DIOS PADRE
XI.
ENARBOLAD EL ESTANDARTE DE LA ESPERANZA
   
  
 
 
 
(HABLA DIOS 
PADRE)
Escribe. Mira, Cariño.
Yo, Dios Padre, ya no soporto más el ver a Mis Hijitos así. Vengo por vosotros, 
viene Mi Amadísimo Hijo Jesucristo por vosotros los pequeños, los humildes.
No desesperéis. Confiad, confiad, confiad.
Que Vengo por vosotros. ¿Lo creéis, Mis Amados? Está a todo lo largo de vuestros 
Evangelios, que es el final y sólo para dar inicio al Verdadero Principio en el 
que Restauraré a Mi maravillosa Creación, toda, a vosotros mismos os 
rejuveneceré y os llenaré de Bendiciones sin par.
No podéis 
siquiera imaginar el Bien tan grande que viene a vosotros que os estáis 
manteniendo firmes y fieles. 
Es algo tan grande, tan magnífico, tan maravilloso que no lo podéis siquiera 
imaginar.
No ha habido pintor ni artista alguno que haya podido escribir versos o pintar 
frescos que den una pálida idea ni una sombra de lo que será, porque la idea de 
Paraíso ha sido borrada de vosotros y sólo por Fe deberéis creer, esperar y 
confiar(*).
Os insistimos en que Confiéis en el Cielo, en que confiéis en vuestro Señor 
Jesucristo, en vuestra Santísima Madre María, en 
Mi promesa de lo que vendrá a los justos y a los de corazón recto 
(**).
Buscad y se os dará, os ha dicho Mi Hijo, y así habréis de hacer.
La oscuridad es casi total y vosotros sois Mis luces de este mundo, 
no desistáis de vuestra 
misión y no perdáis de vista la esperanza. 
Cuando veáis la tormenta, (los Míos pueden ver más allá con la luz de la 
esperanza que he colocado y puesto en vuestras almitas al momento de la 
concepción. Es lo primero que os doy, por eso es lo último que se va.) y si no 
os queda más nada, 
cogeos de la esperanza 
en que Dios cumple SIEMPRE cabalmente Sus Santas Promesas y su Palabra es fiel 
hasta la eternidad.
Siempre enarbolad la esperanza aunque estéis en el medio de la tormenta. Siempre 
enarbolarla (***) para que vuestros hermanitos la enciendan en su almita y 
corazón y no os descorazonéis por lo que veis a vuestro entorno y derredor. 
Porque Yo, Dios Padre, os lo he dicho: Consumatum est, ya todo está escrito, 
todo se desenvuelve 
y vosotros habréis de 
enarbolar la bandera de la fe, de la esperanza, de la caridad. 
¿Lo podéis comprender?
No os podéis apagar porque entonces ¿quién alumbrará el Caminito a vuestros 
hermanos? Sois vosotros los que estáis encargados de mantener encendida la 
esperanza en los corazones de vuestros hermanos, Pequeños Míos, del Fin de los 
Tiempos.
(HABLA SAN JOSÉ)
¿San José?
Siempre, Niña muy Nuestra, que así me lo solicitan, me hago presente. No 
intentéis luchar esta batalla final con vuestras propias fuerzas que son 
insuficientes. Pero si contáis -porque así lo solicitáis- con el respaldo del 
Cielo nada malo os podrá ocurrir. Apegaos a aquello que os dicen los que aún 
tienen la luz de la Verdad en sus palabras, que es la Luz del Evangelio de Mi 
Amadísimo Hijo Jesucristo, (San José se hinca) y veréis las Maravillas del 
Señor.
Esperadlo todo del Cielo porque el Cielo todo os lo dará 
y ya no andéis buscando 
entre los hombres que no tienen verdad en sus sacos ni caridad en sus corazones. 
Confiaos en el Cielo que nunca, que jamás os decepcionará. ¿Lo podéis 
Comprender?
(HABLA NUESTRA SANTÍSIMA MADRE MARÍA REINA DE LOS ÁNGELES)
Hijitos
¿María Santísima?
Os lo Hemos venido diciendo por tiempos y tiempos y ya estáis viviendo lo 
anunciado, así que no esperéis el futuro, 
sino esperad el Cielo
que es lo que 
vuestra lealtad os depara. No estéis viendo hacia el mundo, sino que esperad con 
firmeza y oración a que pase esta tormenta terrible que tiene que llegar, y que 
tiene que pasar y detrás viene el Cielo abierto en hermosura nunca antes vista 
por los hombres.
¿Haréis como vuestra Santísima Madre María “Reina de los Ángeles” os insta a 
hacer en este Fin de los Tiempos?
Esperadlo todo, pero del Cielo, 
no ya del mundo 
que no tiene nada que 
ofrecer a los Míos. ¿Lo tenéis claro?, ¿lo haréis así?
(HABLA NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO)
Mi Señor
Criaturita
Levantad cabeza que la esperanza es lo que os sostendrá en estos momentos 
terribles y finales. Veáis lo que veáis recordad que el Maligno está dando sus 
últimos coletazos de dragón mortalmente herido y esto tiene que pasar y así ha 
de ser, pero pasará. 
El tiempo es muy breve 
así que resistid, resistid, resistid. 
Que Yo, vuestro Divino Pastor, Vuestro Amigo, vuestro Rey de reyes y Señor de 
señores pronto, muy pronto, He de venir en Gloria y Majestad por los Míos.
Confiad en vuestro Divino Pastor, que vengo para llevar a Mis Amadas Ovejitas.
Pd
En lo consecuente os vamos a hablar de lo que es el Reino del Paraíso, para que 
lo sepáis y os 
sintáis animados y esta esperanza sea como el pan y agua en el saco que nunca se 
acabe, aunque el 
hambre y la peste lleguen. El pan de la esperanza ha sido colocado en vuestros 
sacos: compartidlo, que entre más la deis, más de ella tendréis, Niños Míos.
(*) Me viene a la memoria la jaculatoria que tanto nos ayuda en la tribulación 
para mantener la esperanza: A pesar de todo CREO, a pesar de todo ESPERO; a 
pesar de todo AMO.
PLEGARIA DEL ARCÁNGEL SAN MIGUEL EN FÁTIMA
“Dios mío, yo creo, espero, Os adoro, Os amo,
Os pido perdón por todos los que no creen,
no esperan, no Os adoran, y no Os aman.
Santísima Trinidad, Padre, Hijo, Espíritu Santo,
yo Os adoro con profundo respeto
y Os ofrezco el precioso Cuerpo y Sangre,
el alma y la divinidad
de Nuestro Señor Jesucristo,
que está presente en todos los tabernáculos de la tierra,
en reparación de las ofensas, sacrilegios,
indiferencias con los cuales Él es ofendido.
Por los méritos infinitos de su Sagrado Corazón
y del Inmaculado Corazón de María
yo Te suplico por la conversión
de los pobres pecadores.
Amén.
(También se reza después de cada Decena en el Rosario)
(**) LAS BIENAVENTURANZAS:
«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los 
cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán 
saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de 
Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el 
Reino de los cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda 
clase de mal contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos.
(Mt 5, 3-12)
(***) enarbolar. (De en- y árbol). 1. tr. Levantar en alto estandarte, bandera o 
cosa semejante, o algo con lo que se amenaza a otra persona.
HDDH
(Septiembre 18)
Año del Señor 2013
Y María del Getsemaní
 
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