LAS PENAS DEL PURGATORIO

  No es nuestro ánimo asustarlos, muy por el contrario,  si hemos incluido algunos párrafos del libro del Padre Ruotolo es para mostrarles cual va a ser nuestra realidad después de la muerte, para que nos preparemos ahora, que tenemos vida y que mucho podemos hacer por nuestra alma inmortal. Pero ¿cómo podemos ayudarnos?

Primero que todo amemos a nuestro Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos, esto significa hacer todos los esfuerzos posibles para conseguir la salvación de nuestros semejantes. No debemos buscar sólo nuestra salvación particular, sino también la de nuestro prójimo. 

De más estar decir que debemos llevar una vida lo  más espiritual posible.

Rechacemos siempre el placer, busquemos el sacrificio con sentido espiritual y solidario. No nos autoflagelemos, sino sacrifiquémonos rezando por el mundo, por el prójimo y ayudemos a nuestros semejantes con buenos consejos, con tiempo y con recursos cuando podamos.

Oremos siempre junto a Nuestro Padre. (No olvidar el Rosario de la Divina Misericordia)

Recemos junto a Cristo crucificado, comprendiendo a cabalidad los enormes sufrimientos que padeció en su pasión por causa nuestra.. Acompañémoslo en el Sagrario (Tabernáculo) algún tiempo, cuando la iglesia se encuentra sin feligreses (no olvidar la comunión física y la espiritual)

Recibamos los sacramentos de la iglesia y cumplamos  sus mandamientos y los de Dios.

Recemos El Rosario diariamente, la Virgen baja al purgatorio en día fijo a socorrer a las almas que en vida le fueron  devotas.

Encomendémonos además a un Santo en especial, quién nos consolará cuando nos encontremos en ese lugar de tormentos.

Recemos por las almas del purgatorio, ellas cuando se encuentren en la gloria rezarán por nosotros.

No olvidemos que siempre nuestro norte es la Patria Celestial, a Dios Padre llegaremos a través del Hijo y al Hijo llegaremos a través del Padre.

Solicitemos ayuda al Espíritu Santo y a nuestro ángel de la guarda. Ambos nos ayudarán en el camino a la perfección.

Ganemos indulgencias parciales y plenarias.

Siempre consideremos la posibilidad de practicar la castidad, una separación matrimonial, un problema físico repentino, una soltería prolongada, la viudez, etc, son invitaciones de Dios para que la practiquemos. Por razones misteriosas que no logramos comprender, esta práctica tiene un valor inmenso en los cielos y les permitirá alcanzar altos niveles en la Patria Celestial (La Sagrada Familia fue casta). No olvidemos que la Gloria no es igual para todos, será a cada cual de acuerdo a sus obras. En todo caso es bueno antes de tomar una determinación de esta naturaleza consultarlo con un sacerdote para que se vea cada caso en particular. Se puede hacer un voto de castidad (secreto) directamente con Dios por periodos cortos e ir renovándolos de acuerdo a como se vayan dando las cosas. (Se trata de un voto voluntario no obligatorio que pueda ser suspendido en caso que no nos sintamos capaces o por que la vida nos está presentando un  camino alternativo para llegar a Él. Es un voto laico privado, que no debe ser confundido con el voto sacerdotal.) Debemos evitar a toda costa desalentarnos si fracasamos y que esto nos aleje de Dios.

 

 

 De más está decirles que el Padre Dolindo fue un gran investigador y todas aquellas hechos que nos relata fueron debidamente verificados por él. No es producto de la imaginación de un padrecito candoroso, muy por el contrario estamos frente a un gran intelectual e investigador teológico.

 Las Penas del Purgatorio: El fuego

Las penas del Purgatorio son para nosotros un gran misterio, aunque creamos saber algo a través del testimonio de tantas apariciones de almas, que son ahora una realidad comprobada. Los católicos saben por la fe (ciencia de las ciencias) que el alma es inmortal, que hay para ella otra vida de infelicidad si es obstinada en la maldad, o purificadora si es manchada pero en gracia de Dios, y felicísima si es santa.

El sufragio

 Las penas del Purgatorio son penas de otra vida, completamente diversas de la vida terrena, son tormentos del alma, que las sufre intensamente.  Las penas corporales o espirituales de la vida presente, repercuten en el alma pero de modo indirecto, porque pasan de los sentidos al sistema nervioso, de éste al cerebro que advierte las sensaciones, y del cerebro al alma que las percibe.

La anestesia local o total que se hace en las operaciones quirúrgicas, deja los sentidos como adormecidos e incapaces de transmitir los dolores al alma.

En el Purgatorio es el alma quien percibe directa y totalmente el dolor de la purificación, y este dolor no es atenuado por ninguna anestesia; veremos después, como puede ser sólo atenuado por el sufragio, que es un pago hecho por viajeros de la tierra, los cuales aplican a las almas los méritos de Jesucristo, ayudándolas con plegarias y sacrificios.

El sufragio es como sacar un tumor, que deja sana la parte enferma y no la hace sufrir más.  Es como un pago de amorosa caridad, que quita una deuda al alma y la dispensa de pagarla hasta lo último, aliviándola de las penas.

No hay por lo tanto ninguna comparación entre las penas del Purgatorio y las penas de nuestra vida temporal.

 El tormento del Purgatorio que más fácilmente podemos imaginar, es aquel del fuego, porque hay innumerables apariciones de almas que lo han testificado, dejando visibles marcas del fuego que las atormenta.  De estas marcas se ve la tremenda diferencia que hay entre el fuego terreno y el fuego del Purgatorio.

 Para darles un ejemplo, en la historia del Padre Estanislao Choscoa, dominico (Brovus, Hust. de Pologne, año 1590). Un día, mientras este santo religioso rezaba por los difuntos, vio un alma completamente devorada por las llamas, y le preguntó si aquel fuego era más penetrante que el de la tierra.

- "Ay de mí -respondió el alma gritando- todo el fuego de la tierra, comparado con el del Purgatorio es como suave brisa.  El religioso dijo ¿Cómo es posible?, quisiera probar, a condición sin embargo que me sirviese para descontar en parte las penas que deberé sufrir en el Purgatorio".

El alma agregó - "Ningún mortal podría soportar la mínima parte de aquel fuego, sin morir al instante, sin embargo, si quieres convencerte, extiende la mano".

El Padre sin vacilar extendió la mano, sobre la cual el alma hizo caer una gota de su sudor o de un líquido que se le parecía.  Ante aquel contacto el religioso emitió un agudo grito y cayó al suelo desvanecido por el dolor que sintió.

Acudieron los hermanos, los cuales le prodigaron todas las atenciones para que volviera en sí.  Él lleno de terror, les contó lo que le había sucedido, y mostró sobre la mano una dolorosísima llaga.  Tuvo que acostarse, porque no resistía estar en pie y después de un año y medio de increíbles sufrimientos, murió, exhortando a sus hermanos a rehuir las pequeñas culpas, para no caer en aquellos terribles tormentos.

Hay numerosísimos hechos similares, de modo que es temerario e ilógico dudar de la realidad del fuego del Purgatorio. 

 La Purificación es una necesidad del alma

 No es un acto de severidad de parte de Dios, es absurdo pensarlo, porque Dios es amor y por el estado de gracia del alma, Dios la ama con desmesurado amor, pero no puede suprimir la necesaria purificación a la cual el alma aspira.

 El adorante aprecio que tiene de Dios le hace considerar su infinita santidad y no quiere gozar de Él sin estar antes purificada totalmente.

 Por el amor infinito que atrae al alma y por el deseo de purificación que ella tiene, se comprende porque Dios quiere que el alma sea socorrida por el sufragio que la ayuda a purificarse y porque el alma se vuelca a la Iglesia militante que es rica en tesoros de misericordia de Dios, por los méritos de Jesús, de María Santísima y de los Santos.

Es lógico ya que el alma, que no alcanza a Dios es todavía viajera aunque esté fuera de la vida terrenal, y para purificarse debe aprovechar las fuentes de la Iglesia peregrina. Por una delicadeza de su amor, Dios quiere asociar a la Iglesia y al alma en su misericordia.

Dios parece severo cuando dice que hay que pagar hasta la última cuenta, pero, en realidad Dios es bueno, quiere que el alma entre en el cielo cual reina, como un derecho propio de su noble condición.

Acostumbrados como estamos a la superficialidad de nuestras apreciaciones sobre la bondad de Dios y completamente ignorantes de las delicadezas admirables de su amor, nos cuesta comprender la bondad divina en su justicia amorosísima, cuando permite que  suframos en la vida terrenal o en la vida de ultratumba.

 ¿Cómo puede el fuego atormentar un Espíritu?

 Con respecto al fuego del Purgatorio como aquel del Infierno se ve una dificultad gravísima: - Cómo puede el fuego atormentar a un alma?

De las apariciones de las almas purgantes o condenadas, por las evidentes quemaduras que han dejado como señal de su presencia, se deduce claramente que aquel fuego tiene algo de material; entonces, ¿cómo puede atormentar un espíritu?

Esta es la solución de esta dificultad:

Nosotros sabemos científicamente que los hombres tienen sensaciones dolorosas que pasando por los sentidos llegan al cerebro y desde allí al alma.  Es en el alma y por ella que se perciben.  Un muerto no siente dolor por que no tiene alma, un anestesiado completo no siente dolor porque los sentidos están inertes por la anestesia, no trasmiten las sensaciones dolorosas al cerebro y por lo tanto al alma.  El alma está casi fuera del cuerpo.  La anestesia es como una muerte temporal, el cuerpo vive, pero casi mecánicamente porque los órganos de la vida no están todavía en disolución, sino adormecidos profundamente.

Ahora bien, el fuego del Purgatorio está en el alma misma, no tiene necesidad de los sentidos y de los nervios para llegar a ella, y produce por lo tanto una total y tremenda sensación de todos los dolores corporales, sin ninguna atenuación.

He aquí el por qué el fuego del Purgatorio y del Infierno no puede encontrar ninguna analogía con el fuego de la tierra, que las almas purgantes llaman "brisa suave" en comparación con el fuego que las purifica.

He aquí por qué el fuego del Purgatorio da al alma las sensaciones dolorosas más opuestas: el frío y el calor espantoso, el hambre y la sed atormentadora, la parálisis y el nerviosismo, etc. según las culpas que deben expiar.  Reviven por así decirlo, en el alma, todos los sentidos del cuerpo, pero de una manera intensísima y total.

 El alma purgante tuvo un cuerpo en la vida terrenal y este cuerpo aunque reducido a polvo está destinado a la resurrección, y por lo tanto, es siempre del alma a la cual perteneció.  El alma tiene siempre una referencia constante al cuerpo que ella animó y que desgraciadamente fue medio e instrumento de los pecados que ella cometió y por los cuales se encuentra entre las llamas.  La referencia al cuerpo que tuvo en la vida terrenal no es una simple relación científica que hemos señalado, es una relación de profundo dolor por los pecados cometidos con el cuerpo, y deseo de reparación.  El fuego que la atormenta se vuelve en ella como un medio de expiación y puede atormentar el espíritu en su referencia al cuerpo que tenía en la tierra.

 En el Purgatorio, el fuego que atormenta al alma está atenuado por el amor y la esperanza de la gloria eterna.  El alma sufre como sufren los Santos en la tierra, en una piadosa unión con la Divina Voluntad y podemos decir, llenos de alegría, por cada culpa que es purificada por el fuego doloroso y que acrecienta su amor y sus suspiros a Dios, infinito amor.  

En el infierno, en cambio, el fuego atormenta a los condenados con una desesperación espantosa porque aquel fuego es su estado, voluntaria y obstinadamente elegido; como el dolor desesperado excita terriblemente la ira, se encuentran en un estado de tremendo odio atormentándose mutuamente.  El sufrimiento expiatorio pone orden y paz; en cambio el sufrimiento desesperado, genera el desorden y el horror eterno.

Por esto Jesús en el ímpetu de su Sagrado Corazón dice: "Si tu ojo, si tu pie, o tu mano te escandaliza, y te pone en condición de condenarte, sácalo, córtalo porque es mejor ir ciego o manco al Reino de Dios que ir corporalmente sano al fuego eterno".

 Portada

Los distintos niveles del Purgatorio

Gracias obtenidas por la intercesión de las almas del Purgatorio (casos reales)

Oraciones para las benditas almas del Purgatorio

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