Dios Padre
VOSOTROS QUE DUDÁIS DE LA EXISTENCIA DE LOS INFIERNOS
(HABLA DIOS PADRE)
Entiéndalo de una buena vez: Los únicos tesoros que valdrán son los que tengáis
en vuestras almas y las obras de amor que habéis hecho sobre la tierra, nada mas
importará.
Si alguno cree que por tener conocimientos teóricos sobre lo que es el AMOR, sin
practicarlo CONMIGO, Dios Padre, y sin practicarlo con sus semejantes -os lo
digo, os alerto, os advierto-: No os servirá de nada. Valdrá más una pequeña
limosnita dada desde el corazón que todo su conocimiento acumulado. La palabra
que vosotros decís ha perdido valor (como vuestras monedas al devaluarse)
Habláis tanto sin ton ni son que vuestra palabra se ha vuelto como moneda
corriente y sin valor. Únicamente vuestras obras salidas del corazón os
granjearán vuestra Salvación.
Ya no oráis de corazón, sino con prisa y sin atender verdaderamente a la
Dignidad de Todo un Dios con quien pretendéis hablar. Estáis más al pendiente de
vuestros teléfonos y máquinas, que portáis a todo momento con vosotros, que al
Padre Mismo de la Creación Toda.
¿A donde esperáis llegar así, Mis Hijos, Mis pequeñuelos? ¡MUDAD, MUDAD MUDAD!
Al orar al Padre hacedlo con corazón y con vuestra atención TODA, que es una
falta grande de respeto y adoración como lo hacéis al tiempo que estáis al
pendiente de otras muchas cosas.
Obrad el bien: pensad el bien para que hagáis el bien.
Vuestras cosas que acumuláis, incluso vuestros conocimientos humanos que
acumuláis, os lo digo no os servirá de absolutamente nada.
Vosotros que leéis, ¡Haced caso, ya! Buscad a vuestros hermanos necesitados y
ver por sus necesidades: Que vuestras manos no lleguen vacías ante Mi Santa
Presencia.
Os estoy dando este tiempo de oportunidad para que recojáis las flores y los
frutos de amor y de verdadera oración que presentareis ante Mi Santa Presencia.
No os demoréis, que no hay tiempo, Niños Míos. De por si llegáis ya muy tarde,
pero no por ello os desmotivéis: Haced lo propio para que las puertas se abran
para dejaros pasar. Tocar con amor, con HUMILDAD, con sencillez a las puertas
del Cielo, a las puertas de Los Corazones Inmaculado de Vuestra Madre Santísima
y Sacratísimo de Mi Amadísimo Hijo. Entregaos a las buenas obras, a la oración y
no pequéis más, que el tiempo -os lo hemos dicho- ya no es tiempo.
(HABLA NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO)
Estáis en el no-tiempo, Mis Pequeños ¿No veis las señales a todo vuestro
derredor y entorno? ¿Acaso creéis que irán disminuyendo y todo regresará a la
“normalidad” que tanto os acomodaba? No, Mis Amados, Mis Pequeños, no será así.
Los acontecimientos aumentarán grandemente en frecuencia e intensidad. Quienes
ya lo han visto, hacen lo propio a Imitación de Su Santo Maestro, Su Señor y Su
Amigo, pero aquellos que están tan amañados con el mundo que prefieren cerrar
los ojos son los que están colocando su destino eterno en riesgo de perderse.
Si vierais un instante de lo que es el destino de las almas que no mudaron su
andar en el pecado mudaríais de inmediato. Ved, Mis Pequeños, los testimonios de
hermanos vuestros que He llevado a conocer los infiernos para que sean testigos
fieles de su existencia, os invito a ver los testimonios aunque os asustéis,
pero es necesario, vosotros que dudáis de su existencia.
Os invito: ved los testimonios, leedlos, inquirid, buscad en Mi Santa Palabra y
veréis que es un DOGMA, Mis Pequeños, sin el cual no se podrían comprender la
perfecta justicia y la Misericordia, vedlo, Mis Pequeños, para que no caigáis
allí.
(HABLA NUESTRA SANTÍSIMA MADRE)
Niños Míos, Mis Pequeños:
Haced lo que Mi Hijo os dice. Ved, repasad los testimonios de Hijos del Cielo
que han tenido que ir, sin merecerlo, únicamente para dejaros testimonio de su
plena y terrible existencia. Os lo repetimos si no queréis por amor, salvaos de
ir ahí aunque sea por temor, pero os lo suplico no vayáis al infierno, sitio
indescriptible de horror, pestilencia y maldad.
(HABLA SAN JUAN DIEGO CUAHTLATOATZIN)
Pequeños del Señor, de Nuestra Madrecita: Manteneos en resguardo en San José y
no salgáis al mundo que es hervidero de pecado.
(HABLA EL SANTO ÁNGEL DE MI GUARDA Y CUSTODIA)
Pequeñita,
Decidles que en el Universo Entero no hay protección más grande y segura que Las
Santísimas Llagas de Nuestro y Vuestro Señor Jesucristo y Su Amorosísima y
Sacratísima Sangre. Que lo sepan, que se lo graben en sus mentes y corazones
para que a cada instante se refugien en ellas y se cubran con la Santísima y
Sacratísima Sangre Divina. Recordaos de ello.
Amen, Niña Nuestra
Amen, Ángel de Mi Guarda
HDDH
(Abril 30)
Año del Señor 2013
Y María del Getsemaní
ANEXO 1
CONSAGRACIÓN A LA
SANGRE PRECIOSA DE JESUCRISTO
Consciente de mi nada y de Tu Sublimidad, Misericordioso Salvador, me postro a Tus pies, y Te agradezco por la Gracia que has mostrado hacia mí, ingrata criatura. Te agradezco especialmente por liberarme, mediante Tu Sangre Preciosa, del poder destructor de Satanás.
En presencia de mi querida Madre María, mi Ángel Custodio, mi Santo patrono, y de toda la corte celestial, me consagro voluntariamente, con corazón sincero, oh queridísimo Jesús, a Tu Preciosa Sangre, por la cual has redimido al mundo del pecado, de la muerte y del infierno. Te prometo, con la ayuda de Tu gracia y con mi mayor empeño, promover y propagar la devoción a Tu Sangre Preciosa, precio de nuestra redención, a fin de que Tu Sangre adorable sea honrada y glorificada por todos. De esta manera, deseo reparar por mi deslealtad hacia Tu Preciosa Sangre de Amor, y compensarte por las muchas profanaciones que los hombres cometen en contra del Precioso Precio de su salvación.
¡Oh, si mis propios pecados, mi frialdad, y todos los actos irrespetuosos que he cometido contra Ti, oh Santa y Preciosa Sangre, pudieran ser borrados! He aquí, querido Jesús, que te ofrezco el amor, el honor y la adoración que tu Santísima Madre, tus fieles discípulos y todos los Santos han ofrecido a Tu Preciosa Sangre. Te pido que olvides mi falta de fe y frialdad del pasado, y que perdones a todos los que te ofenden.
¡Oh Divino Salvador! rocíame a mí y a todos los hombres con Tu Preciosa Sangre, a fin de que te amemos, ¡oh Amor Crucificado, de ahora en adelante con todo nuestro corazón, y que dignamente honremos el Precio de nuestra salvación! Amén
ANEXO 2
Matilde Oliva vidente de Jesús de la Divina Misericordia en Garagoa, Colombia
Infierno
(Versión pdf en Nuestra Biblioteca)
Le beso los pies a Jesús, y los separó. ”No supe que pasó, pero vi que un hueco inmenso se abrió bajo los pies del Señor. No sé si viajamos a través de Él, pero pronto me vi en el infierno. Escuché, gritos, lamentos, había desesperación, aquel lugar era horrible. Sentí miedo, sentí morirme de pavor, y me dije, ¡hay de mí, Señor donde estoy! El Señor me dijo: “no temas nada, nada te pasará, yo estoy contigo, observa bien”.
Entonces vi una hornilla como la boca de un volcán. De ella salían llamas inmensas. Era como un fondo donde se cocina la caña para hacer miel. Como un lago de azufre hirviendo a borbollones, había ahí mucha gente que gritaba y pedía auxilio sin ser escuchados. Unos insultaban, otros estaban vestidos lujosamente, otros estaban sin ropa. Creo que estaban con la ropa que los enterraron. Un hombre muy rico, con mantos y anillos en los dedos, y cadenas en el cuello, sacaba la mano y decía, sálvame por esto, y mostraba como un gajo de cebollas. Pero las llamas empezaban a consumir el gajo de cebollas hasta quemarle los dedos. Creo que fue algo que dio, pero sin amor, o lo único que regaló en su vida.
El tormento era cruel, no había paz, le pregunté al Señor, ¿éste es el rechinar de dientes? Y me contestó “No, todavía no es. Es solo parte de sufrimiento de los condenados”.
Alrededor de la hornilla habían demonios con las piernas cruzadas, todos tenían un trinche largo. Su aspecto era horrible, sus ojos rojos, boca malvada, sonrisa malévola, de un color casi negro como gris. Fumaban y fumaban algo que los hacía más rebeldes. Y bebían un líquido rojizo que los llenaba de soberbia.
De pronto todos se colocaron de pie en posición firme. Los condenados deseaban desaparecer. Se consumían en el lago de fuego, era una multitud incontable. El infierno se estremeció, todo tembló. Por una puerta entraba un demonio como de casi dos metros de alto, más horrible que los otros demonios. Este tenía cuernos, garras, cola y alas como de murciélago. Los demás no tenían nada de eso. Gritó y zapateó, y todo volvió a temblar, pregunté quien era, y me dijo: “Es Satanás, Lucifer, rey del infierno”. Hasta los demás demonios le tenían miedo, a una orden dada por él, todos corrieron ante él con el trinche en la mano, en fila como un batallón de soldados. Les dijo algo que no alcancé a escuchar, pues tenía demasiado miedo y no le pregunté al Señor. Si el Señor no me hubiera sostenido en ese momento, yo hubiera muerto de terror.
El Señor me dijo: "Acá no hay paz ni un segundo, acá no hay nada de amor, es el reino del odio. Aquí vienen todos aquellos que me despreciaron cuando estaban vivos, libre y voluntariamente, prefirieron el mal en lugar de bien. Ahora observa bien, pues para algunos comienza el rechinar de dientes, sufrimiento y muerte eterna, gusano que no muere y fuego que no se apaga. Porque el que no está conmigo, está muerto, esa es la verdadera muerte. No la que llaman ustedes muerte”.
Los demonios corrieron hacia la hornilla después de la orden de Satanás, y metían el trinche, sacaban a los condenados traspasados por los trinches. Se movían como culebras sin poder soltarse. Gritaban, se contorsionaban. Les salía sangre, alguno fueron traspasados por la espalda, otros por las piernas, otros por la cabeza agarraban los trinches queriendo salir. Pregunté al Señor: ¿por qué esas almas tienen sangre? Y me dijo: "Al infierno vienen en cuerpo y alma, como al cielo van en cuerpo y alma. Estamos en el primer infierno, y ya fueron juzgados, aquí están todos los condenados desde la creación del mundo hasta el diluvio”. Los demonios colocaron a los condenados como en una lámina de zinc, galvanizada y los agarraban a trinchazos entre dos o tres demonios. Luego como con un cortaúñas, un poco más largo, les prendían pedazos de carne y poco a poco le arrancaban las uñas, los dedos, el pelo, los gritos eran desesperados, eran gritos que terminaban en lamentos...
Para que no gritaran, sacaron una especie de arma no vista en la tierra por mí. Se las metieron en la boca. Aquella arma se abrió como una mano, y al cerrarse les agarraba la lengua, y se las arrancaban, bien torciéndolas o tirándoselas. Luego con un cuchillo bien afilado, comenzaban a volverlas cecinas, a destazarlas, volverlas pedazos como de vistel.
Los condenados no podían gritar, sus ojos parecían salirse de ellos. Y sus mandíbulas pegaban una con otra haciendo un rechinar de dientes horrible. Después de desprender la carne, trozaban los huesos y los volvían nada. Por último partían la cabeza, hasta quedar trizas, todo parecía nada en la lámina. Sangre, carne en trozos, huesos, aquello era horrible. Y en los huesos había gusanos.
Entonces dije al Señor, ¡pobres personas! Pensé que no iban a morir, por fin murieron, aunque los pedazos de carnes se mueven. El me dijo: “Aquí no existe la muerte, fíjate bien”. Los demonios tomaron esa lamina y echaron los trozos de la persona sobre un hueco donde había llamas y fierros filosos, una especie como de molino para volver todo polvo. En la parte de abajo de ese hueco estaba otra vez el hueco de la hornilla.
Al caer ese polvo vi que las personas volvían a tener cuerpo y el que se dejaba agarrar por el trinche volvía a padecer lo mismo. Entonces pregunté al Señor: ¿Qué pasa, porque tienen que volver a vivir? El me dijo: “La muerte ya no existe, como los hombres la llaman. Aquí se padece la muerte eterna, que es la separación de DIOS. Y para llegar a este lugar de tormentos, cada uno llegó aquí libre. Esa fue la elección de ellos. Yo ya no puedo hacer nada por ellos. Cuando podían me despreciaron y llegaron a este lugar no creado para los hombres, para los hombres fue creado el cielo. Este lugar fue creado para Satanás y sus ángeles”.
Me di cuenta que a mayor pecado, mayor el sufrimiento. Cada uno paga según sus deudas. Y cada uno tiene castigos diferentes, pero todos sufren terriblemente. Me di cuenta que con el órgano que pecan es con el que más sufren.
Según se hundían en el lago de fuego, aparecían en un lugar de arenas candentes, al rojo vivo. El calor era sofocante, no se podía respirar y gritaban, ¡tenemos sed! ¡tenemos sed!
Entonces los demonios se les subían a la nuca y les abría la boca, hasta desgarrarla hasta los oídos. Otro demonio agarraba la arena caliente, para que la bebieran. Era tal el desespero que corrían sin control en la oscuridad iluminada únicamente por las arenas.
Chocaban con otros condenados y peleaban como perros callejeros. Al llegar al final habían rocas con puertas, cada uno miraba solo una puerta, al abrirla había un hoyo, donde estaban los animales ponzoñosos y aquellos que más temían cuando estaban en la tierra. El Señor me dijo que eran castigos psicológicos. No pregunté qué era eso.
Oh pobres condenados, que desesperación, ¡que pesadilla sin fin!
Cuando lograban salir de allí, se veían esos animales por el cuerpo y que salían por la boca y por todo lugar. Por lo único que podían correr, es por un desfiladero de piedras cortantes, se caían y se cortaban. Unos caían de frente y se cortaban todo, otros de espalda y al final había una planada, el que no lograba pararse rápidamente, una piedra redonda lo aplastaba como una cucaracha. Al lograr levantarse se botaban por un hueco que había, y caían a la hornilla del inicio, y todo volvía a repetirse.
El Señor me dijo: “¿Te diste cuenta que acá no hay descanso ni un segundo? Ahora te voy a mostrar otro lugar que está esperando a esta generación perversa y malvada. Le voy a mostrar quien sufre más y quienes van por el camino al infierno”.
Vi entonces tres hornos más grandes que el primero y Satanás gritaba: Qué se haga el juicio, he trabajado bastante para darle la bienvenida a mi reino, he inventado nuevos castigos, y tormentos. Que vengan aquí los que pudieron salvarse y no quisieron, que vengan a mí los que me sirvieron en la tierra.
Entonces vi unas mujeres, arrastradas con cadenas, llevaban cargas como mulas, eran golpeadas atrozmente y atormentadas. Les abrían sus vientres, las dejaban gritar, la despedazaban, les daban con unas cuerdas como de hierro, las insultaban, les mostraban sus hijos que ellas habían asesinado y se las amarraban a sus pechos. Ellas escuchaban el llanto y los gritos de sus hijos (¡¡¡porque me mataste mamá!!!) al grito del niño, sus pechos se desgarraban y comenzaban a sangrar, sus oídos sangraban y todo aquellos era horrible. Y pregunté al Señor: ¿Señor JESÚS quienes son esas mujeres y por qué sufren tanto? Me contestó: ”Son todas aquellas que matan a sus hijos en el aborto, sufren porque hicieron de sus vientres tumbas, y el vientre es para dar vida. El pecado del aborto le es a mi Padre muy difícil de perdonar. No basta con confesarlo, sino hay verdadero arrepentimiento. Hay que hacer mucha oración y penitencia, pidiendo misericordia a DIOS Padre como al hijo que asesinaron. Sus gritos y llantos estarán al frente del trono de DIOS y su sangre clamara desde la tierra al cielo”.
Y me dijo: ”Ore, Ore, por ellas, porque algunas están vivas y pueden arrepentirse. Pues muchas van por el camino del infierno”.
Vi al lado de ellas hombres y mujeres que sufrían iguales tormentos que ellas. Y pregunté, ¿estos quienes son, y por qué sufren iguales tormentos? El Señor me dijo: ”Son todos los cómplices del aborto, los que las ayudaron. Aquí pueden venir médicos, amigos, enfermeros, parientes, o alguna persona que escuchó que iban a abortar, y no les dijo, no lo hagas.”
Seguimos andando por ese ancho camino y vi hombres que venían cabizbajos, con la lengua afuera, se la machacaban con piedras, les quemaban las manos y pies y se la atravesaban con punzones. Los demonios descargaban toda su ira contra estos hombres. Vi como sufrían y pregunté ¿estos quiénes son y por qué sufren tanto? Y me dijo el Señor: ”Son los llamados a la más alta gloria de los cielos pero la han perdido. Se han vendido y me han vendido. Ellos son mis sacerdotes. Los pecados del sacerdote son doble pena para mí, por eso su castigo es doble. Son martirizados en la lengua porque han callado mi palabra y han sido perros silenciosos, tartamudean al hablar. Se han consumido en las pasiones y llenado de mosto, vino. Para ellos la maldición y el fuego”.
Vi mujeres y hombres al lado de ellos que sufrían grandes penas y pregunté ¿Quiénes son estos? Y me dijo: ”Son los que han pecado con ellos. La mujer que hace caer a un sacerdote, más le valiera no haber nacido, porque es más maldita que Judas. Lo mismo el hombre que haga pecar a un sacerdote”.
Detrás de estas había una multitud que seguían ese camino y sufrían iguales tormentos. ¿Y estos quiénes son? Y me dijo: ”Son todos aquellos que se alejaron de mí y de mi iglesia por el pecado del sacerdote y no oraron por él. El sacerdote se hizo para salvar a los hombres. Si no lo hace, lo ayudan a condenar. Pues mi palabra dice, los guardianes de mi templo están ciegos, ninguno hace nada, son todos perros mudos incapaces de ladrar, vigilantes perezosos que les gusta dormir. Perros hambrientos que jamás se hartan. Y son ellos los pastores, pero no saben comprender, cada uno va por su camino. Cada uno busca su interés, vengan dicen, busquen vinos y emborrachémonos con los licores, no ayudan al inocente y hacen desaparecer a los hombres fieles (Isaías-56-9)”.
Vi detrás de estos, hombres y mujeres que sufrían iguales tormentos, y le dije ¿quiénes son? Y me dijo “Son todos los religiosos y religiosas. Ore, ore por ellos, para que me amen y logren salvarse. No hablen nunca mal de los míos. Es como si untaran el dedo con chile y me lo metieran en el ojo. Solo oren, oren por ellos, y no me causes tormentos”.
Vi hombres y mujeres que llevaban vendados los ojos, detrás de ellos iban muchos encadenados. Los demonios los insultaban, los golpeaban, y los violaban. Su tormento era cruel, y pregunté ¿quiénes son esos? Y me dijo: “Son todos los brujos, hechiceros que se han dejado enceguecer por Satanás. A ellos les esperan los tormentos inmensos, porque vivieron más cerca de Satanás acá en la tierra, más que a mí. Y sufrirán más que nunca, por haber servido en el mal, libre y voluntariamente. Los encadenados son todos aquellos que los consultan, y todos aquellos que mandan a hacer un mal de brujería. Es preferible que mataran cara a cara, y no así. Pues escrito está, que mi Padre no salvará a esa raza, fuera de mí, perros malditos, para ustedes no habrá fuego ni brazas para calentar el pan (Isaías 47- 12)”.
“Ore, ore, porque hay muchos que pueden arrepentirse. También la multitud que les siguen y sufren tormentos son los creyentes en horóscopos, invocadores de espíritus, toda persona que quiera saber el futuro, o consulte a uno de ellos, es merecedor del fuego eterno del infierno.
Vi luego hombres y mujeres atados por cadenas en las manos, cada uno tiraba por su lado, se tiraban y se caían entre sí. Los demonios les decían, por su culpa sufre, déle más duro. Y pregunté ¿Quiénes son? Y me dijo: ”Son todos mis matrimonios que no viven en paz. Son dos bestias atadas por la misma cuerda”. Y pregunté ¿Por qué van al infierno? Y me dijo: ”Besa mi mano” lo hice y me la colocó en los ojos. Y vi que en esos hogares había insultos, celos, peleas, y Satanás le gritaba a JESÚS. ¡¡Mire, mire como tengo a sus matrimonios!! ¿Qué sacó con santificarlos en el sacramento? como la primera pareja (Adán y Eva) me pertenecen, pero ahora haré que pierdan la gloria, no permitiré que oren ni que vayan a misa. Y se reía a carcajadas…Mientras JESÚS lloraba. “Oren, porque hay muchos que pueden arrepentirse y cambiar”.
Vi hombres y mujeres atados por los pies, y sufrían peor que los anteriores. Y pregunté ¿estos quiénes son? Y me dijo: "Son todos los que viven sin casarse, o han cometido adulterio o fornicación”. Y pregunté: ¿porque van al infierno? Y me tocó los ojos y vi que JESÚS bendecía todas las uniones entre el hombre y la mujer cuando estaban íntimamente, como la primera pareja. Pero cuando no estaban casados, era Satanás el que dormía al lado de ellos. Golpeando al Señor JESÚS, le escupía la cara diciendo: mira tu criatura, el hombre convertido por mí en un animal. Aun peor que ella, ¿de qué te sirvió morir por ellos? yo destruiré tu sacramento que les permite unirse santamente. Pero yo haré de cada lecho un fuego infernal envuelto en pasiones aun no permitidas. Pues a mí si me escuchan, aunque yo no les ofrezco un reino de paz, sino de dolor…
Y JESÚS me dijo: ”Mi sufrimiento para ellos ha sido inútil, por eso van al infierno”. Y vi que unos de los castigos para ellos, es ver al hombre o mujer por el cual se condenaron en el pecho, y Satanás le daba un cuchillo filoso y ellos mismos se cortaban, y sacaban pedazos de carne hasta llegar al corazón. Diciendo, maldito, maldito, por tu culpa estoy aquí en este infierno. Te quiero sacar del pecho para siempre pero no puedo.
El Señor me dijo: ”Ore, ore, porque algunos están vivos, y se pueden arrepentir”.
Vi hombres atados con hombres, y mujeres atadas con mujeres, atados por la cintura, que se balanceaban, como animales salvajes, arrastrando una presa. Y estos quiénes son y porque sufren? El Señor me dijo: ”Son toda clase de homosexuales y lesbianas, que libres me rechazaron, y no fueron capaces de ser castos ofreciendo su vida”. Y vi como Satanás, se revolcaba en el lecho de estos pobres seres, dándoles más deseos sin llegar a ser saciados nunca. Y vi como los espíritus los atormentaban en sus partes con los que pecaron. Y vi que les atravesaban palos desde el ano hasta la boca, y le giraban.
Y pregunté ¿La presa? Y me contestó: ”Son todos aquellos que se acostaron con ellos. Ore, porque aun hay vivos que pueden salvarse al arrepentirse. La persona homosexual que ofrezca su castidad a mí, y viva sin hacer pecar a nadie, yo derramo mi infinita misericordia, porque los amo inmensamente”.
Toda relación, anal es condenada por el Señor, es contra la naturaleza. No podemos condenar a quienes practican la homosexualidad, si hacemos lo mismo.
Vi hombres y mujeres con caras de animales, y sufrían inmensamente. Y al lado de ellos, unos que llevaban como unas cintas y unas hojas o revistas donde habían mujeres y hombres desnudos. También sufrían y van al infierno. Y le pregunté al Señor: ¿quiénes son, y también van al infierno? Si van al infierno sino se arrepienten. Los primeros son todos los que han tenido, intimidad con los animales. Rebajándose al nivel de la bestia, y aun más que ella, porque si ella pensara, no lo haría. Y todo aquel que haga del sexo una obsesión a través de películas, revistas, chistes grotescos, prostitución, palabras de mal sentido. Son dignos del fuego eterno, con todos sus tormentos, pues han aprendido a hablar la bajeza de Satanás y no a hablar y vivir la santidad y pureza de DIOS uno y trino.
Vi hombres y mujeres de diferentes edades, caminaban como ciegos golpeándose con todo. Y un demonio estaba al pie de ellos, haciéndoles caer más y más. ¿Y estos quienes son Señor? Y me dijo: “Son todos los borrachos, alcohólicos van porque han destrozado el templo de Espíritu Santo, donde mora la trinidad santa. Su propio cuerpo. Y han hecho daño a sus semejantes, a sus familias, olvidándose del primer mandamiento. Amar a DIOS y al prójimo como a sí mismo. Estos no han aprendido ni siquiera a amarse”.
Y al lado de ellos, iban de diferentes edades reventados los labios, con humo en la nariz, ¿Y estos quiénes son?, pregunté, y me dijo: ”Son todos los fumadores de toda clase de hierbas, droga, cigarros o vicio. Y van porque no han amado su propio cuerpo, y los que van con ellos, son todos los que ofrecen, o llevan a pecar. Yo les he dicho, que el que regala un vaso de agua, es digno de cielo eterno. Pero también quien ofrece, o hace pecar a alguien, es digno del fuego eterno. Ore, porque algunos pueden cambiar su vida, y librarse de este castigo”.
Vi hombres y mujeres en minifalda, o con vestidos indecentes, y detrás de ellos, un gran número de hombres y mujeres. Y pregunté: ¿Porque van al infierno, y porque los atormentan? Me contestó: “La mujer que use minifalda va al infierno, por corromper al hombre seduciéndolo con su vestuario. Y lo mismo el hombre, van por dejarse seducir. Cuidado con el vestuario. La mujer no debe llevar pantalón y si lo lleva que no sea ajustado. Muchas parecen mulas con frenos. Los hombres no deben llevar el pantalón apretado, pero tampoco, aquellos que parecen faldas”.
Vi que iban hombres y mujeres de toda edad, hasta niños con las manos cortadas, algunos sin dedos. Y le pregunté ¿Quiénes son y por qué van al infierno? Y me dijo: “Son todos los tramposos, los ladrones, los estafadores, los que no pagan sus deudas, los que solo se dedicaron al trabajo, los avarientos, los que en su corazón solo estaba el Dios dinero, los que nunca dieron una limosna al pobre, ni ayudaron al más pequeño de sus hermanos. Son todos aquellos que al final les tendré que decir, apártate de mi maldito, vaya al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles. Pues tuve hambre y no me dieron de comer, tuve sed y no me dieron de beber. Fui forastero y no me alojaron, estuve desnudo y no me vistieron, estuve enfermo y en la cárcel y no me visitaron. Ore, ore por ellos, porque algunos están vivos y pueden cambiar su corazón de piedra (Mateo 25.)”.
Vi hombres y mujeres de todas las edades, que llevaban la lengua afuera, y un demonio, iba montado sobre sus hombros, metiéndole su lengua en la boca de ellos. Era una gran cantidad y le pregunté al Señor ¿Quiénes son Señor, y por qué traen ese demonio? Me dijo: ”Son todos los chismosos, calumniadores, mentirosos, son todos aquellos incapaces de domar la lengua. Que hicieron mal, pues esta cargada de veneno mortal, como escrito está en mi apóstol Santiago “Sepan domar su lengua”. El demonio que llevan es el demonio del chisme, ore para que se conviertan, porque algunos están vivos, y no vengan a este lugar de castigo”.
Vi hombres y mujeres que de sus bocas salían sapos, y víboras. ¿Y estos quiénes son? pregunté. “Son todos los que pudieron enseñar mi fe y mi doctrina y no lo hicieron. Pero sí, enseñaron cosas falsas basadas en teorías sin poderse comprobar. Son los maestros, escritores, catequistas, sacerdotes y padres de familia y todo el que pueda enseñar mi fe. Y toda persona que destruya la fe de mis pequeños niños. Yo les he escrito, hay del que enseñe otra palabra, hay del que escandalice a uno de estos pequeños, mas le valiera amarrarse una piedra de moler al cuello y tirarse al mar. Ore, ore porque para ellos, el castigo es tremendo. Y no lleguen al lugar del castigo”.
Vi familias y padres e hijos golpeándose. De sus bocas salían llamas de fuego. Y pregunté: ¿por qué vienen aquí y porque los atormenta el demonio, y por qué sale fuego? Y me dijo: “Son los padres que no se hicieron amar y respetar con sus hijos, los insultaron. Son los hijos altaneros y groseros con sus padres.” Y pregunté: ¿Por qué van ellos ahí? Y me dijo: ”Al final cuando cada uno se presente ante el justo juez, sino fueron buenos van a decir, maldito de mi por no haber respetado y amado a mis padres. Y por esa maldición va al infierno. O va a decir, maldito por no obedecer y seguir la fe católica. O al contrario, van a decir, maldito mis padres porque no me enseñaron a respetarlos y amarlos. Por esa maldición los padres van al infierno”.
Al contrario los padres deben respetar y dar amor a sus hijos. Jamás con insultos. “Ore, ore, porque algunos pueden salvarse”
Vi que en esas casas, donde el padre y la madre, insulta a sus hijos, los demonios salen de sus bocas como gusanos o serpientes que se arrastran. Y poco a poco van y se meten al otro hijo, o al esposo que está lejos. Vi que la única manera para acabar esos demonios en esas casas, es rezar y especialmente el santo rosario.
Vi gente de toda clase y edades que votaban dinero al aire y alrededor de ellos, gente muriéndose de hambre. ¿Y estos quiénes son y por qué van al infierno? Y me dijo: ”Son todos los que desperdician el dinero en lo que no sirve, son los que compran cosas innecesarias, son los que hacen fiestas para sus gustos, invitan únicamente a los que pueden llevarles algo o los invitan a otra fiestas. Son todos los que desperdiciaron, comprando demasiadas cosas, y las dejan dañar en sus refrigeradores en vez de regalarlas. Y nunca hacen obras de misericordia, solo piensan en ellos mismos mientras alrededor del mundo se mueren de hambre. Ore, ore por ellos para que se conviertan, y no vayan al lugar del castigo”.
Vi jóvenes que llevaban aparatos en sus oídos, no pregunté que aparatos porque no los conozco, conectados a una radio, caminaban como sonámbulos. Por esos aparatos les entraban escorpiones, sapos y muerte. Y pregunté ¿Quiénes son? Y me dijo: “Son todos aquellos que escuchan música satánica, rock, la música metálica y se han convertido en adoradores del diablo que los llevan a su propia muerte y les hacen perder el sentido de la vida, son todos los que entran al culto satánico, discotecas o en sus casas se encierran escuchando a alto volumen esa maldita música, para ellos la vida no tiene sentido, ni estudiar ni nada. Se vuelven perezosos y rebeldes. Pobre juventud va a la perdición, ya no hay inocencia en los mayores de 4 años. La maldita televisión y la música los han pervertido, y su corazón enceguecido se va alejando de mí. Ore, ore, para que yo pueda rescatarlos, pues viajan como moscas al mortecino. Ore, ore para que abandonen todo, y no lleguen al lugar de castigo elegido por ellos”.
Vi hombres y mujeres de toda clase, que caminaban de espalda, y un demonio los arrastraba y al caminar, tropezaban con otros, y los hacían caer. Pregunté quienes son, y me dijo: “Son todos aquellos que me iban siguiendo por el camino del cielo, pero las dificultades, los tropiezos, el desaliento, los problemas con los mismos grupos, los hicieron que me abandonaran, y hoy van camino al infierno, y se llevan a otros. A estos les es difícil volver a mí. Porque tiene un demonio que los detiene, este demonio al final los entregara a Satanás, y recibirá más orgullo por haber vencido a uno de los míos. Ore, ore por ellos, pues mi corazón se hiere continuamente, por estos nuevos judas que no quieren sufrir por mí”.
Vi hombres y mujeres de diferentes edades y clases, golpeándose el pecho con un cuchillo, luchaban por quitar un espectro humano, desde los pechos hasta sus ingles. Al golpearse sus heridas sangraban mientras que un demonio les gritaba, tú has sufrido mucho por culpa de él , déle más duro, déle más duro, no le perdone no le perdone. Entonces pregunté: ¿Quiénes son Señor, y quienes son los que están en el pecho? El Señor me dijo: “Son todos aquellos que nunca han perdonado la falta de sus hermanos, guardan rencores, odio, resentimiento, rencillas, pensando que fueron los únicos que sufrieron. Las personas que llevan en el pecho, son sus supuestos enemigos. Y por eternidad de eternidades, lo tendrán en el pecho como castigo. Oren, oren, para que perdonen, como yo perdono, porque si no perdonan las faltas de sus hermanos, mi Padre tampoco les perdonara”.
Vi hombres y mujeres de todas las edades, sus manos sangraban, y ellos al mirarlas gritaban de terror. Y un demonio les cortaba con una espada, los pasaba por parte y parte, volviéndolos nada. Pregunté ¿Quiénes son Señor? Dijo: “Son todos los asesinos, los secuestradores, los atracadores, son todos aquellos que le han quitado la vida, a alguien, física psíquica, y espiritualmente. Son aquellos que pudiendo salvar una vida, no lo hicieron, su sangre clama, desde la tierra al cielo. La vida yo la doy y la quito cuando quiero, nadie fuera de DIOS puede quitar la vida, ni a un niño, ni a un anciano, ni aun un enfermo, solo DIOS dispone de ellos. Quien lo hace le esperan los mas grandes castigos y tormentos, en el lago de azufre donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. Ore, ore, porque hay muchos que están vivos y pueden arrepentirse, hija mía ora, especialmente por los médicos”.
Seguimos caminando y vi hombres y mujeres, jóvenes y niños de todas las clases, iban dando vueltas entre sí como perdidos y confusos, los demonios los cubrían con sus sombras, y les decían, no crean, no crean. Y pregunté ¿Quiénes son? Y me dijo: “Son todos aquellos, que pertenecen a mi iglesia o pertenecieron, pero que abandonaron los sacramentos, o si acuden no creen en ellos, ni en la gracia ni en el poder santificador a través de ellos. Han despreciado al DIOS de la verdad por la mentira. Quienes más sufrirán, son los que no creyeron en mi real presencia, en la sagrada eucaristía, y se hicieron sacrílegos, pues mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida y quien come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo le resucitaré el ultimo día. Ore, ore porque algunos pueden regresar”.
Vi hombres, jóvenes, mujeres y niños con edad de razón, en gran cantidad, caminaban a tientas, pisaban cualquier luz que los podía iluminar, los demonios gritaban, no crean en la luz no crean! Y pregunté ¿Quiénes son? Y me dijo: “Son todos aquellos, que han cometido cualquier pecado y no lo han confesado, por pena, o porque no creen. O si lo confesaron, no lo hicieron con verdadero arrepentimiento. DIOS conoce el corazón de cada hombre. Ore, ore para que se conviertan. Nadie que no confiese su pecado puede entrar en el reino de los cielos”.
Entonces exclamé, ¡¡¡¡¡Señor JESÚS, DIOS mío quien puede salvarse!!!!!
Me contestó: “Tu ven y sígueme. Para DIOS nada es imposible”. Callé, y seguimos caminando. Encontramos miles, y miles que iban al camino del infierno. No pregunté quienes eran ellos, solo iba pensando, misericordia DIOS mío, misericordia Señor....
El no me dijo quienes eran, ni cual fue su pecado, eran de toda edad, y de toda clase, y por algo que yo no entiendo, se me dio a saber, que eran de toda religión, fe y creencia. Porque DIOS hace juicio sobre toda persona que vengan a esta tierra, nazca donde nazca y crea en lo que crea. Después de caminar y caminar JESÚS me dijo: “Aquí termina el camino al infierno” y se sentó sobre una piedra. Sus llagas sangraban, sus ropas eran rojas y estaba llorando. Le dije ¿Qué tienes Señor y DIOS mío? ¿Por qué sus vestidos están rojos, si llegaste de blanco y por qué sangran y por qué está llorando?
Y me dijo: “Lloro al saber, que para ellos mi sacrificio fue inútil, y mi sangre se derramó en vano. Pues ellos no quisieron salvarse, me despreciaron. Mis ropas están rojas empapadas por mi sangre que he vertido en el dolor de sus pecados, y que ellos no quisieron recibir. Ya que mi perdón esta dado por parte de mi Padre pero ellos no me recibieron. Y yo les he escrito, el que me reciba lo haré hijo de DIOS. Oh hija mía, ore, ore, ayúdame a la salvación de los hombres y de las almas. Nos abrazamos y lloramos juntos, de pronto yo estaba en mi cuarto, abrazada fuertemente en él, el miedo era espantoso, todo mi cuerpo temblaba. Le dije Señor tengo miedo. Me colocó la mano sobre la cabeza y me dijo: “esto que has visto no lo contarás hasta dentro de 6 meses que te hayas repuesto completamente. Luego te llevaré al cielo, y te mostrare el camino de quienes van por él”.
Oramos juntos, se despidió dejándome en paz, lo vi partir, me volvió a mirar. Aun iba llorando, sus ropas iban rojas, sus llagas, sangraban, me dijo adiós con la mano, y desapareció de mi vista.
Nota: El día 11 de Marzo de 2012, María Santísima ratifica como genuina a Matilde: No es posible, si no encontráramos unas que otras almas como Agustín, como Matilde “Olivita”,como Vassula.....
ANEXO 3
Una Visión del Infierno
Extracto
Completo en "Nuestra Biblioteca"
El siguiente es un discurso pronunciado por el Padre Marcel Nault en la Conferencia Mundial de Paz de Fátima de Obispos Católicos, en Fátima, Portugal en el año 1992. Este discurso causó tal impacto que después de la conferencia, algunos Obispos pidieron al Padre Nault que escuchara sus confesiones. Nuestro Señor Jesucristo vino a la tierra por un motivo, para salvar a las almas del Infierno. Enseñar la realidad del Infierno es la tarea más importante e ineludible de la Santa Iglesia Católica. Uno de los grandes Padres de la Iglesia, San Juan Crisóstomo, continuamente enseñaba que Nuestro Señor Jesucristo predicaba con más frecuencia sobre el Infierno que sobre el Cielo.
Algunos piensan que es mejor predicar sobre el Cielo. No estoy en acuerdo. Predicar sobre el Infierno produce muchas más y mejores conversiones que las obtenidas con la mera predicación sobre el Cielo. San Benito, el fundador de los Benedictinos, al estar viviendo en Roma el Espíritu Santo le dijo: “Tú vas a perder tu alma en Roma e irás al Infierno.” Él dejó Roma y se retiró a vivir en el silencio y la solicitud fuera de Roma para meditar sobre la vida de Jesús y el Santo Evangelio. San Benito huyó de todas esas ocasiones de pecado de la Roma pagana. Él oró, se sacrificó por sí mismo y por los pecadores. El Espíritu Santo difundió la noticia de su santidad. Como resultado, la gente lo visitaba para ver, escuchar y seguir su ejemplo y consejo. San Benito se apartó por sí mismo de toda ocasión de pecado y alcanzó la santidad.
La Santidad atrae a
las almas. ¿Por qué piensan que San Agustín cambió su vida? ¡Por temor al
Infierno! Yo predico con frecuencia sobre la trágica
realidad del Infierno. Es un dogma católico que sacerdotes y obispos ya no
predican más. El Papa Beato Pío IX, que pronunció los dogmas de la Infalibilidad
del Papa y el de la Inmaculada Concepción de María, y que también emitió su
famoso Sílabo condenatorio contra los errores y herejías del mundo moderno,
solía pedir a los predicadores que enseñaran a los fieles con mayor frecuencia
sobre las Cuatro Postrimerías, en especial sobre el Infierno, así como él mismo
daba el ejemplo predicando. El Papa pidió esto porque la meditación sobre el
Infierno genera santos.
El viernes 13 de julio de 1917, Nuestra señora se apareció en Fátima y les habló
a los tres pequeños videntes. Nuestra Señora nunca sonrió. ¿Cómo podía
sonreír, si en ese día les iba a dar a los niños la visión del Infierno? Ella
dijo: “Oren, oren mucho porque muchas almas se van al Infierno.” Nuestra señora
extendió sus manos y de repente los niños vieron un agujero en el suelo. Ese
agujero, decía Lucía, era como un mar de fuego en el que se veían almas con
forma humana, hombres y mujeres, consumiéndose en el fuego, gritando y llorando
desconsoladamente. Lucía decía que los demonios tenían un aspecto horrible como
de animales desconocidos. Los niños estaban tan horrorizados que Lucía gritó.
Ella estaba tan atemorizada que pensó que moriría. María dijo a los niños:
“Ustedes han visto el Infierno a donde los pecadores van cuando no se
arrepienten.”Un Dogma Católico más, la existencia del Infierno. El Infierno es
eterno. Nuestra Señora dijo: “Cada vez que recen el Rosario, digan después de
cada década:
“Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno, lleva
al Cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Tu
misericordia.”
María vino a Fátima como profeta del Altísimo para salvar a las almas del Infierno. El patrono de todos los pastores, San Juan María Vianney, solía predicar que el mayor acto de caridad hacia el prójimo era salvar su alma del Infierno. Y el segundo acto de caridad es el aliviar y librar a las almas de los sufrimientos del Purgatorio. Un día en su pequeña iglesia (donde hasta este día se conserva su cuerpo incorrupto), un hombre poseído por el demonio se le acercó a San Juan María Vianney y le dijo: “Te odio, te odio porque arrebataste de mis manos a 85 mil almas.”
Eminencias, Excelencias, Sacerdotes, cuando seamos juzgados por Jesús, Jesús nos hará una sola pregunta: “Yo te constituí Sacerdote, Obispo, Cardenal, Papa, ¿cuántas almas salvaste del Infierno?
San Francisco de Sales, de acuerdo con estadísticas, ha convertido, y probablemente salvado, a más de 75 mil herejes. ¿Cuántas almas has salvado tú? Cuando leemos a los Padres de la Iglesia, a los Doctores de la Iglesia y a los santos, uno se estremece ante una realidad: todos ellos enseñaron el Evangelio de Jesús y sobre las Cuatro Postrimerías: Muerte, Juicio, Infierno y Paraíso. Todos han predicado el Dogma Católico del Infierno porque cuando meditamos en el destino de los condenados, no deseamos ir al Infierno. No es mi intención criticar a los Obispos, pero debo confesar esta verdad. En mis 30 años de sacerdocio, es triste reconocer que nunca he visto, ni escuchado, que un Obispo, aún mi Obispo o cualquier otro Obispo, predique el Dogma de la Iglesia Católica Romana sobre el Infierno. Supongo que en sus países o en otros lugares sí lo hacen, pero en Norteamérica no es predicado este Dogma de Fe.
Cierto día en una catedral le dije a un Obispo: “Su Excelencia, usted realiza bellas meditaciones sobre el Santo Rosario cada noche por la radio. Esto es hermoso. Pero debo preguntarle, por qué no abrevia un poco su meditación e inserta después de cada década del Rosario la oración: “Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del Infierno, lleva al Cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Tu misericordia.” ¿Por qué se rehúsa decir esta pequeña oración después de cada década, tal como lo pidió Nuestra señora de Fátima el 13 de julio de 1917, después de que les había mostrado el Infierno a los tres videntes?
El Obispo me dijo: “Mire, a la gente no le gusta que prediquemos sobre el
Infierno, la palabra Infierno les asusta.” No estamos para predicar lo que
complazca a las multitudes sino para salvar sus almas del Infierno, para evitar
que vayan al Infierno eternamente. Es probable que esta afirmación no sea
aceptada por todos los Obispos pero con frecuencia los oigo rezar el Rosario
omitiendo esta oración piadosa para salvar almas del Infierno.
Yo creo que esta pequeña oración de Nuestra Señora de Fátima dada a los niños el 13 de julio de 1917, es más poderosa y más placentera a Dios que cualquier meditación por bella que sea aunque haya sido expresada por un Obispo. Cada uno de nosotros hemos recibido nuestra misión de Dios, y creo que Jesús y Nuestra Señora desean que mi misión sea que yo predique sobre el Infierno. Por esto es que predico sobre el Infierno. Hay muchas revelaciones que podemos leer en la biografía de las almas privilegiadas. Algunas almas que están el Infierno han sido obligadas por Dios a hablarnos para ayudarnos a crecer en nuestra fe.
Constituye un pecado mortal de omisión el rehusarse a predicar el Dogma Católico
sobre el Infierno. Tales almas condenadas han dicho: “Podríamos soportar estar
en el Infierno por mil años. Podríamos soportar estar en el Infierno un millón
de años, si supiéramos que un día dejaríamos el Infierno.” Amigos míos, debemos
meditar, no sólo en el fuego del Infierno, no sólo en la privación de
contemplación de Dios, sino que debemos también meditar en la eternidad del
Infierno. Meditar seriamente frente al Sagrario sobre el Dogma Católico sobre el
Infierno. Queridos Obispos, ustedes deben predicar por completo el Evangelio de
Jesús, incluyendo la trágica realidad del Infierno eterno.
Nota: El Padre Marcel falleció en el año 1997. De Canadá, se ordenó tardíamente, al cumplir los 35 años.
ANEXO 4
El cura de Ars y el demonio
Les recomendamos especialmente que se tomen su tiempo y escuchen este relato, dura casi una hora veinte minutos. En Internet se encuentra dividida en cinco partes, pero al partirlas perdieron algunas palabras. Aquí tienen la versión original unitaria, nos costó mucho conseguirla. Esperamos que la disfruten.
ANEXO 5
Lo siguiente sobre el Infierno
es tomado del Diario de Santa. Faustina, lo cual escribe durante su Retiro
anual, en Cracovia, el 20 de octubre de 1936: “Hoy, un Ángel me llevó a los
precipicios del Infierno. Es un lugar de grandes torturas. ¡Es impresionante el
tamaño y la extensión del sitio! “He aquí los tipos de torturas que vi: La
primera tortura en que consiste el Infierno es la pérdida de Dios. La segunda es
el remordimiento
de conciencia perpetuo. La tercera es saber que esa condición nunca va a
cambiar. La cuarta es el fuego que penetrará el alma sin destruirla un
sufrimiento terrible, ya que es un fuego puramente espiritual, encendido por la
ira de Dios. La quinta tortura es la permanente oscuridad y un terrible hedor
que sofoca, y que, a pesar de la oscuridad, los demonios y las almas de los
condenados se ven y ven toda la malignidad, tanto propia como de los demás. La
sexta tortura es la compañía constante de Satanás. La séptima tortura es la
horrible desesperación, el odio a Dios, las palabras horrendas, las maldiciones
y las blasfemias.
“Estas son las torturas que sufren en general todos los condenados, pero éste no es el fin del sufrimiento. Hay torturas especiales destinadas a las almas en particular. Son los tormentos de sus sentidos. Cada alma pasa por sufrimientos terribles e indescriptibles, relacionados con la manera en que han pecado. “Hay cavernas y fosos de tortura en la que cada tipo de agonía es diferente. Yo hubiera muerto con la simple visión de esas torturas, si no hubiera sido porque la omnipotencia de Dios me sostenía. “Que sepa el pecador que será torturado por toda la eternidad en aquellos sentidos que utilizó para pecar. “Estoy escribiendo esto por mandato de Dios, para que ninguna alma pueda excusarse diciendo que no existe el Infierno, o que nadie ha estado allí, y que por tanto no puede saberse cómo es.
“Yo, la Hermana Faustina, por orden de Dios, he visitado los abismos del Infierno, para poder hablar a las almas sobre esto y para poder dar testimonio de su existencia. He recibido el mandato de Dios de dejarlo por escrito. "Los malvados los arrojará en el horno ardiente. Allí será el llanto y el rechinar de dientes" (Mt. 13, 42). "Y a ese servidor inútil échenlo en la oscuridad de allá afuera: allí habrá llanto y desesperación" (Mt.25,30). "Malditos: aléjense de Mí, al fuego eterno" (Mt. 25, 41).
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