Dios Padre
NO
LE RETENGÁIS EL PERDÓN A NADIE, A NADIE.
(HABLA DIOS PADRE)
Deseo, Pequeños, que los hijitos consagrados a María Santísima se esfuercen a lo
más por ser como Ella lo es. Mis hijitos deben constituir un bastión de paz para
todos aquellos que se aproximen.
Ellos serán el campamento que en medio de la guerra pueden encontrar los
sufrientes donde serán bien recibidos. Primero que nada con Amor, con sopa
caliente, una cobija, un sitio en su mesa y en su Hogar. No desprecien a
ninguno, que quien se acerca es porque (aunque ustedes no lo vean, o no lo
sepan, o a veces, ni siquiera lo creen cabalmente y lo duden: quien se aproxima
a ustedes) es una alma que El Cielo está rescatando del fuego infernal por todos
los medios posibles. No sean ustedes quienes hagan imposible esta misión.
A todos aceptad, a todos acoged, a todos amad; que el mundo es un hervidero de
egoísmo, de rencor, de odio, y si no son ustedes, Mis Fieles, Mis Amados, estos
campamentos de paz, en medio de la guerra, os lo repito, ¿a dónde irán a
refugiarse mis pobres hijos del desierto?
Abrid vuestros brazos a todos, acoged a cualquiera que se acerque, no le neguéis
Mi Santa y Divina Misericordia a nadie. Y, sobretodo, Pequeños Muy Míos,
perdonad las ofensas ¿Cuántas veces? Os dice Mi Hijo Santísimo: setenta veces
siete perdonaréis las ofensas que se cometieren contra vosotros. No le retengáis
el perdón a nadie, a nadie, que cada uno es un alma creada especialmente por Mí,
vuestro Padre Creador, vuestro Padre Amado desde la eternidad.
Haced como os digo y la paz no huirá de vuestros corazones.
No depreciéis a ninguno, a ninguno, Pequeños Míos, que os habéis ya convertido
en hermanos mayores, en hijitos predilectos y El Cielo os guarda vuestras
espaldas.
Si caéis levantaros pronto, no os quedéis demasiado tirados en el suelo que por ahí
pasarán los caballos de guerra y os aplastarán si no os levantáis pronto.
Pedidme perdón por vuestro constante pecar, levantad la cara el Cielo y orad por
guía y perdón, que Su Amante Padre que está en los Cielos os sabrá recompensar
por hacer La Santa Voluntad y no la propia. ¿Lo tenéis claro, Mis Niños?
Recordad que al juzgar no estáis más que señalando con dureza la viga en vuestro
propio ojo. Desviad la mirada del Cielo de vuestro pecar, al disculpar los
errores del hermano.
El hermano mayor es quien guía ahora a mi Grey Santa. No os dejéis confundir por
el Mal que Mis Principios y Preceptos son nítidos, son claros y en ellos no cabe
excepción. Reconciliaros reconciliaros reconciliaros y orad de corazón unos por
otros, porque, os lo repito, sino ¿cómo llegareis a amar a vuestros enemigos?,
como os lo He Ordenado.
Os Perdono día con día vuestras minucias, pero no puedo perdonar aquel que es
inflexible y duro con su hermano; aquel que se coloca por encima de él, porque
todos sois Mis Hijitos, y el mayor no está para juzgar duramente, sino para
ofrecer su amorosa mano y protección, hacedlo así, que sois ya los mayores entre
vuestros hermanos, Pequeños Muy Míos.
(HABLA NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO)
Niña Mía, quien se cierra al perdón, se cierra a la Santa Gracia. Es como si
cerrara las persianas para que no entrara la luz del medio día. Abrid las
compuertas, abrid las persianas y los postigos, dejad que entre la calidez del
Amor de Dios a vuestros corazones, sino ¿qué calidez podréis llevar a vuestros
hermanos que agonizan ya de frialdad?
No seáis egoístas y atreveos a amar, a poner la otra mejilla, que sé, Pequeños
Nuestros, que lo que os pido es que seáis criaturas celestiales, porque en estos
Tiempos Últimos y fatídicos, quienes no son hijos del Cielo, son pronto
reclutados por los ejércitos del Maligno de donde es duramente difícil escapar.
Si veis a un indeciso, tomadlo en vuestra protección y no desistáis de él, así
como el Cielo no desistió con vosotros, no desistáis, os repito, os señalo, os
comando, os ordeno, hasta depositarlo en los Amantes Brazos de Mi Santísima
Madre María, Reina de la Paz. Sacadlos de la guerra, explicadles con amor y sed
EVANGELIOS VIVOS, que seréis así luz en la oscuridad del mundo. No desistáis
nunca. Seguid seguid seguid Mis Fieles que el Cielo os guarda los pasitos, y os
cuida para que no caigáis al abismo de fuego.
Tenéis que andar con cautela y con mucho cuidado, pero no por ello os paralicéis
y ceséis vuestra marcha hacia la eternidad. Mucho se espera de vosotros,
Pequeños, pero también con muchos regalos del Cielo contáis para haced vuestra
Misión.
(HABLA NUESTRA SANTÍSIMA MADRE)
Pequeñita,
Madre Santísima
Tuve que amonestaros, Pequeña Niña Mía, porque ¿no estabais viendo como un
pasito fuera y la paz huía de vuestra almita y corazón? Pronto regresáis pero
bien sé que no os gusta doblegar el orgullo, lo defendéis, lo justificáis y todo
por no dar vuestra mano a torcer, pero en esos juegos Yo puedo perder a Mis
Hijitos, así que el Cielo es pronto y decidido al amonestaros y de vosotros
depende si seguís en vuestro error o mudáis.
Me alegra, Pequeñita, que hayáis visto vuestro error y sólo amando más al Cielo
que al mundo, más a Mi Hijo Amantísimo que a vuestro orgullo y reputación,
encontrareis cómo dejarse doblegar y ofrecer la otra mejilla.
Siempre recordad cómo Mi Hijo perdonó hasta a los más malvados de sus verdugos,
aquellos que le escupían en su Santa Faz, que rompían sus Santas Vestidura, cómo
Mi Perfecto Hijo callaba y oraba por aquellos que lo ofendían. No seáis
distintos a Mi Amadísimo Hijo. El es vuestro Divino Maestro, vuestro Señor - Rey
de reyes y Señor de señores - vuestro Verdadero Amigo.
Confiad en Mi Hijo, Confiad en Mi Amadísimo Hijo, confiad - os lo repito y no
dudéis - de la guía del Cielo y aún cuando no queráis, haced la voluntad del
Cielo. No decís en El Padre Nuestro: “Hágase Tu Voluntad y no la mía”, haced
como decís, por algo Mi Hijo os dejó esta sacratísima Oración, guiaos por ella.
(HABLA SAN MIGUEL ARCÁNGEL)
¿San Miguel?
Pequeña: El Cielo se congratula con cada batalla ganada y sigue adelante con los
suyos. No miréis los resultados de vuestras acciones inspiradas por El Cielo,
seguid seguid seguid, que no hay tiempo que perder. Haced caso en todo lo que
oigáis de los profetas del Señor, no dejéis el perdón para mañana, que el
mañana, os lo repetíos, es un tiempo altamente incierto.
Poneos a perdonar hoy, a tener vuestros asuntos en regla para que no perdáis la
paz y estéis siempre seguros y firmes en la fe y en el obrar. No deis espacio ni
pretexto al Maligno, que el acusador busca incesante como haceros tropezar y
manteneros lejos de El Señor.
La humildad es la llave de regreso, y sin perdón no hay como dar la vuelta en la
cerradura. Veréis, en el Cielo, lo absurdo que es el rencor y la cantidad de
almas buenas que perdemos por éste. No os dejéis confundir, no le deis permiso
al Maligno de entrar a vuestro derredor atraído por el rencor.
Las alimañas gustan de la oscuridad, y el rencor no es otra cosa, dejad que la
luz del perdón entre a vuestros hogares. Reconciliaros unos con otro y perdonad
perdonad perdonad si sois hijos de Dios Altísimo.
Amén en todo
Que así sea, Amén
(HABLA SAN JOSÉ)
Consagraos Consagraos Consagraos, Pequeños, no lo olvidéis; personalmente y a
vuestros hogares y familia, a vuestras santas Misiones, a vuestros enemigos,
consagrad todo lo vuestro para así hacedlo del Cielo.
(HABLA DIOS PADRE)
Finalmente, Mis Pequeños, el perdón es un bálsamo para el alma que curará
vuestras heridas. No lo dilatéis más: es ahora cuando hay que reconciliaros con
todos, si es que sois Mis Hijitos, si así os llamáis y os consideráis.
Sabed que no hay enemigo pequeño y el rencor lo es.
(HABLA NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO)
¿Acaso yo os guardo rencor, acaso no os he perdonado, es eso lo que os enseñé?
HDDH
(Marzo 11)
Año del Señor 2013
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