MISERICORDIA QUIERO Y NO SACRIFICIOS
EL AYUNO QUE ME AGRADA ES EL AYUNO DEL AMOR
Que mi paz os acompañe, hijos míos.
Esta generación ingrata y pecadora
llama bien a lo que es mal, y
llama mal a lo que es bien.
¡Qué tristeza me produce ver a tantos que dicen de palabra ser de Dios,
pero atacan como lobos feroces
a sus propios hermanos!. ¡Hipócritas, coláis el mosquito, pero os tragáis el
camello! Sepulcros blanqueados que aparentáis lo que no sois, ni practicáis.
De nuevo os lo repito:
Misericordia quiero y no sacrificios, el ayuno que me agrada
es el ayuno del amor.
(Mt 9, 13) (Oseas 6, 6).
En vuestro prójimo está reflejada mi propia imagen; amaos y socorreos los
unos a los otros, para que podáis ser mis discípulos, y podáis llamaros hijos de
Dios.
No juzguéis,
no condenéis,
no critiquéis;
no señaléis,
Porque con la misma vara
que medís, seréis también vosotros medidos. (Mt 7, 1, 2) ¿por qué levantáis
juicios a priori contra vuestro hermano, sin antes haberlo escuchado?
Acordaos de lo que dice mi Palabra: Amarás al Señor tu Dios, con todo tu
corazón, con toda tu alma, con toda tu mente. Este es el principal y primer
mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo, como a ti
mismo. (Mt 22, 36, 39).
Entonces, ¿por qué no lo ponéis en práctica con vuestro Dios y con
vuestros hermanos?. Acordaos:
No todo el que me dice Señor,
Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi
Padre Celestial. (Mt 7.
21) Dirán: Señor en tu nombre hemos profetizado, y en tu nombre hemos arrojado
los demonios, y hecho muchos milagros en tu nombre. Entonces yo os diré:
¡Apartaos de Mí, agentes de injusticia! (Mt 7. 22, 23).
No seáis como el fariseo, comportaos más bien como el publicano, para que
podáis ser justificados. Un corazón contrito y humillado tu no lo desprecias. El
que se ensalza será humillado, y el que se humilla, será ensalzado.
Dejad pues de atacaros los unos a los otros, porque mi Espíritu estoy derramando en todas las naciones. Escuchad lo que dice mi Palabra a través de mi Profeta Joel.
EFUSIÓN DEL ESPÍRITU DE
DIOS
Después de esto, yo derramaré mi Espíritu sobre todos los hombres.
Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros ancianos tendrán sueños,
y vuestros jóvenes visiones.
Hasta en los esclavos y esclavas derramaré mi Espíritu en aquellos días.
(Joel 3. 1,2).
Os pregunto entonces:
¿por qué atacáis a
vuestros hermanos, sabiendo que también en ellos está mi Espíritu?
Pedidle a mi Santo Espíritu que os dé el discernimiento, antes de juzgar, para
que no os hagáis Anatema. Porque sí; en vuestro hermano también habita el
Espíritu de Dios y vosotros por ligereza de lengua, lo atacáis y blasfemáis, os
digo, que también lo estáis haciendo conmigo.
Escuchad lo que dice mi
Palabra: Todos los pecados
le serán perdonados a los hombres, menos el pecado de blasfemia contra mi Santo
Espíritu, éste no tendrá perdón, ni en el cielo, ni en la tierra.
Os exhorto pues a que enderecéis vuestro camino
y dejéis de estar atacándoos los
unos a los otros. Donde
hay soberbia espiritual, no puede estar el Espíritu de Dios. Obrad con caridad
con vuestros hermanos y comportaos como hijos de la luz que sois, porque ya no
sois esclavos, sino hijos del Padre, herederos del reino de los cielos. Que mi
paz y mi amor permanezcan en vosotros. Soy vuestro Padre, Jesús de la
Misericordia. Dad a conocer mis mensajes de salvación a todas las naciones.
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