ESCÁNDALO:

 CAMINO CIERTO AL FUEGO ETERNO

 

   

                         

Entonces Jesús llama a un niñito, lo coloca en medio de los discípulos, y dice: “Les aseguro que si no cambian y vuelven a ser como niños, no podrán entrar al reino de los cielos. El que se hace pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos, y el que recibe en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe.

Si alguno hace tropezar y caer a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor le sería que le amarrasen al cuello una gran piedra de moler y que lo hundiesen en lo más profundo del océano. (Mt 18, 2-6)

 

Dijo Jesús a sus discípulos: “Es imposible que no haya escándalos y caídas. Pero pobre del que hace caer a los demás. Sería mejor para él que lo echaran al mar con una piedra de molino colgada al cuello, antes que haga caer a uno solo de estos pequeños. (Lc 17, 1-2)

 

Si alguno hace tropezar y caer a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor sería para él que le ataran al cuello una gran piedra de moler y lo echaran al mar (Mc, 9, 42)

 

  Debemos preocuparnos de evitar el escándalo, y cómo este puede provocar la caída del prójimo. Jesús es determinante en este punto: no debemos ser responsable de la tentación y pecado de nuestros semejantes. ¡Cuidado con tentar a los demás! En forma   individual o colectiva. ¡Que daños podemos provocar con un libro, una revista, una película que compramos y prestamos!, la construcción de una página web con fotos pornográficas o si somos provocativos con los demás. A cuantas personas podemos estar confundiendo y tentando. Tomamos todo esto con tanta liviandad, pero eso es producto de nuestra superficialidad, porque son cosas gravísimas a los ojos de Dios, y tendremos que rendir cuentas de ello. Allí solos frente al Padre; con nuestra alma sin cuerpo, sin cerebro que nos ayude a justificar nuestros actos, y Él revisando nuestras vidas, nuestros pecados, nuestras miserias. ¿Y estará Cristo para defendernos? Más aún cuando hemos tentado y quitado la inocencia de algún pequeño. Hemos ensuciado la mente inocente de un niño. Pues, tomemos la piedra más grande de molino que podamos encontrar, amarrémosla  fuertemente al cuello, busquemos la parte más profunda del océano y arrojémonos a él, porque difícil perdón tendremos quienes provoquemos escándalos sobre todos aquellos que escandalicemos a un niño, y por consecuencia pierda la inocencia a causa nuestra.

 

 

 Y si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtatela. Pues es mejor para ti que entres con una sola mano en la Vida, que no con los dos ir a la gehenna, al fuego que no se apaga. Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtatelo, pues es mejor para ti que entres cojo en la Vida que no con los dos pies ser arrojado a la gehenna. Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, sácatelo. Pues es mejor para ti que entres con un solo ojo en el Reino de Dios, que no con los dos ser arrojado al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. Pues el mismo fuego los conservará. (Mc 10 43-47)

 

  Y si esto lo vemos a nuestro alrededor, somos también responsables de no evitarlo. Tenemos nuestra voz para denunciar y gritar, nuestras manos para escribir y pelear, nuestro cuerpo para actuar. Dios no nos quiere pasivos, nos quiere apóstoles de su mensaje. Jamás permitamos que un inocente sea tentado por mayores, sea quien sea. Somos cómplices de aquellos actos que no evitamos. Denunciemos, enfrentemos, defendamos. Es que acaso Jesús fue pasivo  ¿No tuvo ataques de rabia a la salida del templo? Por dar un ejemplo.

 

 No, si no es así. Dios es perdón, y todo lo perdonará. Sigue no más, después te arrepientes y listo.  Falso. Jesús es quien dice que se interpondrá entre el Padre y nosotros, como defensor. Pero pregúntense ustedes si no han seguido su palabra, sus mandamientos ¿Estará Jesús para defenderlos? o se encontrarán solos frente al juicio del Padre y desde allí serán enviados a aquel lugar del cual nunca jamás podrán salir, aquel lugar donde el fuego jamás se apagará porque se alimenta de las propias almas ardientes.

 

 (Esto lo dice Jesús en los evangelios. En alguna aparición de la Virgen hay referencias al momento del juicio de una alma pecadora y como es arrojada a los infiernos sin ella poderlo impedir. Lucia nos dice “El infierno es una realidad. Es un fuego sobrenatural y no físico, y no puede ser comparado al fuego que arde, de madera o de carbón”. Revisen también en estas páginas el caso del alma penitente que deja caer una gota de sudor, provocado por el fuego del purgatorio, en el hermano fraile).

 

 Lo siguiente sobre el Infierno es tomado del Diario de Santa. Faustina, lo cual escribe durante su Retiro anual, en Cracovia, el 20 de octubre de 1936: “Hoy, un Ángel me llevó a los precipicios del Infierno. Es un lugar de grandes torturas. ¡Es impresionante el tamaño y la extensión del sitio! “He aquí los tipos de torturas que vi: La primera tortura en que consiste el Infierno es la pérdida de Dios. La segunda es el remordimiento de conciencia perpetuo. La tercera es saber que esa condición nunca va a cambiar. La cuarta es el fuego que penetrará el alma sin destruirla un sufrimiento terrible, ya que es un fuego puramente espiritual, encendido por la ira de Dios. La quinta tortura es la permanente oscuridad y un terrible hedor que sofoca, y que, a pesar de la oscuridad, los demonios y las almas de los condenados se ven y ven toda la malignidad, tanto propia como de los demás. La sexta tortura es la compañía constante de Satanás. La séptima tortura es la horrible desesperación, el odio a Dios, las palabras horrendas, las maldiciones y las blasfemias.

 “Estas son las torturas que sufren en general todos los condenados, pero éste no es el fin del sufrimiento. Hay torturas especiales destinadas a las almas en particular. Son los tormentos de sus sentidos. Cada alma pasa por sufrimientos terribles e indescriptibles, relacionados con la manera en que han pecado. “Hay cavernas y fosos de tortura en la que cada tipo de agonía es diferente. Yo hubiera muerto con la simple visión de esas torturas, si no hubiera sido porque la omnipotencia de Dios me sostenía. “Que sepa el pecador que será torturado por toda la eternidad en aquellos sentidos que utilizó para pecar. “Estoy escribiendo esto por mandato de Dios, para que ninguna alma pueda excusarse diciendo que no existe el Infierno, o que nadie ha estado allí, y que por tanto no puede saberse cómo es.

 “Yo, la Hermana Faustina, por orden de Dios, he visitado los abismos del Infierno, para poder hablar a las almas sobre esto y para poder dar testimonio de su existencia. He recibido el mandato de Dios de dejarlo por escrito. "Los malvados  los arrojará en el horno ardiente. Allí será el llanto y el rechinar de dientes" (Mt. 13, 42). "Y a ese servidor inútil échenlo en la oscuridad de allá afuera: allí habrá llanto y desesperación" (Mt.25,30). "Malditos: aléjense de Mí, al fuego eterno" (Mt. 25, 41).

  

  No, si el Infierno no existe, es inventado... para enseñarles a los niños el Catecismo y que puedan entender mejor el concepto del mal, quizás con alguna  dosis de sadismo de los curitas de antaño en provocar pánico en los pobres niños. Inventos nada más.

¡Oh no!, si esas creencias son producto de países subdesarrollados, aquí en Europa hemos evolucionado bastante; ya nadie cree en esas cosas (eso lo dijo un sacerdote español). Falso, el infierno existe y es real. Jesús lo dijo en varias oportunidades. Desde allí no se podrá salir jamás. Piensen ustedes que el Padre Pío tuvo que sufrir un pequeño purgatorio (en nuestras páginas está su testimonio). Él que es un santo. ¿Qué queda para nosotros, pecadores? Lean también en nuestras páginas al padre Dolindo sobre el purgatorio, es análogo a lo que nos dice la hermana Faustina (Cristo de la Divina misericordia).

 

 Rechacemos, impidamos, no fomentemos nada que pueda ofender a Dios. Cuidemos de los menores, son las almas preferidas por Él. Pobre de nosotros que corrompamos alguna alma inocente, las almas de los niños, incluso si somos pasivos a tan graves faltas. Cuidémonos de no provocar e incitar al mal, podemos ser responsables también de los pecados de los otros, si los fomentamos, incluso si no los evitamos, seremos duramente juzgados por Dios. No olvidemos que los pecados de omisión son también graves faltas a la ley de Dios. Nuestro Padre nos ha dado cuerpo, utilicémonos para el bien, defendamos a nuestros hermanos (luchemos contra la injusticia) y a Cristo como verdaderos apóstoles. Demos siempre y en todo lugar testimonio de Él, actuando según su palabra. Entonces tendremos un amigo, a nuestro hermano, quien nos protegerá siempre y especialmente en los momentos más difíciles.. No olvidemos a la Santísima Virgen quién también será nuestra abogada. En definitiva, seamos soldados de Cristo y no olvidemos rezar por las almas penitentes (en estas páginas hay bastante material), que muchas se pierden porque nadie reza por ellas (Fátima).

 

 

   

Quien quiera escuchar escuche,

quien quiera entender entienda.

Palabra de Dios.

 

 

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