Rosario sobre los Misterios Dolorosos

Rosario sobre los misterios dolorosos


 
 Antes de comenzar queremos reflexionar sobre la cruz misma, junto a San Roberto Belarmino:

 "Parece apropiado que deba decir algo de la Cruz misma, que fue el Púlpito del Predicador, altar del Sacerdote Víctima, campo del Combatiente, el taller del que obra maravillas. Los antiguos estaban de acuerdo al decir que la Cruz estaba hecha de tres trozos de madera: uno vertical, a lo largo del cual era puesto el cuerpo del crucificado; uno horizontal, al que estaban sujetas las manos; y el tercero estaba unido a la parte baja de la cruz, sobre el cual descansaban los pies del acusado, pero sujetos por medio de clavos para impedir su movimiento.

 

 Los antiguos Padres de la Iglesia concuerdan con esta opinión, como San Justino  y San Ireneo. Estos autores, más aún, indican claramente que cada pie descansaba en la tabla, y no que un pie estaba puesto encima del otro. Por tanto, se sigue que Cristo fue clavado a la Cruz con cuatro clavos, y no tres, como muchos imaginan, quienes en las pinturas representan a Cristo, clavado a la Cruz con un pie sobre el otro.   

 

  San Agustín  y San Gregorio de Niza  dicen que el madero vertical de la Cruz se proyectaba un poco del madero horizontal. Parecería que el Apóstol insinúa lo mismo, pues en su Carta a los Efesios, San Pablo escribe: «que podáis comprender con todos los santos cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad». Eso es claramente una descripción de la figura de la Cruz, que tenía cuatro extremos: anchura en la parte horizontal, longitud en la parte vertical, altura en aquella parte de la Cruz que sobresalía y se proyectaba de la parte horizontal, y profundidad en la parte que estaba enterrada en la tierra. Nuestro Señor no soportó los tormentos de la Cruz por casualidad, o contra su voluntad, pues Él había escogido este tipo de muerte desde toda la eternidad, como enseña San Agustín  por el testimonio del Apóstol: «Jesús de Nazaret, que fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios, vosotros le matasteis clavándole en la cruz por manos de los impíos» . Y así Cristo, desde el principio de su prédica, dijo a Nicodemo: «Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del Hombre, para que todo el que crea tenga por Él vida eterna» . Muchas veces habló a sus Apóstoles sobre su Cruz, alentándolos a imitarlo a Él: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame» .

 

   Sólo Nuestro Señor sabe la razón que lo indujo a escoger este tipo de muerte. Los santos Padres, sin embargo, han pensado en algunas razones místicas, y las han dejado para nosotros en sus escritos. San Ireneo, dice que las palabras «Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos» fueron escritas sobre aquella parte de la Cruz donde ambos brazos se encuentran, para darnos a entender que las dos naciones, Judíos y Gentiles, que hasta aquel tiempo se habían rechazado una a la otra, fueron luego unidas en un solo cuerpo bajo una sola Cabeza: Cristo.

 

  San Gregorio de Niza, en su sermón sobre la Resurrección, dice que la parte de la Cruz que miraba hacia el cielo manifiesta que el cielo ha de ser abierto por la Cruz como por una llave; que la parte que estaba enterrada en la tierra manifiesta que el infierno fue despojado por Cristo cuando Él descendió ahí; y que los dos brazos de la Cruz que se estiraban hacia el este y el oeste manifiestan la regeneración del mundo entero por la Sangre de Cristo. San Jerónimo, en la Epístola a los Efesios, San Agustín (18), en su Epístola a Honorato, San Bernardo, en el quinto libro de su obra «Sobre la Consideración», enseñan que el misterio principal de la Cruz fue levemente tocado por el Apóstol en las palabras «cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad». El significado primario de estas palabras apunta a los atributos de Dios, la altura significa su poder, la profundidad su sabiduría, la anchura su bondad, la longitud su eternidad.

 

  Hacen referencia también a las virtudes de Cristo en su Pasión: la anchura su caridad, la longitud su paciencia, la altura su obediencia, la profundidad su humildad. Significan, más aún, las virtudes que son necesarias para aquellos que son salvados a través de Cristo. La profundidad de la Cruz significa la fe, la altura la esperanza, la anchura la caridad, la longitud la perseverancia. De esto sacamos que sólo la caridad, la reina de las virtudes, encuentra un sitio en cualquier lugar, en Dios, en Cristo, y en nosotros. De las otras virtudes, algunas son propias a Dios, otras a Cristo, y otras a nosotros.

 

 

 

ROSARIO

 

Por la Señal de la Santa Cruz, líbranos Señor Dios de todos nuestros enemigos, Amén.

Credo.

Acto de Contrición Inicial

Pésame Dios mío y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan amable como Vos y porque con mis pecados, he sido causa de la pasión y muerte de mi Redentor Jesús. Antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente ayudado por tu divina gracia, no pecar más y apartarme de todas las ocasiones de pecado. Jesús mío, <misericordia y perdón. Amén

 

PRIMER MISTERIO

 


1. La oración y agonía de Jesús en el Huerto de Getsemaní.

(Lc. 22,39-44)

«Salió y, como de costumbre, fue al monte de los Olivos, y los discípulos le siguieron. Llegado al lugar y les dijo: "Pedid que no caigáis en tentación". Y se apartó de ellos como un tiro de piedra, y puesto de rodillas oraba diciendo: "Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya". Entonces, se le apareció un ángel venido del cielo que le confortaba. Y sumido en agonía, insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra.»

El Señor sabe que ya ha llegado su hora. Por eso se aleja a un lugar alejado para orar, para dirigir su oración al Padre. En medio del dolor, del sufrimiento ante la muerte, el Señor es consciente de estar respondiendo al Plan del Padre. La lectura bíblica que hemos escuchado y nos narra este momento, nos habla de un ángel del cielo que lo confortaba en medio del dolor. Dios Padre nunca lo abandona.

Un Padre Nuestro

Diez Ave Marías

Un Gloria



SEGUNDO MISTERIO



2. La Flagelación o los cobardes azotes que recibió Nuestro Señor Jesucristo por todos nosotros.

(Jn. 19,1)

«Pilato entonces tomó a Jesús y mandó azotarle.»

El Señor es azotado por los soldados de Pilato. Él es inocente, pero aún así es entregado para ser flagelado. Él asume el dolor y nos enseña a enfrentar los dolores y sufrimientos con visión sobrenatural. De esa manera el dolor se convierte en una ocasión de conformarnos con el Siervo Sufriente.

Un Padre Nuestro

Diez Ave Marías

Un Gloria



 TERCER MISTERIO
 


3. La Coronación de Espinas

(Jn 19, 2)

«Los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le vistieron un manto de púrpura»

El Señor Jesús, fue coronado con espinas. El Señor sufre con paciencia los ultrajes y burlas de los soldados. Por su amorosa obediencia al Padre sufre en su cuerpo las heridas de nuestro pecado para reconciliarnos.

 

Un Padre Nuestro

Diez Ave Marías

Un Gloria

 


CUARTO MISTERIO


4. El camino al Calvario llevando la Cruz

(Jn 19, 16-18)

«Entonces se lo entregó para que fuera crucificado. Tomaron, pues, a Jesús, y él cargando con su cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario, que en hebreo se llama Gólgota, y allí le crucificaron y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio.»

Jesús carga su cruz hasta el Calvario, hasta el lugar donde lo iban a crucificar. En el camino se encuentra con un hombre que es obligado a cargar también la cruz, para ayudarlo. ¿Qué tanto cargamos nuestra cruz, siguiendo los pasos del Señor?, ¿vivimos cotidianamente aquello de "El que no toma su cruz y me sigue no es digno de Mi"?

 Un Padre Nuestro

Diez Ave Marías

Un Gloria


QUINTO MISTERIO
 


5. La Crucifixión y Muerte de Jesús

(Jn. 19, 25-27)

«Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo". Luego dice al discípulo: "Ahí tienes a tu madre". Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.»

El Señor Jesús es obediente hasta la muerte, y una muerte de Cruz. Al pie de la Cruz, está su Madre. En medio del dolor, la alegría del encuentro con la Madre.

 

Un Padre Nuestro

Diez Ave Marías

Un Gloria


La Salve.

 

  Miradme, hijos Míos, miradme Crucificado. Ved lo que parezco, ved si veis en Mí a un hombre o a un ser que no se puede ni reconocer. Miradme, hijos Míos, miradme Crucificado. Soy Jesús, Vuestro Señor y Vuestro Redentor. Pocos Me dais las gracias por haberos abierto las puertas del Cielo. ¡Con cuanto amor os redimí! ¡Con cuanto amor! Mi Madre unió Su amor al Mío y ambos os redimimos con inmenso amor, Ella unida a Mí y Mi Divinidad. Miradme hijos Míos, miradme Crucificado


 

Acto de Contrición Final

Señor mío Jesucristo, que con tu divino y saludable contacto santificaste el madero de la Santísima cruz, para lavar con ella y con tu sangre preciosa, las manchas de mis pecados; me pesa de todo corazón todos los que contra Ti he cometido en mi vida, propongo una y mil veces la enmienda y espero de tu piedad infinita me has de personar. Amén.


 

 

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