LA TENTACIÓN DE JESÚS EN EL DESIERTO
Textos de Santo Tomás de Aquino
Y Satanás interpreta mal las Escrituras....
EVANGELIO DE SAN
MATEO
Entonces Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu, para que fuese tentado
por el diablo, y habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, después tuvo
hambre. (vv. 1-2)
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 5
Después que Jesús fue bautizado por San Juan en agua, fue llevado por el Espíritu al desierto, para que allí fuese bautizado con el fuego de la tentación. De donde se dice que entonces Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu. Fue entonces cuando el Padre clamó desde el cielo: Este es mi hijo muy amado.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 13,1
Cualquiera que seas, por grandes que sean las tentaciones que sufras después del
bautismo, no te turbes por ello, más bien permanece firme. Pues has recibido las
armas para combatir, no para estar ocioso. Y esa es la razón por la que Dios no
te exceptúa de las tentaciones. Primero, para que te des cuenta que ahora eres
mucho más fuerte. Segundo, para que te mantengas en moderación y humildad y no
te engrías por la grandeza de los dones recibidos. Tercero, para que el demonio
que acaso duda si realmente lo has abandonado, por la prueba de las tentaciones,
puede tener seguridad de que te has apartado de él. Cuarto, la resistencia te
hace más fuerte que el hierro mejor templado. Quinto, las tentaciones te dan la
mejor prueba de los preciosos tesoros que se te han confiado. Pues, si no
hubiera visto el diablo que estás ahora constituido en más alto honor y altura,
no te tentaría.
San Hilario, in Matthaeum, 3
En los santificados se ceban más las tentaciones del diablo porque la victoria
sobre los santos le es mucho más grata.
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 16,1
Algunos suelen dudar por qué espíritu fue llevado Jesús al desierto. Por ello se
añade: lo llevó el diablo a la santa ciudad. Pero verdaderamente y sin
vacilación alguna se entiende por todos y se cree que fue llevado por el
Espíritu Santo, para que su Espíritu lo llevase a aquel lugar, en donde el
espíritu maligno habría de tentarlo.
San Agustín, de Trinitate, 4,13
¿Por qué se ofreció a ser tentado? Para constituirse en mediador que venciese
las tentaciones, no sólo con su auxilio, sino con su ejemplo.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 5
Fue llevado por el Espíritu Santo, no como precepto del mayor al menor. No se
dice que es llevado solamente, quien es llevado por la potestad de otro, sino
también aquel que se complace en la exhortación racional de alguien. Como está
escrito de San Andrés, que encontró a Simón su hermano y lo llevó a Jesús.
San Jerónimo
Fue llevado, no obligado, ni cautivo, sino por el deseo de combatir.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 5
El diablo busca a los hombres para tentarlos, pero como el demonio no podía ir
contra el Señor, Este fue a buscarlo. Por ello se dice: que fue para ser
tentado.
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 16,1
Pero sépase que la tentación se hace de tres maneras: por sugestiones, por
delectaciones y por consentimiento. Cuando nosotros somos tentados, empezamos
por la sugestión, cayendo después en la delectación y en el consentimiento, pues
obramos según las tendencias del pecado, propagado con la naturaleza, y por ello
sufrimos las tentaciones. Pero Dios que se había encarnado en las entrañas de
una Virgen, había venido al mundo sin pecado; por ello, ninguna lucha debía
sentir en sí. Pudo ser tentado por sugestión, pero la delectación no pudo
ofender su inteligencia y por ello, aquella tentación del diablo fue exterior y
no afectó al interior.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 13,1
Cuanto mayor es la soledad más tienta el diablo. Por ello tentó a la primera
mujer cuando estuvo sola, sin su marido. De donde se le dio ocasión al demonio
para que tentase. Por ello fue conducido al desierto.
La glosa
Este desierto está entre Jerusalén y Jericó, en donde habitaban los ladrones,
cuyo lugar se llama Dammaín, esto es, de la sangre, por el derramamiento de
sangre que con tanta frecuencia hacían allí los ladrones. Es ahí donde aquel
hombre que venía de Jerusalén a Jericó, se dice que cayó en poder de los
ladrones, representando a Adán, que había caído en poder de los demonios. Era
conveniente, pues, que Cristo venciese al demonio, en el sitio en que el demonio
había vencido al primer hombre, bajo la figura de la serpiente.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 5
No sólo Jesucristo fue llevado por el Espíritu al desierto, sino que también lo
son todos los hijos de Dios que tienen el Espíritu Santo. No se contentan con
vivir ociosos, sino que el Espíritu Santo los insta para que emprendan alguna
gran obra, lo cual equivale a ir al desierto a buscar al demonio, porque no hay
injusticia allí, donde el diablo no se complace.
Todo el bien existe fuera de la carne y fuera del mundo, porque el bien es superior a la carne y al mundo. Todos los hijos de Dios salen, pues, a tal desierto para ser tentados; por ejemplo: si te has propuesto no casarte, te lleva el Espíritu al desierto, esto es, más allá de los límites de la carne y del mundo, para que seas tentado por la concupiscencia de la carne. ¿Cómo puede ser tentado por la lujuria, el que todo el día está con su mujer? Pero debemos saber, que los verdaderos hijos de Dios, no son tentados por el demonio si no salen al desierto. Pero, los hijos del diablo, en la carne y en el mundo, son tentados y obedecen o consienten en la tentación. Así como el hombre de bien no fornica, sino que vive contento con su esposa, así el malo, aunque tenga su mujer, no se contenta con ella; esto se constata por regla general.
Los hijos del diablo no salen a buscarlo para que los tiente; ¿qué necesidad tiene de salir a la pelea, quien no desea vencer? Los que son verdaderos hijos de Dios, salen más allá de los límites de la carne a combatir contra el demonio, porque arden en deseos de obtener la victoria. Por ello Jesús salió a buscar al diablo, para ser tentado por él.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 13,1
Para que conozcas cuán útil y bueno es el ayuno y qué clase de escudo es contra
el diablo y por qué después del bautismo conviene ayunar y no vivir sujetos a
apetitos inmoderados, quiso ayunar Jesús, no porque El lo necesitase, sino para
enseñarnos.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 5
Y ayunó cuarenta días y cuarenta noches, para expresar la medida de nuestros
ayunos. De donde se sigue que, habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 13,2
No ayunó más de lo que habían ayunado Moisés y Elías, para que no se creyese
imposible que había tomado carne.
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 16,5
El autor de todas las cosas no tomó comida alguna en cuarenta días. Nosotros
también mortificamos nuestra carne, cuanto podemos por medio de la abstinencia,
en el espacio de cuarenta días. Se conserva el Números cuadragésimo, porque se
conserva la virtud del Decálogo, por los cuatro libros del Santo Evangelio. El
Números diez, multiplicado por cuatro, da el Números cuarenta. O de otro modo,
en el cuerpo contamos cuatro elementos, en los cuales podemos obedecer los
preceptos del Decálogo, puesto que el Decálogo acepta la sumisión de los cuatro.
Los que por los apetitos de la carne despreciamos los mandatos del Decálogo, es
muy justo que mortifiquemos la carne, cuatro veces diez. También, así como en la
ley se nos ordena dar a Dios la décima parte de los frutos, así debemos
ofrecerle la décima parte de los días de cada año. Seis semanas transcurren
desde el primer domingo de cuaresma, hasta las alegrías del tiempo pascual,
cuyos días son cuarenta y dos: de los cuales, quitando los seis domingos de
abstinencia, quedan treinta y seis. El año consta de trescientos sesenta y cinco
días; y nosotros nos mortificamos en el espacio de treinta y seis días, que
constituyen la décima parte del año, que es lo que ofrecemos como décimas al
Señor.
San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus liber, q. 81
O de otro modo: toda la sabiduría consiste en conocer al Creador y a la
criatura.
El Creador es la Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo. La criatura, es en
parte invisible como el alma, que consta de tres potencias (se nos manda amar a
Dios de tres maneras: con todo el corazón, con toda el alma y con toda la
inteligencia) y parte visible como es el cuerpo. A éste debemos también el
Números cuatro, por el frío y el calor, la sequedad y la humedad. El Números
diez, que forma toda la ley, multiplicado por cuatro (esto es, es el Números que
corresponde al cuerpo, multiplicado, porque el cuerpo ejerce sus funciones de
cuatro modos), se forma el Números cuarenta, cuyas partes iguales que son diez,
si se añade una de ellas, forma el Números cincuenta. Los números uno, dos,
cuatro, cinco, ocho, diez y veinte, que son partes iguales del Números cuarenta,
unidos, forman el Números cincuenta: y por ello, el tiempo que nos mortificamos
y nos afligimos, se fija en el Números cuarenta. Además el estado de eterna
felicidad, en el que habrá alegría, se prefigura en la celebración de la
Quincuagésima, desde la Pascua hasta Pentecostés.
San Agustín, sermones, 210,3
Y porque Jesús ayunó inmediatamente después del bautismo, no debe entenderse que
el precepto del ayuno obliga inmediatamente después del bautismo, para que sea
necesario ayunar a continuación, como lo hizo Jesucristo, sino que debe ayunarse
cuando somos atacados por el tentador, para que el cuerpo pague su malicia con
el castigo y el alma consiga su victoria por la humillación.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 5
Sabía el Señor las intenciones del demonio cuando se proponía tentarle. El
demonio sabía que Cristo había nacido en el mundo, según la predicación de los
ángeles, la relación de los pastores, la búsqueda de los magos y la
manifestación de San Juan. Por lo que el Señor se adelantó contra él no como
Dios, sino como hombre; mejor aún, como Dios y como hombre, porque no tener
hambre en el espacio de cuarenta días, no era propio de hombre y tener hambre
alguna vez, no es propio de Dios. Por ello tuvo hambre para que no se crea que
sólo es Dios, porque entonces hubiese destruido la esperanza del demonio que se
proponía tentarle y hubiese impedido su propia victoria. De donde se sigue:
después tuvo hambre.
San Hilario, in Matthaeum, 3
Después de cuarenta días. No tuvo hambre en el espacio de cuarenta días. Por lo
tanto, el Señor cuando tuvo hambre, no fue víctima de la necesidad, sino que
dejó el hombre a su naturaleza. No debía ser vencido el diablo por Dios, sino
por la carne. En lo que se demuestra que habría de tener hambre después del
transcurso de cuarenta días, en que había de habitar sobre la tierra. Habría de
tener hambre de la salvación humana, en cuyo tiempo, habiendo esperado el premio
del Padre, recobró al hombre a quien había redimido.
Y acercándose el tentador le dijo: "Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras
se conviertan en pan". Quien respondiendo dijo: "Está escrito, no de sólo pan
vive el hombre, sino de toda palabra que procede de la boca de Dios". (vv. 3-4)
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 5
Porque el diablo, al ver que Jesús ayunaba cuarenta días, empezó a desesperar.
Pero cuando vio que empezó a tener hambre, comenzó a esperar otra vez. De donde
se sigue: y "acercándose el tentador". Si eres tentado cuando ayunas, no digas
que has perdido el fruto de tu ayuno, porque aunque tu ayuno no evite que seas
tentado, sin embargo te aprovechará para vencer la tentación.
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 16,5
Pero si observamos el orden de la tentación, veremos con cuánta magnanimidad
somos liberados de la tentación. El enemigo antiguo tentó al primer hombre por
la gula, cuando le instó a que comiese de la fruta prohibida; y por la
vanagloria, cuando le dijo: "Conoceréis el bien y el mal". La avaricia, no sólo
es propia del dinero, sino también de la elevación cuando se ambiciona con
exceso los honores. Del mismo modo que rindió al primer hombre, sucumbió el
demonio cuando tentó al segundo. Lo tienta por la gula, cuando dice: "Di que
estas piedras se conviertan en pan". Por la vanagloria, cuando dice: "Si eres
hijo de Dios, arrójate". Por la avaricia de la grandeza, cuando le manifiesta
todos los reinos del mundo: "Todo esto te daré".
San Ambrosio, in Lucam, 4,3
Por esto empezó, por donde en otro tiempo había vencido, a saber, por la gula.
De donde le dijo: "Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en
pan". ¿Para qué estos preámbulos, sino porque sabía que el Hijo de Dios habría
de venir? Pero no sabía que había venido por medio de la carne. Hace el oficio
de explorador y de tentador: mientras confiesa que cree en Dios, se esfuerza por
engañar al hombre.
San Hilario, in Matthaeum, 3
Propuso esta operación tentando para conocer el poder de Dios en la conversión
de piedras en pan y para engañar la paciencia del hombre hambriento, por la
complacencia de la comida.
San Jerónimo
Pero eres contenido por dos, oh diablo. Si ya confiesas su imperio proponiendo
la conversión de las piedras en pan, en vano tientas a Aquel que tiene tanto
poder y si no puede hacerlo, en vano sospechas que es Hijo de Dios.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 5
Así como el diablo cegaba a todos los hombres, así fue cegado por Cristo de una
manera invisible. Conoció que tuvo hambre después de cuarenta días, pero no
comprendió que no la tuvo en el espacio de los mismos. Cuando sospechó que no
era Hijo de Dios, no pensó en que el fuerte puede descender hasta las cosas más
débiles y el débil puede ascender hasta las cosas más fuertes. Mas habiendo
observado que no tuvo hambre en tantos días, debió conocer que era Dios, aunque
al ver que tuvo hambre después de los cuarenta días, pudo comprender que era
hombre. Pero dirás: Moisés y Elías ayunaron cuarenta días y eran hombres. Pero
ellos ayunando tenían hambre y se sostenían. Este no tuvo hambre en el espacio
de cuarenta días, sino después. Tener hambre y no comer es propio de la
paciencia humana; pero no tener hambre, sólo es propio de la naturaleza divina.
San Jerónimo
El propósito de Jesucristo era vencer por la humildad.
San León Magno, sermones, 39,3
De donde venció al tentador con testimonios de la ley, no con potestad de valor
para honrar en esto más al hombre y castigar más a su enemigo. Lo hizo con el
fin de que el enemigo del género humano no sólo fuese vencido por El como Dios,
sino como hombre. De donde se sigue: El cual respondiendo le dijo: "Está
escrito: No de sólo pan vive el hombre, sino de toda palabra que procede de
Dios".
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 16,5
Así, tentado el Señor por el diablo, respondió con los preceptos de las Santas
Escrituras: "el que pudo sumergir a su tentador en el abismo, no hizo
ostentación de su gran poder y esto lo hizo con el fin de darnos ejemplo, para
que cuantas veces tengamos que sufrir algo de los hombres malos, nos inclinemos
más a su enseñanza que a su castigo.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 5
No dijo, pues: no de sólo pan vivo, para que no pareciese que hablaba de sí;
sino, no sólo de pan vive el hombre, para que el diablo pudiese decir: Si es
Hijo de Dios, se ha ocultado para que no se manifieste su poder. Si es hombre,
se excusa de una manera astuta, para que no se conozca que es que no puede.
Rábano
Este testimonio está tomado del Deuteronomio. Por lo que, si alguno no se
alimenta de la palabra de Dios, no puede vivir, porque así como el cuerpo humano
no puede vivir sin el alimento terreno, así el alma no puede vivir sin la
palabra de Dios. Se dice que la palabra procede de la boca de Dios, cuando
manifiesta su voluntad, por medio de las Sagradas Escrituras.
Entonces el diablo lo llevó a la santa ciudad, y lo colocó en lo más alto del
templo, diciéndole: "Si eres Hijo de Dios, arrójate desde lo alto: está escrito,
que mandará los ángeles en tu defensa, y te llevarán en sus manos para que la
piedra no ofenda tu pie". Jesús le contesta: "También está escrito que no
tentarás al Señor tu Dios". (vv. 5-7)
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 5
No habiendo podido conocer nada cierto el diablo en la respuesta de Jesucristo,
acerca de si era Dios o si era hombre, lo tentó otra vez, diciendo entre sí:
"Este, que no ha sido vencido por el hambre, aunque no sea Hijo de Dios, debe
ser un Santo". Pueden los hombres santos resistir el hambre, pero cuando han
vencido todas las necesidades de la carne, caen por medio de la vanagloria. Por
ello empezó a tentarle con la vanidad, por lo que prosigue: "Entonces lo llevó
el diablo a la ciudad Santa".
San Jerónimo
Esta conducción no procede de la invencibilidad del Señor, sino de la soberbia
de su enemigo, que considera la firme voluntad del Salvador como una necesidad.
Rábano
Se llamaba santa la ciudad de Jerusalén porque se encontraba en ella el templo,
el Sancta Sanctorum y el culto del verdadero Dios, establecido por Moisés.
Remigio
Para que se conozca que el diablo tienta a los hombres aun en los lugares más
santos.
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 16,5
Pero cuando se dice que Dios-hombre fue llevado por el demonio a la ciudad
santa, los oídos humanos se escandalizan. El diablo es la cabeza de todos los
malos. ¿Qué de particular tiene el que permitiese ser llevado por él a la ciudad
santa, cuando permitió que sus miembros lo crucificasen?
La glosa
El diablo siempre eleva a las alturas por medio de la jactancia, para luego
poder precipitar mejor. Por ello prosigue: "Y lo colocó en la cumbre del
templo".
Remigio
El pináculo (1) era el asiento de los doctores. El templo no tiene puntos altos, como lo tienen nuestras casas, sino que era plano, como se acostumbra en Palestina y en el mismo templo había tres explanadas. Y sépase que en el pavimento había una elevación y en cada explanada había un pináculo. Si lo colocó en el pináculo que había en el pavimento, o si lo colocó en la de la primera, segunda o tercera explanada, no se sabe; pero sí que lo colocó en donde pudo haber algún precipicio.
La glosa
Observa que todas estas cosas sólo se dicen para darlas a conocer a los sentidos
corporales y ya que las palabras se reducen a lo mismo, se sabe que el diablo
apareció en forma de hombre.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 5
Pero acaso dirás: ¿Cómo teniendo figura corporal lo colocó en el pináculo del
templo en presencia de todos? Pero del mismo modo que el diablo lo hacía en
presencia de todos, El también, sin que el diablo lo supiese, pudo hacer que no
fuese visto por nadie cuando así obraba.
La glosa
Por ello, pues, lo llevó a la cumbre del pináculo, cuando quiso tentarle con la
vanagloria, porque la vanagloria había engañado a muchos en la cátedra de los
doctores y por ello creyó que colocado Este en la silla del magisterio, podría
engreírse con la vanagloria. Por ello prosigue y dijo: "Si eres Hijo de Dios,
arrójate al fondo".
San Jerónimo
El diablo hace esto en todas las tentaciones, para ver si puede conocer que es
el Hijo de Dios. Le dice, pues: "Arrójate", porque la voz del diablo, con la que
desea que los hombres caigan siempre al abismo puede persuadir, pero no puede
precipitar.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 5
Pero, ¿cómo podía conocer en esta ocasión si era Hijo de Dios o no? Volar por el
aire no es propiamente obra de Dios, porque a nada conduce.
Pero si alguno vuela provocado, esto lo hace más bien por ostentación y esto
proviene más del diablo que de Dios. Si al hombre sabio le basta ser lo que es y
no necesita aparentar lo que no es, ¿cuánto más el Hijo de Dios no necesita
ostentar aquello de lo que ninguno puede conocer lo que es en sí mismo?
San Ambrosio, in Lucam, 4
Pero por lo mismo que Satanás se transfigura en ángel de luz y prepara su
perdición en las mismas Sagradas Escrituras a los fieles, usa muchas veces de
textos de las mismas Escrituras, no para enseñar, sino para engañar. De donde
prosigue: "Está escrito que te mandará sus ángeles".
San Jerónimo
Leemos esto en el salmo noventa, pero allí no se habla de Cristo, sino que es
una profecía de un hombre santo; el diablo interpreta mal las Escrituras.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 5
En realidad, el Hijo de Dios no es llevado en manos de ángeles, sino que más
bien El es quien los lleva. Y si es llevado en manos de ángeles, no es porque la
piedra pueda herir sus plantas como débil, sino por honor, puesto que es Dios. ¡Oh
diablo! ¿Conque has leído que el Hijo de Dios es llevado en manos de ángeles y
no has leído que aplasta al áspid y al basilisco (2)? Mas cita aquel ejemplo como
soberbio, pero calla esto como astuto.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 13,3
Observa que los testimonios son citados por el Señor de una manera conveniente,
pero el diablo los cita de una manera inconveniente. No porque está escrito
"enviará sus ángeles", etc., persuade a Jesús a arrojarse.
La glosa
Aquí debe decirse: La Escritura, pues, dice de cierto hombre bueno, que Dios
mandó por sí mismo a sus ángeles (esto es, a sus espíritus administradores), que
lo defiendan con sus manos (esto es, con sus auxilios) y lo auxilien, para que
la piedra no ofenda a sus pies (esto es, al afecto de su mente), a saber: a la
ley antigua, escrita en tablas de piedra; o también, por piedra puede entenderse
toda ocasión de ruina o de pecado.
Rábano
Debe observarse que, aun cuando Nuestro Salvador permitiese al diablo que le
pusiese sobre el pináculo del templo, sin embargo, no quiso descender a su
dominio, dándonos ejemplo para que cuando alguno nos inste a subir por el camino
estrecho de la verdad, obedezcamos; pero que si alguno quiere precipitarnos de
la altura de la verdad y de la virtud a los abismos del error y de los vicios,
no lo oigamos.
San Jerónimo
Quebranta las flechas del diablo sacadas de las Escrituras, con los escudos de
las mismas Escrituras. Así, pues, le dice Jesús: También está escrito: "No
tentarás al Señor tu Dios".
San Hilario, in Matthaeum, 3
Perturbando los esfuerzos del diablo, Jesús se manifiesta como Dios y como
hombre.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 5
No le dijo, pues: "No me tentarás, puesto que soy tu Dios y tu Señor", sino así:
"No tentarás al Señor tu Dios", lo mismo que podía decir todo hombre de Dios,
tentado por el demonio, porque el que tienta al hombre de Dios, tienta al mismo
Dios.
Rábano
O de otro modo: lo tentaba como hombre, para conocer cuánto podría en la
presencia de Dios.
San Agustín, contra Faustum, 22,36
La sana doctrina enseña que cuando el hombre tenga algo que hacer, no debe
tentar al Señor su Dios.
Teodoto
Y tienta a Dios quien hace algo poniéndose en peligro sin motivo.
San Jerónimo, in quaestione 6 in Deuteronomium
Y debe notarse que sólo citó los testimonios necesarios del Deuteronomio, para
mostrar los sacramentos de la nueva ley.
Notas
1. La palabra pináculo proviene del latín: pinnaculum. Se refiere a la parte
superior y más alta de un edificio o templo.
2. El basilisco era un animal de fábula al que se le atribuía el poder de matar
con la vista.
Otra vez el demonio lo llevó a la cumbre de un monte elevado, y le manifestó
todos los reinos del mundo, y su gloria, y le dijo: "Todas estas cosas te daré,
si postrándote me adoras". Entonces le dijo Jesús: "Retírate, Satanás, está
escrito, pues, que adorarás al Señor tu Dios, y sólo a El servirás". Entonces lo
dejó el diablo y los ángeles se aproximaron prestándole auxilios.
Textos extraídos de escritos de Santo Tomás de Aquino por un sacerdote chileno.
Cortesía de Rolando Ariel G.
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