educado en sus errores, a los veintitrés años de edad (cuando excedía a
los mayores filósofos en sabiduría) de una conversación que tuvo con unos
cristianos, gente sencilla, en que trataron de la Religión cristiana, se movió a
dejar la idolatría y abrazar la Santa Fe Católica, y luego entró a ser
catecúmeno, posponiendo las razones de su ingenio soberano a la luz e
inspiración del cielo.
Segundo día
En este día se hace memoria de cómo San Emigdio recibió el santo Bautismo, y
dejando del todo la vana sabiduría que había aprendido de los idólatras, se dio
todo al estudio de las Divinas Escrituras y tuvo tal gracia en enseñar la
Doctrina Cristiana que a una voz le llamaban los cristianos: Vaso de elección y
habitación del Espíritu Santo.
Tercer día
En este día se hace memoria de cómo habiendo sabido los padres del Santo que
había recibido el sagrado bautismo, procuraron que dejase la fe católica con
amenazas y promesas, nacidas de dolor y rabia, porque había dejado la idolatría.
Más el Santo, por el contrario, con razones fortísimas procuró convertir a sus
padres a la fe católica.
Colérico su padre le interrumpió las razones y con violencia le llevó al templo
de Júpiter, acompañado e innumerables gentiles, donde le amenazaron con
tormentos y muerte si no volvía a la adoración de sus falsos dioses.
En tan apretado lance levantó los ojos al cielo, el valeroso joven, y pidió a
Dios que clarificase su santo Nombre; y al punto se movió un terrible terremoto,
que arruinó al templo y al ídolo; y de los idólatras (los que quedaron vivos)
quedaron atónitos y espantados, y pasando Emigdio por medio de ellos, sin
hacerle, sus enemigos, daño alguno, se fue en paz a su albergue con muchos
cristianos.
Cuarto día
En este día se hace memoria de cómo un Ángel del cielo avisó al Santo que era
Voluntad Divina que dejase su tierra y partiese a Italia a predicar la Palabra
Divina, levantando la voz como trompeta, asegurándole que en Italia se le
preparaba el premio y eterna corona.
Obedeció puntual San Emigdio a la voz del cielo. Llegó a Milán, donde estuvo
tres años y dónde le ordenó de sacerdote San Materno, obispo de aquella ciudad;
y empezó con tanto fervor y fruto el oficio evangélico de la predicación que
convirtió a muchos infieles a la santa fe.
Quinto día
En este día se hace memoria, de cómo llegó a Roma San Emigdio y obró en ella
muchos y estupendos milagros, sanando enfermos desahuciados, y dando vista a
ciegos, de lo que se movieron muchos infieles a recibir la fe de Cristo.
A la fama de tantos milagros dijeron los gentiles que Emigdio era el dios de la
medicina, llamado Esculapio, cuyo ídolo adoraban ellos en un templo; y como a
tal, le quisieron tributar inciensos a Emigdio.
Más el Santo los desengañó, diciéndoles, que en virtud de Jesucristo sanaba los
enfermos; e hizo que le trajesen los muchos que no había podido curar el ídolo;
y el Santo con una breve oración los curó a todos, y avista de este portento,
recibieron el Bautismo mil treinta hombres, con otros muchos niños y mujeres; y
el Santo, por su propia mano, echó al ídolo en el río Tíber.
Sexto día
En este día se hace memoria de cómo San Marcelo Papa, movido de las virtudes y
milagros de San Emigdio, lo consagró obispo de Asculi.
Partiendo a su residencia pasó por la Marca de Ancona, y al llegar a la ciudad
de Pittino, que era idólatra, y también a la Fermo, se movió un terrible
terremoto, de que se valió el Santo para convertir aquellas ciudades a la fe de
Cristo, como lo consiguió, obrando muchos milagros en bien de las almas y
cuerpos, con tanto fervor de los convertidos que ellos, por sí mismos,
destruyeron los templos de los ídolos; y el Santo, en su lugar, edificó otros,
donde el verdadero Dios fuese adorado.
Séptimo día
En este día se hace memora de cómo el Santo llegó a Asculi, la principal ciudad
del Piceno, donde eran adorados los ídolos, y de donde le creó obispo San
Marcelo, para que con su predicación apostólica dejase la idolatría.
Para alcanzar esta victoria hizo temblar la tierra, de modo que se arruinaron
veintidós templos de gentiles; y los demonios que hablaban en los ídolos, dieron
grandes aullidos, porque les quitaba Emigdio su reinado.
Así sucedió, porque aterrados con el terremoto, los paganos, y admirados de sus
milagros en curar paralíticos y otros enfermos con la sola señal de la Cruz, se
convirtieron muchos a la fe, que invocando el dulcísimo Nombre de Jesús,
maldecían a los ídolos.
Y porque cada día se aumentaba el número de los convertidos hizo fuera de la
ciudad un secreto oratorio en una cueva, donde se pudieran refugiar los
cristianos de la persecución, que ya les amenazaba.
Octavo día
En este día se hace memoria de cómo llevado el Santo a la presencia del tirano
Polimio (que como presidente en Asculi por los emperadores Diocleciano y
Maximiano, perseguía los cristianos), fue reprehendido por los muchos idólatras
que había convertido a la fe de Cristo, y procuró el tirano que el santo adorase
a los ídolos, prometiéndole, si lo hacía, grandes premios; y entre otros, que le
daría por esposa a su hija llamada Polisia, noble, rica, discreta y muy perita
en las lenguas griega y latina; y que si no hacía esto, habría de padecer
gravísimos tormentos.
Más el Santo no hizo caso de sus amenazas ni promesas, y constantemente confesó
la fe católica.
No obstante esta constancia, con astucia diabólica hizo el tirano introducir a
San Emigdio al retrete de su hija, para que al ver su hermosura y gentileza se
prendase de sus gracias y renunciase a la fe católica.
Pero sucedió al contrario, porque a breves razones que propuso Emigdio a Polisia
para hacerle creíbles los testimonios de nuestra religión cristiana, se dio por
vencida la sabiduría de Polisia y abrazó nuestra fe católica y al fin murió
santa.
Noveno día
Este día se corona el novenario con la memoria del glorioso Martirio de San
Emigdio.
Rabioso el presidente Polimio de que el santo hubiese convertido a su hija
Polisia a la fe católica, en vez de haber reducido su hija la Santo a la
idolatría, le mandó a cortar la cabeza, la que tomando en sus manos el Santo
(Como el Areopagita y San Lamberto), la llevó un tercio de legua, hasta llegando
al oratorio que había edificado en la cueva fuera de la ciudad de Asculi, dio su
espíritu al Señor a los 30 años de edad y 7 de su admirable conversión, el 5 de
agosto de l año 309 del nacimiento de Cristo.
Oración para
todos los días de la novena
Dulcísimo Jesús, clementísimo Redentor de nuestras almas, que muriendo en una
cruz trajiste todas las cosas a ti, cuando toda la máquina del orbe en
terremotos, y las piedras con sus quebrantos movieron a muchos judíos a que te
confesasen Hijo de Dios; concédenos Señor, auxilios eficaces que ablanden la
dureza de nuestros corazones, para que verdaderamente contritos lloremos
nuestros pecados y no volvamos a crucificarte otra vez con ellos.
Y cuando enojado contra nuestras culpas, hagas temblar la tierra con solo
mirarla, usa la piedad con los que tememos tu justa ira que conmueve los
fundamentos de la tierra, y experimentemos tu amorosa clemencia que piadosamente
los sana.
Como te lo suplicamos, así lo esperamos conseguir de tu piedad infinita, por las
entrañas de misericordia con que descendiste del cielo a la tierra. Amén.
Rezar un Credo
Acto de Fe y
Caridad para todos los días de la novena
Creo en Dios Padre, creo en Dios Hijo, creo en Dios espíritu Santo y creo en el
misterio e la Santísima Trinidad y en aquello que cree y confiesa la Santa
Iglesia Católica Romana, porque es gusto de Dios.
Quisiera, Señor, haberte amado y amarte ahora por todos los instantes de la
eternidad, y que todos los hombres y Ángeles te amaran (si fuera posible) como
tú te amas a ti.
Échanos, Señor, tu santa bendición y sea la del Padre, la del Hijo y la del
Espíritu Santo. Amén.
Afectos y
Deprecación al Santo correspondiente a cada día de la novena
Primer día
Gloriosísimo Obispo y Mártir San Emigdio, que entre las espinas crueles de la
gentilidad saliste azucena agradable a los ojos de Dios.
Alcánzanos de su Majestad gracia para los que nacimos azucenas en el paraíso de
la Iglesia, no nos convirtamos en espinas que ofendan a su Majestad Soberana.
Por aquella docilidad con que te rendiste a las razones sencillas se los que te
propusieron la Santa Fe Católica, y dejaste las sofísticas de la sabiduría
mundana con que resplandecías entre los idólatras, consíguenos del Señor un
corazón dócil y obedientes a sus santas inspiraciones, un corazón humilde que se
rinda a la verdad y no la impugne y, finalmente, perfecto conocimiento de que es
necedad delante de Dios la sabiduría de este mundo; para que imitándote en
estos, tus primero y maravillosos ejemplos, te tengamos propicio para que nos
defiendas en las calamidades de los terremotos, y logremos, por tu intercesión,
lo demás que pedimos en este Novenario, como lo esperamos de tu gran caridad.
Amén.
Segundo día
Generoso soldado de Cristo, que despreciando el cíngulo militar a que te tenía
destinado tu padre gentil, elegiste ser más militar bajo las banderas de Cristo
que bajo los estandartes del emperador terreno, elegiste más ser abatido en la
casa de Dios que ensalzado en los palacios del rey gentil; digno por esto, Santo
mío, de que te llamasen los cristianos Vaso de Elección y Habitación del
Espíritu Santo.
Alcánzanos de su Divina Majestad, que los que fuimos como tú, del número de los
llamados, seamos como tú, del número de los escogidos.
Y por aquel santo celo con que, arrimados los libros profanos, te aplicaste a
aprender y enseñar las verdades católicas, consíguenos de Dios que pongamos
nuestro consuelo en leer santos libros, libros devotos y vidas de santos, que
nos inflamen la voluntad en amor divino con sus ejemplos, y en lugar de leer
libros de caballerías u otras profanas historias, que empleemos el tiempo en
enseñar la Doctrina Cristiana a los de nuestra familia, para que cumpliendo con
esta obligación, nos hagamos dignos de conseguir por tu intercesión los que
pedimos en esta Novena, como lo esperamos de tu piedad amorosa. Amén.
Tercer día
Fidelísimo discípulo del más Divino Maestro (Bien mereces este glorioso nombre,
pues tan generosamente aborreciste a tus padres), esforzado guerrero de la
Milicia Cristiana (No hay voces para celebrar tu invicta constancia y
fortaleza).
¡Oh!, qué bien fundada estaba tu fe sobre la más firme piedra, pues ni la vida
ni la muerte, ni criatura alguna te pudo apartar del amor del Cristo ni volver a
las pompas del demonio, a las que renunciaste en el Bautismo.
Todos, Santo mío, te damos el parabién de tu triunfo, y nos alegramos de que a
los primeros pasos de tu conversión pudieses tanto para con el Padre Celestial,
que en fuerza de tu humilde oración clarificase su nombre santo, arruinando el
templo de los ídolos y atemorizando a los idólatras con aquel terrible temblor
de tierra.
Y pues de esta acción tan gloriosa te señaló el Señor como por árbitro para
conmover la tierra y como plenipotenciario para aquietarla, pues se movió esta
vez a los ecos de tu voz, y en otras muchas después se aquietó al imperio de tu
voluntad.
Alcánzanos de su Majestad Santísima que se quiete la tierra cuando la conmueva
el furor de su ira divina y para hacernos dignos de esta misericordia que nos dé
auxilios para aborrecer con santo odio a padres, hermanos, amigos y malas
compañías que nos quisieren apartar de su divina amistad y gracia.
Así lo esperamos conseguir por tu poderosa intercesión. Amén.
Cuarto día
Obedientísimo Emigdio, que como fiel hijo de Abraham dejaste tu tierra,
parientes y la casa de tu padre, obedeciendo a la voz del Ángel tan puntual,
como Abraham a la de Dios.
Justamente te premia su Majestad Soberana tan pronta obediencia, eligiéndote por
trompeta evangélica que anuncie a los idólatras los misterios de su Santa Fe
Católica, dignamente te prepara la corona de tus fatigas en Italia, elevándote a
la alta dignidad del sacerdocio y haciéndote instrumento divinode la conversión
de innumerables paganos.
Por estas bendiciones, Santo mío, con que te premió el cielo, engrandeciéndote
más que a Abraham en los innumerables hijos que por la predicación del Evangelio
engendraste en Cristo, alabamos al Señor, y a ti te damos el parabién,
suplicándote que nos consigas de su Majestad un corazón aparejado para lo
próspero y para lo adverso, tomándolo todo como venido de su divina mano con
total conformidad en su voluntad santísima: una ciega y pronta obediencia a sus
divinos mandatos, a los de nuestros superiores y a los que honró con hacerlos
del linaje escogido del Real Sacerdocio, para anunciar las grandezas de aquel
que de las tinieblas llama a su admirable luz.
Alcánzales auxilios para celebrar dignamente tan altos misterios y celo de la
conversión de las almas, ayudando a que reciban las divinas luces los que están
en tinieblas y sombra de muerte.
Así lo confiamos de tu gran caridad, como lo demás que en esta Novena pedimos.
Amén.
Quinto día
¡Oh piadosísimo Emigdio!, médico soberano de almas y cuerpos, más poderoso y
experto que la mentida deidad de Esculapio.
En buena hora seas venerado como instrumento del poder divino, pues sabes dar
vista a ciegos en el cuerpo para alumbrar las ceguedades del espíritu; sabes
curar enfermedades corporales para sanar las espirituales.
Todos nos alegramos de que por estos medios sea Dios ensalzado y su Santo Nombre
conocido, tú venerado y los ídolos destruidos, y te suplicamos que, pues por el
ardiente celo que tuviste de la gloria de Dios y de la salud de las almas, te
concedió su Majestad el obrar tantas maravillas para alumbrar a los infieles con
ellas y traerlos a la Santa Fe Católica, a los que ya somos fieles nos libres de
la ceguedad de nuestras pasiones y de todas las enfermedades espirituales.
Por aquella humildad con que rehusaste los inciensos, con que te querían adorar
como divino a vista de tus portentos, cura nuestra hinchada soberbia y has que
huyamos las lisonjas y honras vanas del mundo y sólo busquemos la honra y gloria
de Dios en lo bueno que hiciéremos y, finalmente, alcánzanos auxilios para
desarraigar de nuestros corazones los demás vicios capitales que son las
enfermedades más peligrosas y lo demás que deseamos conseguir por medio de esta
Novena. Amén.
Sexto día
¡Oh vigilantísimo pastor del rebaño de Cristo!, que por la humildad profunda con
que rehusabas las honras te juzgó San Marcelo digno de ser exaltado a la
dignidad de Obispo.
¡Oh qué bien cumpliste con este ministerio apostólico!, aunque por tus pocos
años te parecía que no sabías hablar.
Bendito sea el Señor, que con la potestad espiritual te dio valor para arrancar
y destruir, para edificar y plantar, pues os terremotos con que prevenías tu
predicación apostólica, si destruían templos a la idolatría, plantaban y
edificaban templos a la Fe Católica.
Por este santo celo que tenías de la conversión de las almas y dilatación de la
fe Católica, te suplicamos que los amagos de la ira divina cuando tiembla la
tierra nos sirvan para nuestra edificación y no para nuestra destrucción,
moviéndonos a arrojar de los templos vivos de nuestras almas los ídolos de
nuestras aficiones perversas y a plantar en ellas las virtudes, y logrado este
fruto en los temblores de tierra, quede luego, por tu intercesión, quieta y
pacífica.
Así lo esperamos de tu gran caridad. Amén.
Séptimo día
¡Oh fortísimo guerrero de Cristo y milagroso ingeniero para derribar los muros
del gentilismo!, que supiste desarmar a aquel fuerte armado y quitarle sus
despojos para consagrarlos al cielo.
Todos, Santo mío, nos alegramos de tus trofeos y alabamos tu ingeniosa traza,
traza verdaderamente amorosa, con que minabas la tierra, para que bambaneando su
pesada máquina por el temor y temblor, entrase la luz de Fe a la gentilidad,
fuese adorada la Santa Cruz, santificando el Nombre de Dios e invocando el
dulcísimo de Jesús.
Y pues con estas armas triunfante del infierno y ahuyentaste los demonios, has
que nosotros con las mismas nos libremos de sus tentaciones y asechanzas, y no
reine ya, jamás, en nuestras almas por la culpa, para que cuando los temblores
de tierra nos avisen de la indignación divina, estemos seguros en tu protección,
que la sabrás aquietar con el mismo ingenio amoroso que la sabes conmover.
Así lo esperamos de tu gran caridad. Amén.
Octavo día
¡Oh invicto confesor de la Fe y Ángel de carne mortal!
Toda alabanza es corta para celebrar tu angelical pureza pues no solo no te
rendiste a las persuasivas amorosas de aquella hermosura que con caricias y
lisonjas te halagaba a que (dejada la Fe de Cristo) gozases de las delicias de
su tálamo, sino que, con raro ejemplo, vencidas las razones de su sabiduría y
despreciados los afectos de su voluntad enamorada, la sacaste de las tinieblas
de la idolatría y la trajiste a las luces de la Fe Católica.
Bendito sea eternamente el Señor, que por tu medio, de las tinieblas saca la
luz, y te dio tanta constancia para confesar la Fe, y tanta gracia para
convertir la gentilidad.
Y pues tanto agradaste al Señor en estas acciones tan heroicas, alcánzanos de su
Majestad Santísima, gran fortaleza para mantenernos firmes en la fe y para ser
Nizetas en la castidad, convirtiendo al amor de Dios a los que nos la quisieron
violar.
Así lo confiamos de tu intercesión. Amén.
Noveno día
Ya, invicto Mártir de la constancia, gozas el premio de tus peleas.
Ya, insigne propagador de la Fe Católica, descansas de tus fatigas.
Ya, taumaturgo de prodigios, triunfas ufano en los cielos, y ya, infatigable
trompeta evangélica, cantas con los Ángeles la victoria, entonando eternamente
las misericordias divinas.
Sea en hora buena, Santo mío, que goces para siempre esa felicidad eterna.
¡Oh!, qué momentáneo te parecerá y qué leve el peso de las tribulaciones que
padeciste en este mundo, comparado con las eternas dichas que gozas en el cielo.
Dichosos trabajos, que tal premio te han merecido.
Dichosos desvelos en tu pastoral oficio.
Dichosos celo de la salud de las almas.
Y dichosas fatigas en la predicación evangélica tan felizmente coronadas.
Y pues que por hallarte en tan alta esfera no has olvidado a los miserables que
gemimos en este valle de lágrimas; antes bien, aquella grande e ingeniosa
caridad que tuviste en esta vida, la tienes mucho más perfecta en esa visión
beatífica.
Consíguenos del Señor, con tu intercesión poderosa (por los méritos de tu
ardiente celo y generoso martirio, en que tomando la cabeza en las manos, diste
a entender que estabas aparejado a dar más veces la vida por Cristo), pues,
auxilios para arrancar de nuestras almas los malos hábitos y librarlas de la
esclavitud de los vicios, y en la hora de nuestra muerte ser fortalecidos con la
gracia de los santos Sacramentos, con los cuales ayudados en trance tan
peligroso, logremos la dicha de pasar a ver claramente la divina faz, y en tu
compañía amarla, bendecirla y alabarla eternamente en su gloria. Amén.
Rezar tres Padre nuestro, tres Ave María y tres Gloria (cada día)
Oración a Dios
correspondiente a cada día la novena
Primer día
Padre Soberano de las divinas luces y Señor de cielos y tierra, te damos
rendidas gracias porque revelaste a tu dócil y humilde siervo Emigdio lo que
escondiste a los arrogantes y soberbios, dándole luz para conocer que se deben
creer y son muy creíbles tus testimonios y verdades; y para que dejadas las
razones vanas de la sabiduría de los idólatras, se rindiese a las de tu Eterna
Sabiduría y recibiese la fe católica, abjurando de la idolatría.
Por esta docilidad y prontitud con que respondió a tu divina inspiración
recibiendo tu santa fe, y por los grandes méritos con que después te sirvió, te
suplicamos, Señor, que nos confirmes en tu santa fe, con una fe firmísima, una
fe formada y acompañada de buenas obras, y nos des luces e inspiraciones
soberanas para conocer cuál sea tu voluntad agradable y perfecta, y cumplirla
hasta el fin de nuestra vida; y juntamente (para mayor gloria tuya) danos,
Señor, lo que te pedimos e esta novena, si conviene para la salvación de
nuestras almas. Amén.
Segundo día
Señor Dios nuestro, misericordioso y justo, que con inescrutable providencia a
unos llamas a las luces de la fe por gracia, y a otros dejas en las tinieblas de
la infidelidad por justicia; a unos destinas para vasos de honra y a otros para
vasos de contumelia.
Humildemente te suplicamos, Señor, por los méritos de tu amigo y siervo San
Emigdio, a quien tu Divina Gracia hizo vaso de elección, que nos mires con ojos
de misericordia, y pues fuimos del número de los llamados por tu gracia, nos des
auxilios eficaces para que, con buenas obras, hagamos cierta nuestra elección
para la gloria; y asimismo el favor que pedimos en esta novena, si conviene a
gloria tuya y salvación de nuestras almas. Amén.
Tercer día
Omnipotente Señor de cielos y tierra, que la fundaste sobre su estabilidad y
firmeza, y para clarificar tu Nombre Santo, a ruegos de tu siervo San Emigdio,
armaste a esta criatura para venganza de sus enemigos y para que pelease en
defensa de tu honor contra los gentiles insensatos.
Te suplicamos, Señor, por los méritos de este poderoso abogado nuestro, que
conviertas benigno los terrores de tu ira divina cuando tiembla la tierra en
remedios de salud humana, para que los que somos de tierra y nos hemos de volver
en tierra, tengamos el gozo de tener nuestra conversación en los cielos,
apartándonos de las pompas del mundo y del demonio, como prometimos en el santo
Bautismo. Amén.
Cuarto día
Soberano Señor, justo remunerador de nuestras obras, que a tu siervo San Emigdio
premiaste su pronta obediencia a sus mandatos con soberanas honras en esta vida,
guardándole para la eterna la corona de Justicia.
Concédenos, Señor, por sus ruegos y méritos, que imitándole en esta vida en el
celo de la conversión de las almas y en hacer en todo tu voluntad santísima,
seamos con él coronados en la gloria para cantar en su compañía eternamente tus
misericordias divinas, y el favor especial que pedimos en esta novena, si
conviene para la salvación de nuestras almas. Amén.
Quinto día
Altísimo Señor y Dios Eterno, que resistes a los soberbios y das tu gracia a los
humildes, infinitas gracias te damos por la singular gracia de curar enfermos
con que premiaste la heroica humildad de tu siervo San Emigdio, que solo buscaba
la gloria de tu Santo Nombre, convirtiendo con sus milagros a los infieles.
Te suplicamos, Señor, que por sus ruegos y méritos, nos concedas un celo
ardiente de tu honra y gloria, y una humildad profunda, parea no buscar los
aplausos y honras vanas del mundo en las buenas obras que hiciéremos, y lo demás
que te pedimos en esta novena por su medio, para gloria tuya y bien de nuestras
almas. Amén.
Sexto día
Omnipotente y misericordioso Dios nuestro, que iluminas a todo hombre que viene
a este mundo, y que por medio de tu fiel ministro San Emigdio, moviendo
terremotos, recibieron la luz del Evangelio innumerables paganos.
Mira, Señor, con ojos de piedad a los que ya gozamos de la luz de la fe, y
cuando la tierra con temblores amenazare castigar nuestras maldades, tú, Señor,
que castigando sanas y perdonando conservas, has que quede firme para que
conozcan todos los corazones mortales que de tu justa iras les viene este azote
y de tu clemencia viene el que cese.
Favor que esperamos de tu infinita piedad por los méritos y ruegos de tu siervo
San Emigdio, que tanto trabajó por la gloria de tu Santísimo Nombre, que sea
alabado eternamente. Amén.
Séptimo día
Fortísimo y suavísimo Señor Dios nuestro, que con providencia admirable
mortificas y vivificas a los que quieres traer a ti.
Gracias te damos por el poder soberano e ingenioso que diste a u siervo San
Emigdio, para destruir las fuerzas del infierno y arruinar los templos de los
ídolos, moviendo temblores de tierra, que dispusieron a los idólatras a recibir
tu santa fe.
Por esta ingeniosa caridad con que suavemente traías a los gentiles a tu
conocimiento, te suplicamos, Señor, que nos llenes del espíritu de tu santo
temor para no provocar a tu Divina Justicia con nuestras culpas, sino que,
perseverando siempre en tu gracia, nos hagamos dignos de experimentar siempre
las dulzuras de tu misericordia. Amén.
Octavo día
Dios y Señor, amador de la pureza y castidad, ayúdanos con especial gracia para
conseguir este soberano don, que nadie lo tiene si tú no lo das, y para esto
danos tal aborrecimiento a la torpeza, cuya fealdad oscurece la razón, que antes
padezcamos la muerte que quebrantemos tu santa ley en pensamientos, palabras u
obras contra la virtud de la castidad.
Mira, Señor, los méritos de tu fiel siervo San Emigdio en esta virtud, y por su
intercesión danos auxilios para apartarnos de todas las ocasiones de torpeza, y
que cada uno conserve la virtud de la castidad según su estado.
Así lo esperamos de tu clemencia infinita, que sea eternamente alabada. Amén.
Noveno día
Soberano Rey de la gloria y Señor de las virtudes, Rey de reyes y Señor de
señores, Corona de los justos y Gloria de los Ángeles y bienaventurados, con
humilde rendimiento te damos gracias por todos los dones naturales y
sobrenaturales, con que adornaste a tu fiel siervo y valeroso soldado San
Emigdio en esta vida.
Bendita sea eternamente tu magnificencia soberana, pues, tú Señor, das la gracia
y la gloria.
Tú, por breves y momentáneos servicios, que en solo siete años que vivió en tu
santa fe, te hizo San Emigdio, ayudado de tu gracia, le coronaste con eterno
peso de gloria.
Tú, en breve, le hiciste varón consumado, llenando en pocos años los que otros
en muy largo tiempo, y esmaltaste los heroicos méritos de sus pocos años con la
aureola gloriosa del martirio.
Te suplicamos, pues, Señor, por tus gloriosos méritos y por la singular
demostración que hizo de tomar su cabeza en sus manos, después que la cortó de
su cuello el verdugo, como significando que estaba pronto a morir muchas veces
más en defensa de tu santa fe, que nos asistas con tu Divina Gracia para perder
mil veces la vida, antes que ofenderte con culpa mortal, y que vivamos tan
atentos a agradarte, como San Emigdio vivió, pues en solo treinta años de edad,
condenó la larga vida del pecador, para que viviendo así, nos hagamos dignos de
su protección en todos nuestros conflictos, especialmente en los más terribles,
que son los de los terremotos, en que (cogiendo de improviso) peligran almas y
cuerpo.
Y finalmente te pedimos que cuando llegue la hora de nuestra muerte nos halle en
nuestro sano juicio y advertencia, para salir de esta vida armados de los santos
Sacramentos de la Iglesia; y así logremos la perseverancia final en tu divina
gracia, para cantar en su compañía tus divinas misericordias eternamente en la
gloria. Amén.
GOZOS A SAN
EMIGDIO
Pues eres arco celestial, Emigdio en los terremotos
Guarda a tus devotos en tiempo de tanto mal.
Treveris te dio al mundo en la Alemania famosa
La fe y la Iglesia esposa en virtudes muy fecundo,
En milagros sin segundo, en portentos sin igual
Guarda a tus devotos en tiempo de tanto mal.
Nacido en el gentilismo y educado entre paganos
Te pasaste a los cristianos renaciendo en el Bautismo
Mucho sintió el paganismo mudanza tan especial
Guarda a tus devotos en tiempo de tanto mal.
Los gentiles con terrores así te quisieron volver
Más los hiciste temer con celestiales fulgores
Cuando la tierra en temblores ostentó ser tribunal
Guarda a tus devotos en tiempo de tanto mal.
El que vaso te escogió para salud de la gente
A dejar tierra y parientes, por Ángel te avisó
Y al sacerdocio elevó tu vida angelical
Guarda a tus devotos en tiempo de tanto mal.
Por dios de la medicina los fieles te tuvieron
Cuando adorar pretendieron tu virtud peregrina
De milagros rica mina y en las curas celestial
Guarda a tus devotos en tiempo de tanto mal.
En obispo consagrado los ídolos te temieron
Y sus templos se cayeron en terremoto causado
De ver tu celo airado con báculo pastoral
Guarda a tus devotos en tiempo de tanto mal.
Ingenioso tu celo sabía minar la tierra
Y con este ardid de guerra echar ídolos al suelo
Con esta traza del cielo dabas la vida inmortal
Guarda a tus devotos en tiempo de tanto mal.
Así a la fe convertiste a innumerables paganos
Y así a muchos cristianos en la fe fortaleciste
Y con portentos que hiciste diste salud corporal
Guarda a tus devotos en tiempo de tanto mal.
Mancos, ciegos y tullidos encuentran en ti remedio
Pues eres poderoso medio para amparar afligidos
Sus males envejecidos pierden su fuerza mortal
Guarda a tus devotos en tiempo de tanto mal.
De tu pureza la flor el tirano quiso ajar
Pero llegaste a lograr diese de clavel olor
Tu triunfo fue mayor que su poder infernal
Guarda a tus devotos en tiempo de tanto mal.
Con rigor más que inhumano te cortaron la cabeza
Que con bizarra fineza llevaste en tu mano
Prodigio muy soberano y entre todos principal
Guarda a tus devotos en tiempo de tanto mal.
En Nápoles venerado eres con afectos y votos
Patrón contra terremotos con prodigios confirmado
Sé pues también abogado de esta ciudad en general
Guarda a tus devotos en tiempo de tanto mal.
Pues eres arco celestial, Emigdio en los terremotos
Guarda a tus devotos en tiempo de tanto mal.
Oraciones finales
Antífona
Bienaventurado San Emigdio, tus labios han destruido el culto idolátrico.
A ti Cristo te engendró en la fe y fielmente te la conservó.
Tu lucha fue coronada al ser decapitado y tu preciosa sangre adornó tu triunfo.
Jaculatoria
V. La tierra tembló y se aquietó.
R. Mientras nosotros rezamos a san Emigdio
Oremos
Omnipotente y Misericordioso Dios que para destruir la impiedad de los ídolos,
has promovido al bienaventurado Emigdio, para que intercediera ante el temblor
de tierra, y confirmar en la fe a los cristianos, concédenos por su admirable
virtud, librarnos del flagelo del terremoto.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén
BENDICIÓN DE SAN EMIGDIO
Contra terremotos
El Señor te bendiga †y te guarde † te manifieste su agradable rostro y tenga
misericordia de ti, † convierta hacia ti su semblante, te dé paz y salud †.
El Señor bendiga esta casa y a todos los que habitan en ella y los libre del
ímpetu del terremoto, por el Nombre y virtud de Jesús. Amén.
Jesús Nazareno Rey de los Judíos
¡Oh Bienaventurado San Emigdio!
Ruega por nosotros y defiéndenos del ímpetu del terremoto, en el nombre de Jesús
Nazareno. Amén.
INVOCACIÓN CONTRA
LA PESTE, GUERRA, RAYOS, TEMBLORES
La verdadera Sangre de nuestro Señor Jesucristo que solo representado en Egipto,
libró a los israelitas de las manos de los egipcios, nos libre de la peste, de
la guerra, rayos, temblores y de todos nuestros enemigos. Amén.
Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, líbranos, Señor, de todo mal.
Agradecimiento a
Nilda M.
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