EL PEQUEÑO RESTO FIEL

Para entender un poco más

 

 

 

 Dios Padre:

Agradecedme pues, Mis pequeños, vosotros, el resto fiel que quedará después de la tribulación y que empezará el Mundo del Amor, agradecedme todo lo que Yo os he consentido.

 Estos son tiempos, Mis pequeños, de unir nuevamente al género humano, en un solo pensamiento, en una sola palabra, en un solo ser.

Se acabarán las fronteras, os uniréis todos como una verdadera familia, os dejareis mover por Mi Voluntad.  Larga ha sido la travesía, vuestro destierro, pero por vuestro error, que en lugar de haber luchado contra él, lo manteníais y no os soltabais de él.


Sois un pueblo de cerviz dura, que no quiere entender que de Mí, vuestro Dios, solamente podéis obtener el Bien. Sois un pueblo de cerviz dura que desconfía de Mi Bondad, porque no entendéis que sois Mi Creación y que sois Mis hijos. Soy el Mejor Padre que vosotros os podáis imaginar, Padre Amorosísimo, Padre Respetuoso, pero sobre todo, un Padre que os enseña a solamente hacer el Bien y que espera de vosotros que respondáis en ese Bien.


Agradecedme pues, Mis pequeños, vosotros, el resto fiel que quedará después de la tribulación y que empezará el Mundo del Amor. 

Ciertamente, el aprender para muchos de vosotros, duele, por vuestra necedad, porque no actuasteis con Sabiduría, si hubierais tomado Mis Palabras y Mis Enseñanzas desde siempre, os hubierais ahorrado mucho dolor en vuestra vida y en la de los vuestros, pero ahora, que ya entraréis a ese cambio, gozaréis de lo que Yo os daré. Aprended pues, de vuestros errores pasados, para que os mantengáis Conmigo, bien unidos por muchos años por venir y, así os seguiré consintiendo, como el resto fiel, que se mantuvo Conmigo, aún a pesar de las pruebas fuertes que pasó.



A continuación un texto  escrito por Germán Mazuelo Leytón.

 
Ante la Revolución y la decadencia, debe llegar sin duda la reacción del Pueblo de Dios, como nos demuestra el Antiguo Testamento. El Pueblo Elegido tuvo graves crisis sobre todo en las épocas de sus exilios en Egipto y en Babilonia, pero Dios siempre reservó un resto que fue la semilla fecunda de nuevas levas, que se elevaron cada vez más en alto.

Uno de los más interesantes profetas inspirados es Amós, de extracción campesina, pobre voluntario. Su argumento es: Dios quiere salvar a su pueblo que se resiste a la invitación del Cielo, y será castigado por Yahvé como lo merece su obstinación.

Más en la profecía de Amós, surge la realidad del resto de Israel, es decir una parte sana que obedecerá al Señor, y quedará unida a Él como un íntimo amigo de quien recibirá toda clase de dones.

En una época en la que se critica la ruina de la religión aún de los cristianos, por la cantidad de malos observantes, parecidos a los contemporáneos de Amós, se subraya que también existe una buena porción de cristianos rectos, sinceros con Dios, dispuestos a cumplir sus órdenes, anhelantes de dar satisfacción a su Creador.

En medio del inmenso duelo de Israel por los castigos recibidos de su Dios, hay una fulguración de esperanza, como un rayo consolador que ilumina las tíbienlas.

Afirma el profeta Amós: Buscad el bien, y no el mal, para que tengáis vida, y así Yahvé de los ejércitos estará con vosotros, como lo decís. Aborreced el mal, y amad el bien, y restableced la justicia en el foro; quizás Yahvé, el Dios de los ejércitos, se apiade del resto de José.[10]

Todo el Antiguo Testamento es una abierta lucha entre Dios que desea ser un auténtico Padre para su pueblo escogido y la miseria de los israelitas que desobedecen a Dios y lo desprecian públicamente, pero sobre la bondad de Dios que vela a su pueblo, siempre vela la Providencia de Dios que conserva un resto entre la miseria humana, un resto de su pueblo fiel, como un almácigo donde se conservan las excelentes semillas, con las que una vez más poblará a su pueblo.

Isaías desarrolla la idea del resto, tras un espantoso castigo que se actuaría en el Pueblo de Israel, afirma Isaías:

Aquel día el brote de Jacob será ornamento y gloria de los salvados de Israel, a los que queden de Sión y al resto de Israel se les llamará santos, pues el mismo Señor escribió sus nombres para que tengan vida en Jerusalén.[11]

Igual hoy, mientras millones de malos cristianos, desobedientes, traidores, desagradecidos, vivirán voluntariamente dando la espalda a Dios, Yahvé suscita en la Iglesia un resto que se mantendrá fiel y fortalecerá a la Iglesia a pesar de los ataques de propios y extraños. Este glorioso y eficaz resto, nunca faltará junto a Yahvé.

De nuevo florecerá la profecía de Isaías como 700 años antes de Cristo: el profeta contempla el numeroso Pueblo Escogido que será castigado por sus pecados, disminuirá trágicamente, pero no desaparecerá del todo y luego restaurará sus antiguas grandezas.

Fijémonos en la crisis del momento actual verdaderamente espeluznante, y, sobre ese fondo escuchemos a Isaías que dice: «Un resto volverá, un resto de Jacob se volverá hacia el Dios Fuerte, porque aunque fuera tu pueblo oh Israel, como la arena del mar, sólo un resto volverá, su destrucción está decidida, para que quede bien clara la justicia, pues el Señor Yahvé de los Ejércitos, llevará a cabo en todo el país, el exterminio que ha resuelto hacer».[12]

Los que permanecerán fieles serán los que «no se ensuciaron con mujeres» (Ap 14, 4), es decir, con la Mujer, la Ramera. Hombres límpidos, «en cuya boca no se encontró mentira».

Los primeros mártires debieron luchar contra los emperadores, los últimos contra el mismo Satanás. Por eso serán mártires mayores. Ni siquiera serán reconocidos como mártires, agrega San Agustín, ya que se los condenará como delincuentes ante las multitudes, víctimas de la propaganda. La llamada «opinión pública» estará en favor de esta persecución.[13]

Dios ha de purificar, como el oro en el crisol, antes, aún a los elegidos hasta que se aprendan la virtud de la humildad y amen de corazón la pobreza. En la Virgen Madre del Dios-Hombre y de los nuevos hijos de Dios, se dio el principio o primera etapa de la última prueba de la fe divina y cristiana, al mismo tiempo de la Iglesia contemporánea confirmar los Dogmas marianos que la presentan, en el misterio, refulgente en su luz de luna, iluminándolos con el fulgor del sol, para una de las señales del final de los últimos tiempos concedidos al mundo para su conversión.[14]

Un «resto mariano», una familia mariana que debe mantenerse fiel.

El Triunfo del Inmaculado Corazón de María es el reunir los corazones humanos, abandonados a Jesús y consagrados a María, los corazones que entran a formar parte de la familia mariana, un remanente mariano, una armada mariana dispuesta a todo para que pueda venir el Reino del Sagrado Corazón de Jesús, el Reino de la Eucaristía, la Era de Paz profetizada en Fátima, la verdadera nueva primavera de la Iglesia.

 

Finalizamos con un escrito sobre el tema del obispo Mario Moronta, de San Cristóbal de Venezuela.

 

 El profeta Sofonías, al referirse al grupo de gente humilde y pobre, pero llenos de fidelidad hacia Dios, habla de ellos como el “resto de Israel”. Es un pequeño grupo que mantendrá firme y vigente la alianza y permanecerá firme en la comunión con Dios. Otros profetas hablarán de lo mismo aunque no empleen la misma terminología, al hacer referencia a quienes de verdad son fieles al compromiso de la alianza. Siempre se encontrarán otros creyentes que sucumbirán ante las tentaciones de sus malos dirigentes o preferirán la comodidad de la rutina o la mediocridad de una fe sostenida por actos externos. Quienes forman parte del “resto de Israel” van a ser considerados como “los humildes de la tierra” y alcanzarán la plenitud.


San Pablo, al escribirles a los Corintios, señala cuál será la causa para que el mundo no acepte a quienes optan por seguir a Cristo y pertenecer al grupo de sus discípulos. Para seguir a Jesús hay que tener conciencia de la pequeñez y humildad de cada uno y dejarse llevar por la auténtica sabiduría, la cual viene del mismo Dios: “En efecto, por obra de Dios, ustedes están injertados en Cristo Jesús, a quien Dios hizo nuestra sabiduría, nuestra justicia, nuestra santificación y nuestra redención”.

En cambio, quienes se consideran los sabios y entendidos del mundo, si no se hacen sencillos y se dejan guiar por la Palabra no podrán ni entender ni participar plenamente de la gracia de Dios. El mundo va a juzgar cruelmente a quienes optan por Jesús; lo va a hacer con sus criterios y los va a considerar ignorantes, débiles, insignificantes… Y se olvida que es allí donde el señor puso su morada. Como nos lo enseña la Virgen María, el Señor va a realizar sus grandes maravillas desde la pequeñez de sus seguidores.


La enseñanza de la Palabra de Dios es muy clara para quienes de verdad quieren optar por Jesús: “En efecto, por obra de Dios, ustedes están injertados en Cristo Jesús, a quien Dios hizo nuestra sabiduría, nuestra justicia, nuestra santificación y nuestra redención. Por lo tanto, como dice la Escritura: El que se gloría, que se gloríe en el Señor”. Aquí está el grupo de los seguidores de Jesús, “el nuevo resto de Israel” cuya tarea primordial seguirá siendo anunciar el Evangelio de la salvación.

 

 

 

 

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