DEVOCIÓN A LOS DOLORES DE MARÍA
Todos los años me prepararé a la fiesta de Nuestra Señora de los
Dolores, con tres días de piadosos ejercicios. ¡Qué gozo para la Santísima
Virgen, cuando sus devotos siervos recuerdan las angustias que su Corazón
sufrió durante la
Pasión y muerte de su amado Jesús!
Un día se apareció a sus siete devotos siervos, que fueron después los
fundadores de la Orden de los Servitas, con un vestido de color negro en la
mano, y les dijo que si tenían un gran deseo de serla muy gratos, debían
meditar con frecuencia sus dolores, y que para ello en adelante llevarían
aquel vestido de luto, como recuerdo de los padecimientos que había
experimentado.
Otra vez se quejó a Santa Brígida en estos términos: ¡Qué pocos
cristianos me aman verdaderamente! pues bien pocos se compadecen de mis penas.
Algunos años después de la gloriosa Asunción de María, San Juan deseaba ardientemente ver de nuevo a esta madre querida que Jesús le había legado, y dirigía al Señor fervorosas y continuas oraciones, para que le concediese esta gracia. Sus esperanzas no fueron frustradas. En una celeste visión tuvo la dicha de ver a Jesús y María, que hablaban de los dolores y penas que habían padecido en el Gólgota. Después oyó a la Santísima Virgen que pedía algunas gracias particulares para todos los que profesasen una devoción especial a sus propios dolores, y que a esta petición Jesús dio esta respuesta:
1. Yo les concederé un sincero arrepentimiento de sus pecados antes de su muerte;
2. En vos hallarán una asistencia especial en las adversidades, y sobre todo en el artículo de la muerte;
3. El recuerdo de mi Pasión estará grabado en su corazón, y en el cielo recibirán una magnífica recompensa:
4. Vos tenéis todo poder para alcanzarles todos los favores que queráis.
V. Venid, Dios mío,
en mi socorro.
R. Apresuraos, Señor, a protegerme.
V. Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santa
R. Como era en
el principio, así sea ahora y siempre por todos los siglos de los siglos. Amén.
I. Os compadezco ¡oh dolorosa María!, por la aflicción que padeció Nuestro tierno Corazón al oír la profecía del santo anciano Simeón. Amada Madre, por vuestro afligido Corazón, alcanzadme la virtud de la humildad y el don del santo temor de Dios. Dios te salve, María, etc.
III. Os compadezco, ¡oh
dolorosa María!, por las angustias que experimentó vuestro solícito Corazón,
cuando perdisteis a vuestro amado Jesús.
Amada Madre, por vuestro Corazón, tan cruelmente agitado, alcanzadme la
virtud de la castidad y el don de la ciencia.
Dios te salve, María, etc.
IV. Os compadezco, ¡oh
dolorosa María!, por la consternación que experimentó vuestro maternal
Corazón, al encontrar a Jesús cargado con la Cruz. Amada Madre, por vuestro amoroso Corazón tan atormentado,
alcanzadme la virtud de la Paciencia, y el don de la Fortaleza. Dios te
salve, María, etc..
V. Os
compadezco, dolorosa María, por el martirio que padeció vuestro generoso corazón
presenciando la agonía de Jesús. Amada
Madre, por vuestro Corazón tan martirizado alcanzadme la virtud de la
Templanza, y el don de Consejo. Dios
te salve, María, etc.
VI. Os compadezco, dolorida María, por la herida que sufrió vuestro piadoso Corazón con la lanzada que abrió el costado de Jesús, e hirió su amabilísimo Corazón. Amada Madre por vuestro Corazón así traspasado, alcanzadme la virtud de la Caridad fraterna, y el don de Entendimiento. Dios te salve, María, etc.
VII. Os compadezco, dolorida María, por el pasmo que vuestro amadísimo Corazón experimentó en la sepultura de Jesús. Amada Madre, por
vuestro desolado Corazón, alcanzadme la virtud de la diligencia y el don
de la Sabiduría.
Dios te salve, María, etc.
ORACIÓN A NUESTRA MADRE DOLOROSA
Te saludamos, oh Dolorosísima Virgen María, y llenos de confianza en tu misericordia, venimos a suplicarte nos aceptes como hijos tuyos, para que con todo el derecho de madre, cuides y mires por nosotros en todos los momentos de nuestra vida. Haznos dóciles a tus inspiraciones, oh dulce y bondadosa Madre nuestra, para que podamos recibir todas las gracias y dones con que el corazón de tu Divino Hijo Jesús enriquece a los que son verdaderos hijos tuyos. Ea, pues, Señora, Madre y Abogada nuestra, bendícenos en nuestras empresas y labores, ayúdanos en nuestras dificultades y trabajos, para que la vida nos sea dulce y llevadera en tu amable compañía, para que extendamos el reinado del Corazón de Jesús a las almas que nos han sido confiadas, y después de amarte y honrarte en la tierra, gocemos contigo la bienaventuranza eterna. Amén.
Jaculatoria
Corazón doloroso e inmaculado de María
Ruega por nosotros que recurrimos a ti.
ROSARIO DE LA VIRGEN DE LOS DOLORES
Primer dolor: La profecía del santo anciano Simeón
Te contemplamos, Dolorida María, en la profecía del Santo Anciano Simeón. Por este dolor te pedimos... (y aquí uno dice su petición)
1.- Padre Nuestro ....
2.-
Dios te salve, María, llena de dolores, el Crucificado está contigo, afligida
tú eres entre todas las mujeres y dolorido es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre del Crucificado: danos lágrimas a los que hemos crucificado
a tu Hijo, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Esta Ave María se dice siete veces.
3.-
Gloria al Padre...
En la misma forma se rezan los otros dolores: Padrenuestro, siete Avemarías,
Gloria.
Segundo dolor: La
huída a Egipto
Te contemplamos,
Dolorida María, en la huida a Egipto. Por este dolor te pedimos....
Tercer dolor: La
pérdida del niño Jesús en el templo
Te contemplamos,
Dolorida María, en la pérdida del Niño Jesús. Por este dolor te pedimos...
Cuarto dolor: María
encuentra a Jesús con la cruz a cuestas
Te contemplamos,
Dolorida María, en el encuentro de Jesús mi Redentor, con la cruz. Por este
dolor te pedimos...
Quinto dolor:
Crucifixión y muerte de Jesús
Te contemplamos,
Dolorida María, en la crucifixión y muerte de mi Divino Maestro. Por este
dolor te pedimos...
Sexto dolor:
Descendimiento de Jesús
Te contemplamos,
Dolorida María, en el descendimiento de Jesús. Por este dolor te pedimos...
Séptimo dolor: La
sepultura de Jesús
Te contemplamos,
Dolorida María, en la sepultura de Jesús y tu amarga soledad. Por este dolor
te pedimos...
Al final: Por las intenciones de las Hermanas de Bethania, Consoladoras de la Virgen Dolorosa: Tres Avemarías de la Dolorosa.
Virgen Santísima de los Dolores, mírame cargando la cruz de mi sufrimiento, acompáñame, como acompañaste a tu Hijo Jesús; eres mi Madre y te necesito. Ayúdame a sufrir con amor y esperanza, para que mi dolor se convierta en un gran bien en las manos de Dios. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
300 días cada
vez.
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